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Los primeros visitantes de la temporada pasan por el Centro de Interpretación de la Laguna de Gallocanta Los primeros visitantes de la temporada pasan por el Centro de Interpretación de la Laguna de Gallocanta
El censo del pasado jueves contó 595 grullas en la laguna. J. L. R.

Los primeros visitantes de la temporada pasan por el Centro de Interpretación de la Laguna de Gallocanta

Arranca la campaña de visitas guiadas por educadores ambientales para ver las grullas que ya están en el humedal
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José Luis Rubio

Los primeros visitantes de la temporada ya han pasado por el Centro de Interpretación de la Reserva Natural de la Laguna de Gallocanta, donde han podido disfrutar de la observación de las cerca de 600 grullas que ya han llegado a este humedal durante su migración invernal. Las visitas, que por el momento se realizan únicamente los sábados y domingos, arrancan desde el mismo centro de interpretación.

Las visitas se celebran en doble turno. El matinal comienza a las 11:00  horas y el vespertino a las 15:30. En ambos casos, la estructura de la visita es similar y comienza con la reunión de los curiosos en la planta baja del propio centro de interpretación, donde son atendidos por tres educadores ambientales del Gobierno de Aragón.

Para la visita del domingo por la mañana no quedaban plazas libres. Los aficionados a la ornitología, a la naturaleza y simplemente curiosos habían reservado a través de la página web de la Red Natural de Aragón las 25 plazas que se habilitan para cada visita. “Las rutas con las grullas siempre tienen muy buena aceptación entre el público que viene a la Reserva Natural. Y la verdad es que se ha comenzado con buen pie, con una alta participación”, confirmó la educadora ambiental Carmina Franco, que bromeó diciendo que “casi tenemos más visitantes que grullas”.

La mayor parte de los integrantes del heterogéneo grupo que se citó en la antigua casa de peones camineros en la que se ha habilitado el centro de interpretación era de Madrid y apenas unos pocos de Zaragoza. El educador ambiental Alejando Ángel, que se encargó de recibir a los integrantes del grupo, señaló que “el 75 por cien de la gente que viene suele ser de Zaragoza capital, y la procedencia del resto se reparte entre Madrid, Barcelona y Valencia”. Además, Ángel abundó que el tramo de edad más habitual entre los participantes es “entre cerca del 60 por ciento es gente de una edad media alta”.

Alguno de los integrantes de la expedición llegaron con el tiempo ajustado hasta el punto de encuentro. Mientras, el resto aprovechó para ver la exposición en la que se explican todos los detalles del humedal, de su fauna (que va mucho más allá de las grullas por las que es conocida), y su flora, entre la que se cuentan abundantes especies protegidas.

Una vez que estuvieron todos reunidos, pasaron a una sala para ver una proyección en la que se introduce al día a día de la laguna a través de los ojos de un miembro de la Asociación Amigos de Gallocanta. Allí, la educadora ambiental, Carmina Franco, insistió en la protección de la que disfruta la zona y que impide que se pueda acceder con vehículo a partir de determinada distancia y que prohibe salir de los caminos.

Parada didáctica en la torre de observación de La Reguera. J. L. R.

Entre las personas que componían el lote de visitantes destacó por lo numeroso un  grupo de diez madrileños.   

Uno de los impulsores de esta visita colectiva, Pablo Muñoz, natural de Molina de Aragón, explicó que ya conocía Gallocanta porque es “de la zona” pero que había querido traer a sus amigos “para enseñarles las grullas”. Su esposa, Carmen Blanco, explicó que aunque todos los miembros del grupo viven en Madrid, ninguno es de allí, y que “en otoño” siempre invitan a su grupo, “que nos conocemos desde el colegio. Y a esto de las grullas hace mucho tiempo que yo no venía y cuando me enteré de que este era el primer fin de semana (de visitas), los invité porque, además, alguno es muy aficionado”. La anfitriona aseguró que a sus amigos la excursión les había “gustado un montón” y destacó la atención de las educadoras del centro de interpretación. “Nos ha gustado mucho y repetiremos”, exclamó. Entre sus compañeras, Maria Luisa Fernández dio en el centro de interpretación recordó que “no había oido hablar de Gallocanta aunque ya había conocido un humedal, y es bonito verlo”.

Comienza la excursión

Tras el visionado de la proyección, los integrantes del grupo se montaron en sus vehículos para, detrás del coche de las guías, desplazarse hasta la torre de observación La Reguera, en el municipio zaragozano de Las Cuerlas, también a orillas de la laguna. Allí, las educadoras ambientales Carmina y María fueron dando las primeras nociones  sobre las grullas y sus comportamientos, que las hacen tan interesantes, además de explicar el uso de prismáticos para mejorar la experiencia de la observación.

Justo entonces varias bandadas de grullas volaron frente a la torre para descansar en uno de los lagunachos de Gallocanta. “Vienen a tomar el vermú”, bromeó Carmina Franco en referencia a una práctica habitual de estas aves pero poco conocida, que es regresar al agua a medio día para descansar y relacionarse.

La zaragozana Julia Moosbrugger estaba encantada con su regalo de cumpleaños. Miguel Santa María le había obsequiado con esta excursión con motivo de su cumpleaños porque “de pequeño” había venido a la laguna “alguna vez con el colegio y me gusta rememorar estas cositas”, dijo él. A Julia la experiencia le había “encantado” y, todavía con cara de asombro, explicó que “nunca había visto ésto” y reconoció que le parecía “alucinante” tanto la “cercanía” con los animales como “los colores de la tierra”.

Una de las educadoras ambientales se dirige a una parte de los visitantes. J. L. R.

Por su parte, Silvia Martín y Javier Agenjo, también de Madrid, habían llegado al centro de interpretación de Gallocanta en su furgoneta camper. La parada para ver las grullas formaba parte de un viaje de varios días que, aprovechando el puente, están realizando por la zona. “Nos gustan las aves y seguimos a la SEO (Sociedad Española de Ornitología) y a través suyo conocíamos esto”. Al respecto dijo que estaban “esperando que arrancara el otoño y el invierno para venir a ver las grullas”, dijo Silvia Martín, que coincidió con sus compañeros improvisados de mañana en que le había “gustado muchísimo. Para repetir”.

El integrante más joven del grupo fue César Rojo. Un chico que, acompañado de sus padres, disfrutó de la observación de las grullas. “Me ha gustado mucho y  he aprendido mucho sobre las grullas” dijo el chaval, que confesó su sorpresa cuando sus padres le plantearon la actividad.

Después de la experiencia, Rojo reconoció que “no esperaba que fueran a ser tan grandes” y expresó su sorpresa tanto por sus dimensiones y su longevidad pero, sobre todo, porque “pensaba que eran más responsables con sus hijos”. A césar le había sorprendido que las grullas abandonasen a las crías para emprender el viaje de vuelta al Norte de Europa.

La próxima visita tendrá lugar el sábado 4 de noviembre.

A pesar de entrar en una fase seca de la laguna, se espera una campaña normal

“Casi tenemos más visitantes que grullas”, bromeó la educadora ambiental del Centro de Interpretación de la Reserva Natural de la Laguna de Gallocanta, Carmina Franco, celebrando la buena acogida del inicio de la temporada de visitas pero lamentando al mismo tiempo que no se hayan ado las condiciones para que hayan llegado más aves a estas alturas de año.

El censo  elaborado el pasado jueves por Sarga estimó que en el humedal había 595 grullas, el doble que la semana anterior, pero lejos de las cifras de otros años.

Sobre los pronósticos de esta campaña que ahora empieza, Franco se mostró optimista porque, “a pesar de que en la laguna hemos perdido mucho nivel (de agua) y no está en las mejores condiciones como sí que los estuvo en años anteriores, sí que es cierto que esperamos que el paso migratorio de la grulla sea absolutamente normal, al igual que la invernada”.

Esa normalidad se refiere al número de animales que se espera, aunque en cuanto a las fechas, las condiciones meteorológicas han hecho que las grullas no tengan prisa por perder latitud. Por eso, Franco se refería a la “normalidad pero dentro del dislate que tenemos con las temperaturas  con las fechas de llegada y, quizás, de partida”.

Los aficionados grulleros se mantienen informados de la actividad de estos animales gracias otros grupos diseminados por las rutas migratorias. Según las informaciones de que disponen actualmente “muy posiblemente hasta mediados o finales del mes de noviembre no lleguen los grandes bandos, a no ser que entre alguna borrasca  que yo desconozca”.

Explicación junto al observatorio de La Ermita, en Gallocanta. J. L. R.