Puertomingalvo echa la vista atrás con la ayuda de sus vecinos en su Feria Solidaria de Antaño
La recaudación de los diferentes eventos se destina a un proyecto en Ecuador y a otro para la Escuela de Verano del puebloMás animación de calle para acompañar a la feria y la apertura de más patios con diferentes escenas tradicionales o mantas y colchas de ganchillo colgadas en los balcones de forja para adornar las fachadas son algunas de las novedades destacadas de la Feria Solidaria de Antaño de Puertomingalvo, que este fin de semana llegó a su undécima edición con éxito de público y participación.
Promovida y patrocinada por el Ayuntamiento y con la organización de la Asociación Benéfico-Cultural Feria Solidaria de Antaño, este certamen trata de reflejar por las pintorescas calles de esta pueblo, considerado uno de los más bonitos de España, cómo era la vida de hace un siglo.
Y para ello sacan a la calle los oficios tradicionales y las faenas y costumbres que había en las casas. Se muestra así cómo se preparaba el mondongo tras la matanza o cómo se hacía la colada en alguno de los cinco lavaderos que entonces había en este municipio de la Sierra de Gúdar.
También se pueden visitar las antiguas escuelas, ver el material que utilizan en la década de los 60 y escribir con plumillas y tinteros o probar unos buenos buñuelos siguiendo la receta que se ha ido pasando de generación en generación.
Este viaje al pasado tiene desde sus inicios, hace diez años, un fin solidario: contribuir con los proyectos que el misionero Antonio Martínez Gómez lleva a cabo en Ecuador. Este sacerdote turolense, que fue párroco en Puertomingalvo, promueve este año la adecuación de un local para que pueda empezar a funcionar el Comité de Derechos Humanos Monte Sinaí en la periferia noroeste de Guayaquil, la ciudad de mayor población del país latinoamericano.
Hasta allí viajará parte de la recaudación de la feria de este fin de semana, mientras que habrá otra parte que se destinará a la integración de los niños que participan en la Escuela de Verano de Puertomingalvo.
Así lo explicó la presidenta de la asociación Feria Solidaria de Antaño, Marta Arenós, que contó que el dinero para estos proyectos proviene de rifas de los artículos que aportan los propios artesanos, de la carne de los cerdos de los que se hacen los mondongos o de las labores que las mujeres del pueblo están preparando durante todo el año.
Artesanos afinados en Puertomingalvo y otros que ellos mismos atraen hasta el pueblo participaron con sus puestos. Como Gregorio, el cantero, que se le puede ver en otras ferias por la provincia de Teruel pero que el domingo estaba en casa, porque es en Puertomingalvo donde vive y tiene el taller.
Otros vienen a pasar unos días y contribuyen al desarrollo de la feria, como Pepe Castells, de Játiva (Valencia), que lleva varios años participando con su arte. Pinta un óleo con una imagen de Puertomingalvo y luego lo entrega a la asociación para que lo subasten. “Lo que importa es colaborar y pasarlo bien en un pueblo que tiene mucho encanto”, contó.
Cerca de donde se puso Castells a trabajar se encontraba un puesto de cuadros, con obras del pintor Andrés Tello, hechas siguiendo diferentes técnicas en ellas se puede ver la evolución del pueblo, porque algunas fueron pintadas hace varias décadas, según explicó su hija Débora Tello.
Su puesto estaba al lado del que recoge los trabajos que durante el año han realizado las mujeres del pueblo para vender este día. Toallas, delantales o paños que estaban a la venta y una gran colcha de patchwork, que se sorteó para recaudar dinero.
También había a la venta murales y pequeños artículos de Ecuador.
Colaboran también con esta feria hijos del pueblo, que aunque ya no viven allí mantienen la casa, como Raúl Naches, que es maestro y se ocupaba de explicar cómo era la escuela hace medio siglo. “Había un aula para chicos y otra para chicas”, apuntó. En la clase se podía ver diferentes materiales escolares y las plumillas y tinteros. “Se daba mucha importancia a la ortografía”, señaló. Pero no era fácil escribir con aquella tinta. “Prefiero el boli bic”, dijo Sofía, una chica que probó a escribir con plumilla.
Mientras los niños estaban en la escuela, por aquella época, las madres hacían la colada. Adela Rivera explicó de una forma práctica cómo se blanqueaba la ropa con cenizas. Un trabajo costoso, porque había que calentar el agua e ir echando constantemente sobre el tamiz donde estaban las cenizas para que filtrara sobre la ropa que estaba debajo.
En un patio, frente al puesto de la colada, este año se pudo ver un audiovisual sobre el corte de los vasos que se utilizaban para recolectar miel.
“Lo importante de esta feria es que se implica todo el pueblo”, destacó Marta Arenós.