Reabre la escuela 33 años después y el bullicio infantil vuelve en horario escolar a las calles de Aguilar del Alfambra
Cinco niños van a un centro que tiene garantizada la permanencia porque hay bebés para entrar en el futuroLas tizas no rascaban la pizarra de Aguilar del Alfambra desde hace 33 años cuando el actual alcalde, Vicente San Francisco, y otros 3 chavales más dejaron la escuela tras cursar 8º de Educación General Básica. Ahora ha reabierto sus puertas, en un local nuevo pero muy cercano al antiguo, y lo ha hecho con 4 niños de la propia localidad y una pequeña más que acude desde Ababuj. En el pueblo se nota estos días otra alegría porque el bullicio de los juegos infantiles llenan otra vez la plaza en unas fechas en las que otros años apenas había trasiego.
La escuela está garantizada por unos cuantos años puesto que la alumna de mayor edad va a 4º de Educación Primaria y hay otra pequeña que entrará al curso que viene. “También hay alguna mujer embarazada”, dice San Francisco, quien considera que la escuela y el bar –un multiservicio que, de momento, funciona muy bien– son dos servicios fundamentales en cualquier pueblo.
Vicente San Francisco está muy orgulloso de ver de nuevo la escuela abierta, aunque sea en un nuevo espacio porque las viejas aulas se destinaron a biblioteca. Los 4 niños que asisten al colegio de Aguilar del Alfambra han nacido en la localidad, pero son hijos de inmigrantes “la mayor parte trabajadores de la quesería”, relata Casimiro Clavero, que es teniente de alcalde en el Ayuntamiento y destaca el importante papel desarrollado por la industria lechera para el mantenimiento del pueblo. La quinta niña reside en Ababuj, en una masía ubicada en el límite con Aguilar, y hasta ahora iba a clase a Allepuz, que está mucho más alejado de su vivienda.
Este mes de septiembre tiene en Aguilar del Alfambra una luz especial puesto que, con la escuela ya abierta, hay varias familias que se han interesado por ella. Se trata tanto de parejas que residen en municipios cercanos como de otras que viven en la ciudad pero que, durante la pandemia, han estado haciendo tele trabajo en la localidad. “Ahora se han tenido que ir porque los niños empezaban el colegio, pero algunos han preguntado”, comenta, no sin cierto escepticismo, el regidor municipal.
Pero además de la animación y la esperanza que genera tener colegio en el pueblo, Clavero va un paso más allá e indica que puede acarrear la implantación de una conexión a internet de mayor calidad, algo fundamental de cara a que haya profesionales trabajando desde sus casas, hasta ahora solo ocupadas en verano.
Por otro lado, el primer edil destaca la comodidad que supone para las familias que sus hijos puedan ir a clase a pie en vez de tener que llevarlos en coche hasta la escuela de Camarillas, situada a 5 kilómetros de Aguilar del Alfambra.
Para solicitar la escuela, Ayuntamiento y padres enviaron una carta conjunta al Servicio Provincial de Educación, que envió a los técnicos para estudiar los locales y aprobó la propuesta.
El aula de Aguilar formará parte del CRA Pablo Antonio Crespo, que tiene su sede en Aliaga y que también integran las escuelas de Cuevas de Almudén y Camarillas. A Cuevas acuden pequeños de las localidades de Mezquita de Jarque, Jarque de la Val e Hinojosa de Jarque, cuyo colegio se mantuvo hasta hace unos pocos años. Curiosamente, en Mezquita sí hay Escuela Infantil con un total de 9 niños, mientras que en Camarillas se cursa la Enseñanza Secundaria para evitar que los alumnos se desplacen hasta Teruel, a más de una hora de distancia. La escuela de Camarillas se mantiene con 6 alumnos –cada uno de ellos de un curso diferente– frente a los 10 que había matriculados el año anterior.
La directora del CRA Pablo Antonio Crespo, Elvira Aguilar, destaca que la apertura de una nueva aula siempre es una buena noticia. La maestra recalca que la población de esta zona es estable puesto que aunque la mayoría del alumnado procede de familias llegadas de fuera ya llevan muchos años asentadas allí.
Aprendizaje multinivelar
La maestra de Aguilar del Alfambra es Marta García, que en sus tres años de experiencia siempre ha estado en escuelas rurales. Su primer destino explica que fue en La Sabina, en Villafranca de Ebro (Zaragoza), donde se ocupó de la formación de seis niños de diferentes niveles. El anterior curso escolar lo pasó en Castelserás, donde también tenía 5 alumnos, aunque en ese caso todos ellos de Infantil.
Reconoce que el sistema de aprendizaje es diferente al que enseñan en las universidades, donde los casos siempre se plantean para aulas con 20 niños –una cifra que en el medio rural no suele alcanzarse– pero todos ellos del mismo curso. “No te enseñan a trabajar con diferentes niveles, aprendes con la experiencia porque tampoco hay ningún manual que te diga cómo hacerlo”, comenta. Su forma de afrontarlo será intentando unificar los contenidos para que todos los den a la vez, aunque cada uno adaptado a su nivel con ejercicios diferentes.
En este sentido la directora del CRA Pablo Antonio Crespo precisa que los estudiantes de Magisterio que se han formado en un Colegio Rural Agrupado “tienen mucho avanzado porque saben como desenvolverse” en estas aulas multinivelares. Precisa que la formación para atender a la escuela rural es importante puesto que algunos de los maestros recién titulados “se sienten desbordados” cuando llegan a estos colegios con pocos niños pero de diferentes edades. Elvira Aguilar destaca no obstante que este tipo de enseñanza multinivelar “tiene muchas más fortalezas que debilidades” porque los alumnos “se apoyan unos a otros y aprenden todos a la vez”. Unas ventajas que ya han visto en algunos colegios que, pese a tener numeroso alumnado, lo dividen en grupos de diferentes cursos para sacar partido a esta formación hasta hace poco reservada únicamente a los niños del medio rural.