Pilar Edo, agricultora de Bañón: “El Covid nos ha hecho ver lo afortunados que somos con nuestra vida en los pueblos”
La también licenciada en Historia defiende el modelo ruralPilar Edo Hernández vive en Bañón, su pueblo. Se licenció en Historia y especializó en Arqueología, pero se define como agricultora y ganadera. El coronavirus ha reforzado su idea de que en el pueblo se vive mejor.
-¿Cómo ha modificado su vida la pandemia?
-Mi rutina de trabajo diaria no cambió salvo cuando tenía que contactar con terceras personas, que debía seguir unas normas. En lo que más se ha notado es cuando han venido a cargar los corderos por todo el protocolo que hay que seguir y que alarga el trabajo. También ha habido problemas para dar salida a los animales porque ha caído el consumo de cordero ligado al cierre de establecimientos hosteleros, es una carne que se come en fiestas familiares y no se han celebrado bodas ni comuniones ni reuniones de amigos en las peñas.
-¿Cómo han afrontado la situación los ganaderos?
-Si baja la demanda el precio se va por los suelos y la opción que nos ha quedado es incorporar al ganado las corderas que eran para la venta, para que te den 30 euros no nos merece la pena. Además, este año que hay mucha hierba no tenemos problemas para alimentarlas. El resto de los corderos no te queda más remedio que venderlos.
-¿Y los agricultores?
-En el campo ha coincidido en una fechas que no hay mucha faena, justo estábamos tirando el abono de primavera y pudimos hacerlo porque desde el tractor no tienes que relacionarte con nadie. El problema era si se averiaba algo, que tenías que ir al taller y no atendían con los servicios y el personal que había antes, se demoran las cosas, pero ha sido llevadero.
-¿Y la vida en el pueblo?
-Eso sí ha cambiado mucho, no veías a nadie. No es que aquí veas a gente todo el rato, pero siempre te encuentras a alguien, te saludas y charras un poco, ahora hay bastante normalidad.
-¿Qué ha sacado en positivo de la pandemia?
-Valoro algunas cosas más que antes, una es el vecindario, la comunidad que se hace en el pueblo, las vecinas que te traían torrijas o te tocaban a la puerta, esto lo hacían habitualmente, pero lo valoras más ahora que te sientes más sola. Los niños del pueblo antes no tenían tiempo para nada y ahora quieren hacer cosas como salir en bici. Para todo el mundo ha sido una época de repensar y replantearnos cosas de nuestra vida en los pueblos, lo afortunados que somos, hemos podido salir a pasear al campo, hemos disfrutado de una primavera particular y hemos visto que tenemos vecinos que se preocupan por nosotros y por los que nos preocupamos. A nivel de comunidad ha sido súper positivo, es lamentable pero es así. A la mayor parte de la gente le ha servido para parar un poco esa vida acelerada y ser conscientes de que lo importante no es trabajar 15 horas y no estar con los niños. Ha sido un despertar que nos va a venir muy bien.
-¿Va a servir para que alguien se replantee el lugar donde vivir?
-Conozco tres casos de personas que lo van a hacer, gente que ya tenía en su mente volver al pueblo algún día, pero les pesaba más tener un buen trabajo, ahora han apostado por lo que merece la pena, que es vivir dónde quieren vivir y con quien quieren vivir.
-¿Ya se ha recuperado el precio del cordero?
-Ha vuelto a sus precios habituales que es por los suelos, porque cobramos lo mismo que cuando yo tenía 15 años. En el matadero será otra película por las normas de seguridad, pero el ganadero en sí estamos en una situación que se puede considerar normal.
-¿También hubo problemas con el tema del esquilado?
-Sí, tengo un amigo de Cosa que acaba de esquilar y ya es tarde, aunque no hace calor excesivo lo habitual es esquilar a mediados de mayo, llevamos un mes de retraso. Los principales esquiladores que hay en España y en Teruel proceden de otros países, son polacos, rumanos, centroamericanos y no han podido venir. El Gobierno fletó un avión de esquiladores de Uruguay y está atendiendo a todos los ganaderos, pero van llegando y se va a extender en el tiempo el esquileo.
-¿Qué se hace con la lana?
-Se vende a un intermediario que la vende a la industria transformadora, pero no tiene buen precio desde hace años, se trabajan las materias sintéticas, las naturales solo las trabajan 4 artesanos. Hace 40 años con el dinero que sacabas de la lana le pagabas a los esquiladores, ahora cada oveja te cuesta 1,5 euros y saca en torno a un kilo de lana, por el que te dan 15 céntimos. La lana siempre ha sido un ingreso adicional para el ganadero, era una materia prima muy valorada, ahora hay mucha gente que incluso la tira. Yo este año la he almacenado para ver si al año que viene sube algo, porque con el precio que me van a pagar no pago ni el trabajo de meter la lana en la saca.
-¿El coronavirus nos hará apreciar más los productos de cercanía?
-La campaña de Ganaderos y Solidarios ha puesto en valor el producto local. La gente tiene que ver que lo que produce mi vecino tiene una calidad y unas garantías sanitarias tremendas porque ese cordero come lo que pisamos en el monte, eso no lo tienen otras carnes de otros países. Estoy segura de que nos va a llevar a replantearnos nuestros esquemas de consumo, pero no sé si nos va a dar por consumir local, dependerá de la cultura de cada familia. Yo consumo local porque sé lo que es, valoramos lo que conocemos.
-¿Es fácil acceder a esos productos?
-No, en la mayoría de nuestros pueblos no hay tiendas para comprar los productos de cercanía. Falta una campaña potente por parte del Gobierno de Aragón para dar a conocer esos productos y que tiendas y restaurantes del territorio los utilicen. Da gusto ir a un sitio y que te saquen una carta con un pueblo que conoces, eso hay que trabajarlo más.