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Paleontología: Desentrañando los misterios de los tejidos blandos fosilizados en las ranas de Libros Paleontología: Desentrañando los misterios de los tejidos blandos fosilizados en las ranas de Libros
La rana conserva tejidos blandos de los ojos, tronco, patas y contenido estomacal

Paleontología: Desentrañando los misterios de los tejidos blandos fosilizados en las ranas de Libros

La médula ósea conservada en estos anfibios de hace 10 millones de años es el próximo reto de los científicos
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Uno de los fósiles más característicos y emblemáticos de la provincia de Teruel, las ranas de Libros, que están presentes en multitud de museos paleontológicos de todo el mundo, está contribuyendo a desentrañar los misterios de cómo fosilizan los tejidos blandos. El próximo reto de los científicos se centra en la conservación de la médula ósea de estos animales que vivieron hace 10 millones de años y que son todo un símbolo de la paleontología turolense. Un libro de la serie ¡Fundamental!, editado por la Fundación Conjunto Paleontológico de Teruel-Dinópolis, aborda ahora de forma divulgativa estos fascinantes fósiles que no dejan de sorprender a quienes los estudian.

El libro lleva por título Una historia de muerte, melanina y azufre, y su contenido lo firman los autores del artículo científico que ganó en 2017 el Premio Internacional de Paleontología Paleonturología, los doctores Maria McNamara, Bart Van Dongen, Nicholas Lockyer, Ian Bull y Patrick Orr.

La publicación, con una edición muy cuidada a cargo de la Fundación Dinópolis, hace el volumen número 31 de la colección ¡Fundamental!, toda una enciclopedia de la paleontología acta para todas las edades, ya que incluye libros pensados para diferentes niveles, desde cuentos hasta trabajos de divulgación y algunos textos más científicos.

El de las ranas de Libros es de estos últimos, ya que aunque tiene un carácter científico se requiere un cierto nivel, si bien cumple la función de acercar la paleontología al público en general aunque precise un poco de esfuerzo a la hora de leerlo.

Estos anfibios fosilizados son todo un icono de la paleontología turolense y están presentes en museos de numerosos países, ya que se extrajeron durante el funcionamiento de la mina de azufre de Libros en la primera mitad del siglo pasado. Las ranas, a las que no daban valor los trabajadores de la mina en esa época, acabaron en manos de coleccionistas y de personas que las vendieron a museos de distintos países al tratarse de fósiles de excepcional conservación.

La virtud que tienen este tipo de fósiles es que sus partes blandas también fosilizaron, con lo cual es posible acceder al conocimiento en detalle de la vida de estos animales, que en este caso concreto vivieron hace 10 millones de años en un lago que había en donde estaba la mina de Libros.

De la importancia de estos fósiles ha dejado constancia también la Comarca Comunidad de Teruel, puesto que Libros forma parte de la ruta Dinoexperience, que pone en valor la riqueza paleontológica de este territorio.

Esta ruta, que ha ido creciendo en los últimos años, ha incorporado también lugares de interés paleontológico correspondientes a otras eras geológicas, como las icnitas de dinosaurio del Mesozoico. Ahora hay en marcha otro proyecto para hacer un parque de la sabana del Turoliense con reconstrucciones de animales de ese piso geológico que lleva el nombre de Teruel, y cuya fauna se compone de grandes vertebrados propios de la sabana africana.

Las ranas de Libros no habían tenido hasta la fecha un libro divulgativo centrado exclusivamente en ellas, si bien aparecen en otras publicaciones como la Cartilla Turolense Dinópolis y la paleontología turolense, del doctor Luis Alcalá, director gerente de la Fundación Dinópolis, publicada en 2012 por el Instituto de Estudios Turolenses y el Gobierno de Aragón.

El libro que ahora se ha editado dentro de la colección ¡Fundamental! va más allá porque actualiza lo que se sabía de estas ranas, de hecho lo que hace es cambiar el paradigma sobre cómo fosilizó la piel, que es una de las partes blandas de estos anfibios.

Es en lo que se centra la publicación, en explicar de qué manera los sulfuros influyeron de forma determinante en el proceso de fosilización y de conservación de esas partes blandas, ya que en algunos fósiles son perfectamente visibles ojos, piel y tejidos blandos en general, e incluso contenido estomacal.

Como apuntan los autores del trabajo, el objetivo del libro es “presentar estos notables fósiles, animar a aprender más acerca de otras maravillas naturales y, sobre todo, plantear preguntas sobre el mundo que nos rodea”.

Y es que los fósiles de las ranas de Libros son fascinantes por diferentes motivos. Entre ellos es que conservan detalles de tejidos que solo tienen micrómetros o nanómetros de tamaño, es decir, que son diminutos pero que se han preservado a pesar de haber pasado 10 millones de años.

Lo novedoso del trabajo científico que dio lugar a esta publicación divulgativa es que con anterioridad se había argumentado que la piel de estas ranas había fosilizado gracias a las bacterias que las cubrieron, pero en cambio nuevas técnicas de análisis hicieron que los mismos investigadores rectificaran y cambiasen el paradigma, ya que fue la propia piel la que fosilizó gracias a los sulfuros.

A lo largo del ensayo divulgativo los autores explican los novedosos procesos de análisis de los fósiles que emplearon para llegar a esta nueva conclusión, y que es lo que permitió determinar que los melanosomas de las ranas fosilizaron debido a los sulfuros, algo que es compatible con lo que se sabe de cómo era el lago donde acabaron depositadas estas ranas: anóxico (sin oxígeno), rico en sulfuro y pobre en hierro, un elemento que puede precisamente impedir el proceso de sulfuración.

Además, los autores avanzan los nuevos retos que se abren para los científicos con estos fósiles, ya que apuntan a que “la investigación futura de las ranas de Libros se centra en la médula ósea conservada”, para lo que esperan tener en breve algunos descubrimientos que aseguran que serán “fascinantes”. De hecho la publicación incluye alguna imagen inédita con el corte transversal de una porción de la médula ósea de una rana de Libros fósil, en la que es posible observar la zona central con la médula amarilla grasa, y la médula roja productora de células sanguíneas.

Los trabajos del equipo no cesan y avanzan ya nuevos conocimientos, que deberán concretarse en futuras investigaciones, sobre cómo identificar los distintos melanosomas fosilizados de la piel, algo que es determinante para un nuevo y fascinante campo en la investigación paleontológica, saber de qué color eran los animales extintos del pasado geológico. 

De equipos increíbles, peligros del campo y alquimistas

La publicación sobre las ranas de Libros incluye apartados con diversas anécdotas sobre lo que puede entrañar para un paleontólogo el trabajo de campo y la investigación científica, con la utilización de equipos increíbles para analizar las muestras, los peligros que puede haber ocultos en la naturaleza, o la aparición incluso de alquimistas en pleno siglo XXI.

De todas esas cosas habla también Maria McNamara en esta publicación, donde cuenta cómo los alquimistas modernos merodean por Libros en busca de azufre. Ella lo vivió en primera persona cuando vio acercarse un vehículo hasta donde estaba prospectando, salió un individuo que se identificó como un alquimista y con un pico se puso a recoger nódulos de azufre amarillo del tamaño de un puño. Otra anécdota que cuenta es cómo las agujas microscópicas de las esponjas fósiles se les clavaron  en la piel a los paleontólogos.