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Montañas Vacías supone hasta el 50 por ciento de la caja para los negocios de la ruta durante medio año Montañas Vacías supone hasta el 50 por ciento de la caja para los negocios de la ruta durante medio año
La ruta de Montañas Vacías acumula un total de 13.000 metros de ascensión

Montañas Vacías supone hasta el 50 por ciento de la caja para los negocios de la ruta durante medio año

Los cientos de ciclistas que recorren casi 700 kilómetros por la España Vaciada cada año revitalizan el territorio
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José Luis Rubio

Pocas veces algo tan simple como dar pedales se había convertido en una actividad tan provechosa. La eclosión de la ruta ciclista Montañas Vacías ha convertido lo que era un erial demográfico en un recurso turístico sin precedentes en el que el paso de los cicloviajeros se ha convertido entre el 10 y el 50 por ciento de la facturación de muchos de los negocios durante seis meses al año en los pueblos que atraviesa este recorrido de 680 kilómetros.

“Hala, vamos”, es el mensaje con la que cada mañana los aventureros que se deciden a completar la ruta de Montañas Vacías, toda o solo una parte, echan a pedalear. De abril a junio y de septiembre a noviembre, un goteo incesante de bikepackers desfilan por el centro de la capital mudéjar rumbo a la aventura. A pesar de que no existe un censo posible de estos viajeros que recorren cientos de kilómetros con sus bicis cargadas hasta los dientes con todo lo necesario para ser (casi) independientes durante una o dos semanas, es fácil pensar en cientos de estos cicloturistas, incluso miles, recorriendo entre los meses de abril y septiembre la ruta planteada por Ernesto Pastor y que se ha convertido en un referente global del bikepacking.

 

Varios ciclistas se preparan para pasar la noche en el refugio del Collado del Buey, en Javalambre


En los pueblos por los que atraviesa el track de Montañas Vacías (MV), la llegada de los ciclistas es siempre una alegría y cuando el sonido de la rueda trasera rondando libre por las calles desiertas de los municipios devuelve un hálito de esperanza a lugares en los que no es fácil cruzarse con alguien. Por eso, esta ruta que atraviesa las comarcas de Comunidad de Teruel, Sierra de Albarracín y Gúdar - Javalambre se ha bautizado como Montañas Vacías.

“Existe un lugar en España con una extensión que dobla a la de toda Bélgica, con una densidad de población similar a la de Laponia o las Highlands escocesas, de solo 6,99 habitantes por kilómetro cuadrado. Es la Laponia española”, así presenta su ruta Ernesto Pastor en la web montanasvacias.com.

El desarrollo de MV ha permitido que, con la llegada de los ciclistas, en muchos de estos lugares se vuelvan a escucharse voces y risas, que el bar sirva menús o bocadillos o que los comercios no se pasen las mañanas esperando que alguien cruce el umbral de su puerta.

Los servicios locales

El objetivo de muchos de los cicloviajeros es disfrutar de la sensación de libertad e independencia. Sin embargo, el cicloturista es un tipo de viajero muy dependiente ya que no puede acarrear provisiones para muchos días y este tipo de ciclista necesita avituallarse en los comercios locales y, a menudo, disfrutar de comida caliente y una cama.

Lo explica el creador de la ruta y viajero empedernido, Ernesto Pastor, para el que quien se anima a recorrer la ruta tiene un perfil “respetuoso y de aportar, de sentirse parte de este territorio”. Pastor opina que quienes recorren la huella de su recorrido lo hacen con “ganas de dejar un impacto positivo” y se apoya en que “más de la mitad de la gente viene sin material de pernocta, que es un dato muy importante porque quiere decir que más de la mitad de la gente está utilizando los servicios de alojamiento del recorrido”. Y no solo eso, sino que “muchos de los que sí que vienen con material de pernocta, al final acaban no utilizándolo porque prefieren aportar al territorio o alternan esa forma de pernocta con la de dejar un impacto en los pueblos”. Pastor asegura que se trata de un “modelo de viajero diferente a otros”, alejado del impacto de pruebas las ciclistas que salpican el calendario y el territorio y que tienen una repercusión más limitada porque “vienen, compiten y se van, y a lo mejor no han dejado nada en el pueblo”, explica.

Sin embargo, destaca el poso que el paso de los bikepackers deja en el territorio porque a menudo para durante el recorrido a hablar con la gente y preguntar y que “tiene la mala costumbre de comer veces al día, desayuno, almuerzo, comida, merienda y cena y, es algo que tiene que ir comprando durante el recorrido” en un viaje que se prolonga entre 7 y 15 días de media y en el que las necesidades alimenticias son importantes para personas que están haciendo un gasto de unas 4.000 calorías diarias.

Pastor se refirió a un estudio elaborado en Francia que analizaba el impacto del viajero ciclista en función de la duración de su viaje y que señaló que “el impacto en el territorio es mucho mayor cuanto mayor es la duración del viaje. El gasto por viajero se disparaba cuando la duración del viaje aumentaba de 4 o 5 días llegando a establecer que el gasto por día era superior a los 100 euros de media”, refirió el padre de MV.

 

Los ciclistas que realizan la ruta MV son asiduos a comercios y hostelería locales

Parada y fonda

La llegada de este goteo de ciclistas al territorio ha supuesto un soplo de aire fresco para muchos establecimientos que han visto cómo, en estos seis años, los cicloviajeros han pasado a suponer entre el 10 y el 50 por ciento de la facturación en los meses de abril a junio y de septiembre a noviembre, porque “en verano hace mucho calor”, señalan los diferentes empresarios consultados.

El Hostal Aragón es un establecimiento de los de toda la vida, situado en el Centro Histórico de Teruel, a menos de cien metros de la fuente del Torico desde la que arranca la ruta. “Cada día tengo al menos cuatro o cinco bicicletas”, confirmó su responsable, Carlos Bayo. Entre los argumentos por los que los ciclistas eligen este establecimiento para pasar la noche previa al inicio de la ruta y, quizás, la primera después de haberla completado también, están el precio, la ubicación en pleno Centro Histórico y la posibilidad de guardar las bicis a buen recaudo e incluso de cargar las baterías de las eléctricas. “Cuando vienen grupos de amigos y vienen cuadrillas, pues se nota porque son tres o cuatro habitaciones”, aseguró Bayo, que confirmó que el paso de ciclistas supone cerca del 20 por ciento de la facturación del hostal.

Una de las primeras paradas de los ciclistas es Bronchales. En el Hostal La Suiza, Javier Cavero se esmera en dar un trato exquisito a los viajeros que llegan a su casa. En La Suiza nunca falta una cama, un bocadillo o una cerveza fría para el cicloviajero que dispone, incluso, de un descuento por estar haciendo MV. “El impacto ha sido muy positivo para mi negocio y deduzco que para todos los negocios del pueblo también”, explicó el hostelero, para quien el flujo de ciclistas supone cerca del 10 por ciento de la facturación en primavera y otoño en un establecimiento que recibe más de 12.000 huéspedes cada año.

Más complicado es el caso del Mirador de la Tejadas, en Alobras. El establecimiento regentado por Juan Pedro Moreno se encuentra justo después del atajo que permite a los viajeros acortar el recorrido excusándose el paso por los altos de Javalambre y Peñarroya. A pesar de todo, Moreno reconoce que, fuera de las fechas clave como el mes de agosto, algunos fines de semana de julio y las vacaciones de Navidad y Semana Santa, los viajeros de MV le “llenan una parte de la casa importante”. “En cuanto pasa el puente de mayo, por aquí pueden pasar entre 10 y 15 personas haciendo la ruta”, y que son apenas el 20 por ciento de los que empezaron en la plaza del Torico. El 80 por ciento restante acorta el recorrido por el atajo de Jabaloyas. De ese 20 por ciento superviviente “la mitad llega hasta la fuente, bebe y algunos paran un poco para comer esas cosas raras que comen los ciclistas. La otra mitad viene a mi casa, y casi todos se quedan a dormir”, explicó Moreno. En 2024 pasaron por el Mirador de la Tejadas 120 ciclistas, de los que 90 pasaron la noche. “Año tras año vemos más gente. Hay un flujo continuo de ciclistas. Cada día pasa gente por Alobras”, sentenció el hostelero, que se siente favorecido por las reseñas que dejan los viajeros en los distintos portales de hostelería sobre su negocio.

En la panadería de Linares de Mora el paso de ciclistas ha llegado a suponer casi la mitad de la caja muchos días de los meses de primavera y otoño. Y es que en lugares en los que la venta habitual se reduce a unas cuantas barras de pan, el desembarco de ciclistas hambrientos que piden café con leche y dulces para mojar puede suponer un verdadero espaldarazo. “Vienen siete u ocho y se gastan más de 30 euros en el desayuno. Sin embargo, un día como hoy a lo mejor no hacemos 50 euros de caja”, explicó la encarga del negocio, Rosa Corella, que concluyó que con la “llegada de viajeros el impacto económico es muy positivo”.

Perfiles

Un buen número de quienes se embarcan en esta epopeya lo hace en solitario aunque no por ello deja de dormir de vez en cuando en una cama en los distintos alojamientos del recorrido. Luego, hay otros que van en grupos pequeños, “más de chachareo” porque llevan el viaje “de otra manera”, analizó Juan Pedro Moreno.

Aunque desde el primer momento, y tras su nombramiento durante como mejor ruta de viaje en bicicleta por la revista de referencia a nivel mundial bikepacking.com, la ruta ha concitado el interés de un buen número de ciclistas de fuera de España y la presencia de ciclistas extranjeros es cada vez mayor. Últimamente, el número de estadounidenses se ha multiplicado, mientras que los holandeses y belgas se mantienen, año tras año, a la cabeza del ranking internacional. En cuanto al público nacional, los catalanes gana por goleada al resto de autonomías en aporte de cicloviajeros a MV.

“Los ciclistas ahora son más mayores y tienen más dinero. Pero tampoco se lo pueden llevar todo en la bici porque no tienen capacidad de carga, claro”, explicó la encargada de la panadería de Linares.

Sin embargo, y a pesar de que cada vez son más los ciclistas de plata que se aventuran a desafiar a Montañas Vacías, también están floreciendo casos de padres que hacen la ruta con hijos adolescentes.

Además, “hay un número muy alto de mujeres que vienen a recorrer esto, tanto en solitario como en grupo”, destacó Corella.

“La verdad es que no hay ni un solo perfil que sea mayoritario. Sí que la ruta está diseñada más bien como para ser una experiencia en solitario, pero al final es completamente diferente cuando se viene en grupo. Y hay gente que ha venido en grupo que luego ha vuelto a venir, ha repetido visita para hacerla en solitario”, resumió la panadera.

Y no es para menos. Algunas de las participantes en la quedada femenina que se organizó a través de la plataforma Komoot en 2022 llegaron incluso a tatuarse el logotipo de la ruta para recordar siempre las emociones tan intensas vividas durante esa odisea. Porque Montañas Vacías es para siempre.

Al calor de Montañas Vacías

La tienda de bicis y material de bikepacking Surya se ha convertido en una de las mecas por la que pasa buena parte de los bikepackers que se adentran en la España Vaciada a través de la ruta Montañas Vacías. El negocio abrió sus puertas hace tres años con Israel Valero, Irra, y Cristina Redondo con él al frente del taller mecánico y ella completando la actividad con clases de yoga. Y ambos especializados en material para viajes en bicicleta.

Después de haber estado viajando a Teruel en furgoneta para recorrer la provincia sobre sus bicis, el cierre del negocio familiar en Zaragoza les obligó a la catarsis. Y la reinvención se materializó en lo que hoy es Surya Bikepacking & Yoga.

“Esto es un paraíso y nosotros teníamos claro que queríamos un cambio de vida y dedicarnos a nuestra pasión. TBarajamos las opciones de Soria y Teruel y seguramente MV fue lo que nos dio el último empujón”, explicó Irra. “Era una apuesta arriesgada, era jugárnosla”, reconocieron los dos. Sin embargo, a fuerza de trabajar bien y de hacerlo siempre con una sonrisa, Surya se ha ganado un hueco entre los ciclistas locales. “Aparte de los viajeros y la venta on-line, vivimos del (ciclista) local”, dijo Irra.

“La apuesta era clara para los dos”, añadió Redondo, que explicó que “nuestras aventuras son siempre juntos y es así como las comprendemos”, continuó.

En los tres añosque han pasado desde que Surya levantó la persiana por primera vez sí se ha notado más presencia de ciclistas nacionales. “Aunque al principio el extranjero tenía un peso importante, vemos que el público nacional se va también como sumando en número. Creemos que empieza a generarse cierta cultura bikpacking que a lo mejor en España no existía tanto”, dijo Irra.

Surya está volcada con llos viajes en bici y cada día recibe a viajeros tanto de MV como del Camino del Cid y otras rutas.

 

Irra y Cris, dueños de la tienda Surya, que abrió al calor de Montañas Vacías