Las Perseidas se dejaron ver desde el centro divulgativo de Galáctica
Acudieron ochenta y cinco personas a pesar de la luz de la Luna, casi llenaOchenta y cinco personas acudieron el sábado por la noche al la convocatoria del Centro de Difusión y Práctica de la Astronomía Galáctica, en Arcos de las Salinas, para ver el espectáculo de las Perseidas.
Es cierto que este año no se han dado las mejores circunstancias para observar este fenómeno astronómico conocido también como Lágrimas de San Lorenzo, por coincidir con una gran Luna, cercana a su fase de Llena, aunque eso fue lo de menos ya que la actividad se planteó para familias con niños y “en estos casos casi es de agradecer la luz de la Luna, porque permite moverse por el exterior con comodidad”, explicó Maribel Aguilar, guía Star Light que dirigió la actividad.
Luis Costa y Axel Yanes, del Centro de Estudio de la Física del Cosmos de Aragón, se encargaron de preparar un taller para los niños en los que realizaron diferentes experimentos relacionados con la astronomía, en especial con el fenómeno de los impactos de meteoritos y de las estrellas fugaces, mientras Aguilar ofreció al resto un recorrido guiado por las instalaciones del centro de divulgación astronómica turolense.
Tras una parada para cenar, de 22 a 23.30 horas se subió al anfiteatro exterior de Galáctica para realizar una observación del cielo nocturno turolense, donde, gracias a un puntero láser y a la experiencia que acumula, Maribel Aguilar facilitó un bonito paseo por los principales asterismos, constelaciones y fenómenos astronómicos observables. “Estrellas fugaces vimos pocas y muy tenues, la verdad, porque la gran Luna iluminaba mucho”, explicó Aguilar. “El momento idónea para observar las Perseidas es a partir de las 4.30 horas, cuando la Luna se oculta, pero esta actividad estaba planteada para familias con niños y no tenía sentido hacerla tan tarde”.
El objetivo de esta y de otras actividades que organizan el Cefca y Galáctica es acercar al público a las estrellas a través de la divulgación, pero no tanto para explicar fenómenos concretos, sino para fomentar una afición, la astronomía, que en Teruel tiene el terreno abonado gracias a los cielos poco contaminados lumínicamente que posee, y la propia actividad del Cefca. “El sábado hablamos de las Perseidas, pero sobre todo de la calidad del cielo, del problema de la contaminación lumínica, y de como las condiciones que reunimos aquí permiten que el Cefca haga ciencia puntera desde Teruel”, asegura Maribel Castro.
“También hablamos sobre cómo es el cielo que observamos, usamos planisferios, por qué y cómo cambia el cielo, la orientación, la relación Tierra-Luna... No se trata de hacer una sesión que la gente paga y luego se va a su casa, sino de generar interés por algo que pueden compartir con su familia todas las noches”. La guía Star Light, que además es madre, está convencida de que mucha gente se vuelve loca para hacer cosas divertidas y educativas con sus hijos, sin darse cuenta de que un simple paseo nocturno mirando al cielo puede ser una excepcional experiencia.
“En general no sabemos demasiado de astronomía, y aunque los niños lo estudian en el colegio, es algo que hay que experimentar”, afirma. “Una cosa es saber que existe Saturno y otra mirar al cielo y verlo”.
Sin embargo Galáctica y el propio Cefca sí que están calando no solo entre los turolenses sino también entre quienes visitan la provincia. Buena prueba de ello es que las 85 plazas que había convocadas para la jornada del sábado se completaron pocas horas después de hacerse pública la convocatoria, “y quedó una enorme lista de espera, como de cien personas, aunque finalmente vinieron las 85 personas que se habían inscrito, sin fallar ninguna”. Entre ellos había familias con niños desde lactantes –que se durmieron literalmente entre las estrellas– hasta jóvenes de 18 años, pasando por grupos de 15 o 20 personas y parejas sin hijos, fundamentalmente de Teruel, pero también de Valencia, de Rubielos, veraneantes en pueblos de Teruel o turistas llegados de puntos como Sevilla.
“La mayoría de la gente acude porque no sabe exactamente cómo funciona el Cefca, y no tiene por qué saberlo”, explica Aguilar. “Pero cuando le dices que gracias al cielo que tenemos y a nuestra altitud desde aquí se está contribuyendo al conocimiento científico de primer orden, la gente se siente orgullosa”.
Para quien quiera volver a intentarlo o aprovechar la noche turolense para ver como las Perseidas nos visitan, como cada mediado de agosto, puede intentarlo porque precisamente esta noche, la del 12 al 13, es una de las mejores para hacerlo. Eso sí, procure mirar al cielo a partir de las 5 de la mañana, una vez la Luna se haya ocultado y todavía tengamos un buen rato hasta el amanecer.
Aunque lo ideal es mirar hacia la constelación de Perseo, las Perseidas pueden distinguirse por cualquier parte del cielo. Si fijamos la mirada a un punto de la bóveda celeste lo más oscuro posible y tenemos paciencia, pueden llegar a distinguirse casi una por minuto.
El cometa Swift-Tuttle
Este fenómeno se produce porque la Tierra está atravesando una zona donde hay polvo y restos del cometa 109P/Swift-Tuttle –pasó por allí en 1992 y volverá a hacerlo en 2126–, así que, aunque la impresión es que ese polvo cae sobre nosotros en forma de estrella fugaz, literalmente somos nosotros –la Tierra– los que caemos sobre él.
Ese cometa fue descubierto por Lewis Swift y Horace Tuttle de forma separada en 1862, por lo que lleva el nombre de ambos observadores. Tiene su gracia, ya que swift se traduce como rápida en inglés, y tuttle es muy similar a turtle, tortuga en ese idioma. El juego de palabras resulta pertinente, ya que esa tortuga rápida se mueve a una media de 60 kilómetros por segundo.
Como curiosidad, el Swift-Tuttle está considerado como uno de los objetos más peligrosos para la Tierra, en el sentido de que es el objeto más grande conocido cuya trayectoria coincide en algún momento con la de la Tierra. Su tamaño es de 26 kilómetros de diámetro, más del doble que el del asteroide que acabó con los dinosaurios.
Aunque la coincidencia de órbitas abre la posibilidad de que un día el Swift-Tuttle y la Tierra impacten, la revista New Scientist no cree que eso ocurra durante los dos próximos milenios. Un artículo publicado en dicha revista en junio de 2005 predice el encuentro más cercano de los calculables entre ambos cuerpos el 15 de septiembre de 4479, con una posibilidad de impacto de 1 entre 10.000.