Patricia Langkemper y Paco Navarro hacen posible el sueño de recuperar y repoblar el Altiplano
Visiedo y los pueblos vecinos ven cómo compradores extranjeros rehabilitan casas como segundas residenciasEn un tiempo en el que al problema de la despoblación se le suma el de la falta de viviendas disponibles en el medio rural, la labor de Patricia Langkemper resulta, cuando menos, destacable. Casi sin querer, desembarcó en Visiedo hace cinco año y se reformó una casa, pero su vocación profesional como agente inmobiliario en la Costa Blanca eclosionó en el Altiplano turolense para abrir un nuevo mercado de casas de pueblo en el que, desde entonces, no ha parado de vender.
Las casas de Langkemper están llevando a esta parte de la provincia a personas de la zona de Levante, de las ciudades más próximas y de otros países como Reino Unido o Suecia, entre otros. Y aunque en muchos casos se trata de personas que buscan una segunda residencia, a menudo ésta termina convirtiéndose en su domicilio habitual. Y es que muy poca gente puede resistirse al encanto de una casa antigua con los muros de piedra, las vigas a la vista y los techos jalonados de revoltones.
Patricia Langkemper nació en Holanda, aunque lleva “en España desde 1983”, explica en perfecto castellano con un marcado acento norte europeo. “Yo nací en Holanda, pero con 12 años mis padres se mudaron a Suiza. Allí viví en las montañas. Y siempre me han gustado mucho las montañas, la altitud y el clima frío. Y claro, en Alicante y Altea, donde estoy, hace mucha humedad y mucho calor”, recordó Langkemper. Tras enviudar, apostó por dar un giro a su vida. “Empecé a buscar algo cerca de aquí”, explicó, recordando su devoción por el frío y por el deporte del esquí.
El criterio para encontrar su pequeño paraíso de invierno fue que estuviera en un radio de no más de tres horas de coche de Altea. Recorrió destinos pueblos, sobre todo en la Sierra de Albarracín, con poco éxito. “Luego conocí a Paco (Navarro)”, dice refiriéndose a su pareja, con el que visitó “cientos de pueblos”. Sin embargo, recordó sonriendo que cuando entró en Visiedo tuvo la sensación de “estar en casa”. Y buscó una casa para comprar, y la compró. “Mirando en internet, vimos esta casa y dijimos, venga. Y dije: vamos a subir a verla. Llegamos un domingo, la vimos y nos gustó. Entrar en el pueblo fue como llegar a casa”, recordó la agente inmobiliaria.
Ya durante el proceso de renovación del inmueble, sus nuevos vecinos empezaron a ofrecerle otras propiedades. “Yo tengo una casa”. Y así empezó todo, y aunque el despacho de la costa sigue abierto y funcionando de lunes a viernes, cualquier rato libre del fin de semana o incluso entre semana es bueno para seguir buscando inmuebles, generalmente en mal estado pero con un gran potencial, para ofrecérselo a su extensa cartera de clientes de todo el continente. “Empecé por vender una casa, otra y luego otra casa más. Y ahora ya, en Visiedo, he vendido diez casas. Y tengo dos más de las que estamos arreglando papeles porque ya hay comprador. Y en los otros pueblos alrededor ya tengo 7 u 8 vendidas también”, recontó.
Las casas que vende Langkemper suelen estar en mal estado, aunque en alguna ocasión ella misma se ha encargado de reformar el edificio dotándole de los máximos valores de confort y glamour rústico.
Patricia Langkemper y su compañero, Paco Navarro, suelen enseñar su propia casa a sus clientes para trasladar el potencial que tienen estos edificios. “Lo primero que hacemos es traerles a casa para que vean lo que se puede hacer con las casas una vez que se han arreglado”, explicó Navarro, que recordó cómo cuando los clientes ven los inmuebles en su estado actual “al principio se asustan un poco y es cuando les decimos que vengan a ver lo que hemos hecho nosotros”.
Aunque hay casos en los que los nuevos propietarios se han decidido por una renovación profunda haciendo casi una casa nueva en el interior, Langkemper apuesta por mantener tantos elementos de su estructura original como sea posible. “Se puede renovar integralmente (la casa) haciéndola casi nueva, pero se puede renovar también manteniendo todos los materiales originales con un poco de idea y gastándose muchísimo menos dinero. A mí me gustan mucho las casas tradicionales, me gusta renovar con lo que hay porque es un poco mantener espíritu de la casa”, dijo.
Rehabilitar los pueblos
La labor de Patricia Langkemper está permitiendo conservar, en unos casos, y recuperar, en otros, las casas antiguas de los pueblos del Altiplano.
Uno de los principales problemas con los que se encuentra Langkemper es acceder a los propietarios de las casas cerradas en los pueblos. Un problema extensivo a todo el medio rural turolense pero que ella ha podido resolver ganándose la confianza de los vecinos de la zona, que ahora le ofrecen sus casas viejas para vender. “La gente se entera que aquí hay posibilidad de vender, de que yo tengo clientes potenciales y entonces, poco a poco, el boca a boca funciona” para que Langkemper pueda generar un stock de edificaciones de todos los tamaños y en todos los estados de conservación.
La disponibilidad de todos los servicios en Visiedo supone un argumento más para la llegada de nuevos pobladores. La tienda, el bar o incluso la fibra óptica hacen más atractivo el municipio a los ojos de los foráneos.
“Lo que le gusta a la gente también es tener un sitio donde poder tener sus perros, sus animales. Nosotros incluso tenemos burros aquí en casa. Tener su huerto para hacer sus verduras y todo. Es lo que un poco busca la gente ahora. Sobre toda la gente del norte de Europa están hartos de mal tiempo. Por aquí el tiempo, el clima, de verdad, es una maravilla”, celebró Patricia para reconocer a continuación que la pasión por el retiro rural se multiplicó tras la pandemia.
A menudo, los propietarios de casas de pueblo no les prestan los cuidados necesarios y los edificios terminan por hundirse. La recuperación del tejado encarece los trabajos de rehabilitación. La inmobiliaria ofrece a sus clientes el contacto con un equipo de oficios con los que trabaja habitualmente. Son de Teruel y se encargan de todas las fases del trabajo.
Además, en el argumentario en favor de vivir en el pueblo está la económica. “No es caro”, insiste la pareja. “Puedes comprar una casa por 5.000 euros y gastando 80.000 o 90.000 vamos a poner un precio de 100.000 euros. Tú en Teruel no te puedes comprar un piso por 100.000 euros”, razonan.
Repoblando el Altiplano
Langkemper se ha marcado un radio de acción de 50 kilómetros alrededor de su casa de Visiedo (que se ha establecido como razón social de su negocio pese a mantener la oficina en Altea) para la búsqueda y venta de casas.
La zona despierta el interés de cada vez más personas, “normalmente de fuera”, explica. En el rango de una hora y media de viaje entran ciudades como Valencia, Zaragoza o Castellón como habituales puntos de origen de los potenciales clientes, que se interesan por las viviendas disponibles en cada momento después de haber visitado la página web de la agente inmobiliaria patricia.properties donde se muestra con todo detalle las características de cada una de las edificaciones de que dispone en cada momento.
Sin embargo, cada vez son más quienes se interesan por Visiedo y su zona de influencia desde más allá de los Pirineos. “Estoy vendiendo casas a extranjeros”, sentenció Patricia Langkemper, que aprovecha que conoce “mucha gente en la costa. Empezamos un poco así, invitando a gente en casa, a ver, ¿os gusta esto? ¿Hay posibilidad? Y me han dicho que les encanta”.
También ha establecido numerosos contactos comerciales con extranjeros a través de los distintos portales inmobiliarios en los que publicita las propiedades que comercializa y a través de los que ha “vendido casas a alemanes e ingleses. Ahora tengo unos holandeses que están buscando”. “Estoy en Idealista, en Indomio, en ThinkSpain, Spain Houses y portales internacionales y de ahí tengo cada semana solicitudes de franceses, de holandeses, de alemanes y de ingleses que, claro, lo tienen un poco más difícil para venir aquí”, dijo.
Aunque el afán en la mayoría de los casos es encontrar una casa en la que relajarse durante los fines de semana hay otro perfil que busca un punto para realojarse lejos del bullicio de la gran urbe. Sin embargo, lo habitual es que ese transito de la vivienda vacacional a que sea definitiva es progresivo. “Hay gente que nos han comprado la casa para venir e instalarse aquí, que estaban hartos de la costa. Hay gente que dice, mira, compramos ya la casa ahora, que solo no podemos venir tanto, pero con vistas dentro de un par de años cuando estemos jubilados, pasar mucho más tiempo”, explicó Langkemper, que también tiene clientes jóvenes, familias que están empezando a trabajar en la zona.