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Patrimonio bélico de la Comunidad de Teruel: Las posiciones de retaguardia de Villel y Torrelacárcel tuvieron un gran papel en la guerra civil Patrimonio bélico de la Comunidad de Teruel: Las posiciones de retaguardia de Villel y Torrelacárcel tuvieron un gran papel en la guerra civil
Exterior del fortín de El Plano, en la localidad de Villel

Patrimonio bélico de la Comunidad de Teruel: Las posiciones de retaguardia de Villel y Torrelacárcel tuvieron un gran papel en la guerra civil

Aunque a algunas de estas fortificaciones no llegaron los proyectiles, sí exigieron un gran esfuerzo constructivo y fueron vitales como zonas de apoyo
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Por Amable García, Javier Ibáñez, Rubén Sáez, Ismael Villalba & Pedro Machío

Cuando se habla del patrimonio  bélico de la Guerra Civil, casi siempre se suele pensar en las posiciones de primera línea, escenario de los principales y más cruentos enfrentamientos. Sin embargo, en gran parte de la provincia de Teruel se construyeron un sinfín de conjuntos fortificados que nunca llegaron a ser objeto de encarnizadas luchas; en algunos, como se decía entonces, “no se llegó a pegar un tiro”. Sin embargo, esto no les resta interés, tanto en su vertiente militar (fueron posiciones clave para apoyar la primera línea defensiva y evitar potenciales incursiones enemigas), como humana (por los ímprobos esfuerzos que supuso su construcción y custodia). Son los escenarios de la “intrahistoria de la Guerra Civil”, de unas vivencias y una estrategia que va más allá de los combates que tuvieron lugar en el frente.

En algunas de estas fortificaciones, la guerra pasó “sin pena ni gloria”; el avance enemigo fue demasiado rápido, y las tropas acantonadas se debieron retirar precipitadamente para no ser flanqueadas y quedar embolsadas.

En otros casos, hubo duros pero puntuales enfrentamientos, que llegaron a justificar su presencia. Este primer reportaje se centra en dos de estas posiciones, situadas en los valles del Turia y del Jiloca.

Fortines del plano

Primavera de 2023; han pasado 85 años desde que se construyeran las fortificaciones de la Loma del Plano de Villel, en el camino de la Fuensanta. Hasta hace unos meses, era muy poco lo que podía verse de este complejo conjunto republicano, que contaba con dos líneas defensivas, escalonadas en altura; una en la parte más alta del monte; la otra cerca de su base, junto a los primeros bancales de almendros.

En la línea inferior destaca la presencia de un fortín de unos 4 metros de diámetro, construido en 1938, como atestigua la inscripción conservada en su interior. Realizado con fábrica de hormigón armado, tiene cimientos de forma poligonal y está cubierto con bóveda semiesférica. Fue utilizado como nido de ametralladora, con dos posiciones de tiro separadas por un parteluz. Se accede a su interior por una pequeña puerta, situada al noroeste; comunica con la trinchera principal, que tiene un trazado en zig-zag, con el fin de evitar el fuego de enfilada.

Muy cerca del fortín hay dos rebajes en las paredes de la trinchera, que facilitaban la colocación de sendos postes verticales de madera, sobre los que se disponía una precaria cubierta de fibrocemento, un somero refugio para los que no estaban en el interior de la angosta estructura de hormigón.

Durante las excavaciones arqueológicas no se encontró munición, ni restos de metralla, lo que confirma la ausencia de enfrentamientos en torno a la misma.

En la segunda línea defensiva, situada en la parte alta del cerro, había otra construcción de hormigón; pero su cubierta se encuentra completamente destrozada a causa de una deflagración de origen interno. Es posible que fuera explosionada por las tropas republicanas en retirada. O bien durante la postguerra, momento en el que no pocas personas se dedicaban a acumular proyectiles en el interior de estas estructuras, para hacerlos explotar y recoger los trozos de metal (metralla y varillas del hormigón armado de la construcción) con el fin de venderlos; unos beneficios escasos, para el riesgo que se corría.

Con una línea de trincheras

Su puerta trasera comunica con una línea de trincheras que bordea todo el monte y que ocupa una posición dominante con respecto al entorno circundante. A contrapendiente hay una pequeña cueva, que pudo ser utilizada como refugio por los soldados republicanos.

Gracias a su disposición, ambas líneas podían prestarse apoyo mutuo, al someter a un hipotético atacante a un campo de tiros cortos y largos, sin dejar ningún ángulo muerto.
 

Detalle del pasillo de tiradores del fortín principal del Cabezo Alto, en Torrelacárcel


Villel se situaba en una segunda línea defensiva. En agosto de 1936 acogió tropas gubernamentales procedentes de Cuenca, siendo desde este momento un punto clave en la estrategia republicana en el frente de Teruel. Desempeñó una función defensiva, al servir de contención frente a un hipotético avance nacional por el corredor del Turia, en dirección hacia Valencia.

Pero, también fue punto de concentración de fuerzas republicanas, de cara a sus acciones sobre Teruel. La localidad se mantuvo bajo control gubernamental hasta que se desencadenó la ofensiva franquista sobre Levante.

Buena muestra de la importancia estratégica de Villel son las numerosas posiciones documentadas en sus alrededores, como La Serretilla y el Cerro de la Horca. La más accesible y mejor conservada para la visita es la de El Plano.

Cabezo Alto

El Cabezo Alto, también conocido como Cerro del Mojón Blanco, es una de las elevaciones que emergen en el centro del amplio valle del Alto Jiloca. Actualmente, a sus pies discurre la transitada Autovía Mudéjar, cuyo trazado es paralelo a la línea férrea y a la antigua carretera de Zaragoza a Teruel; estas dos últimas vías de comunicación explican la importancia estratégica de estas alturas. En la cumbre del cerro se encuentra un amplio conjunto defensivo, formado por varias estructuras de hormigón y una red de trincheras excavadas en la roca.

El fortín principal tiene planta rectangular, de 9,50 m por poco más de 4 metros. Está dividido longitudinalmente en dos estancias, separadas entre sí por un grueso muro. La más próxima a la ladera es un pasillo de tiradores, en el cual se abren nueve troneras de fusilería. La otra, más ancha, debió de servir como refugio y zona de descanso para los combatientes que defendían la posición.

El acceso al fortín se efectuaba a través de dos pasos en ángulo situados en los extremos de la estructura, por los que se entraba al pasillo de tiradores y, desde éste, a la zona de refugio. Originalmente, estaba cubierto con una losa de hormigón, que debió desaparecer durante la postguerra. Gracias a los numerosos grafitis conservados, sabemos que fue construido por la 8ª Compañía del 5º Regimiento de Zapadores.
 

Fotografía aérea de los fortines de Cabezo Alto, en Torrelacárcel: A. Fortín principal. B Fortín meridional. C Fortín occidental. D Trinchera principal


En torno a la estructura principal hay otras dos construcciones, igualmente de hormigón. Se localizan en posiciones estratégicas, desde las que es posible divisar amplios sectores de la línea de frente, de modo que también son capaces de prestarse apoyo mutuo.

Ambos fortines son muy similares (planta cuadrada delimitada por gruesos muros en los cuales se abren posiciones de tiro), aunque el occidental es un poco más grande que el meridional (algo más de 3 m. y poco menos de 3 m., respectivamente). En ellos también hay grafitis, en este caso alusivos al General Franco.

Estructuras comunicadas

Las tres estructuras se encuentran comunicadas entre sí por medio de una trinchera perimetral, que integraba también al menos dos puestos de tirador excavados en la cantera, prolongándose por el límite perimetral de la cumbre; estas trincheras fueron parcialmente excavadas por el Ayuntamiento de Torrelacárcel (que también colocó un vallado de protección de madera), una vez finalizadas la intervención arqueológica asociada al proyecto Atrinchérate 2022-23 (centrado en las estructuras de hormigón).

Esta posición formaba parte del complejo defensivo creado por el bando sublevado a lo largo del valle del Jiloca, que se extendía hasta Calamocha.

Su función principal era el control de la carretera y la vía férrea que unía Teruel con Zaragoza, y que constituían un auténtico cordón umbilical del que dependía la capital del sur de Aragón. Esta línea defensiva franquista se oponía a la republicana, que pivotaba sobre Argente, Aguatón y Sierra Palomera.

Precisamente, es de Torrelacárcel de donde partía la carretera de Aguatón, que comunicaba el Jiloca con las posiciones bajo control gubernamental del Altiplano.

Por ello, constituía la principal vía de penetración para cualquier potencial ofensiva republicana que tratara de cortar las líneas logísticas rebeldes que sustentaban Teruel. La importancia de este eje de comunicación explica que en torno a Torrelacárcel se levantara, tanto esta fortificación, como los fortines situados cerca del casco urbano.

Pero, a diferencia de los fortines del Plano de Villel, esta posición sí que fue escenario de enfrentamientos, puntuales pero intensos, como lo demuestran los numerosos impactos de bala existentes tanto en el interior de la estructura principal, como en el exterior de los puestos de tirador.

Éstos nos indican que la posición fue atacada, y posiblemente eventualmente tomada, por el ejército republicano durante el conflicto.

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