Las acusaciones solicitan entre 4 y 5 años de prisión por una agresión sexual en las fiestas de Albarracín de 2022
El acusado niega que estuviese a esa hora en la localidad, pero no aporta una coartada con testigosLas acusaciones pidieron ayer entre 4 y 5 años de prisión para un hombre acusado de un presunto delito de agresión sexual a una mujer ocurrida durante las fiestas de Albarracín del año pasado. El juicio quedó visto para sentencia en la Audiencia Provincial de Teruel, donde el acusado negó que estuviese a esa hora en la localidad y aseguró que estaba en Gea, pero tampoco aportó una coartada con testigos. La Fiscalía valoró la “credibilidad” de la denunciante, que durante la vista se mostró muy afectada por lo sucedido y dijo que lo único que quería era que terminase todo para poder olvidarse ya.
El hombre, de en torno a 42 años, es de Albarracín, como la víctima, si bien vive en Gea de Albarracín con su esposa e hija. En el juicio negó los hechos por los que se le acusa, y en la última palabra que otorga el tribunal insistió en que aquella tarde cuando supuestamente cometió la agresión sexual, no estaba en Albarracín sino en Gea.
La víctima, en cambio, reiteró que fue él la persona que la abordó por la espalda, la amenazó con una navaja que le puso en el cuello y le tocó los pechos y genitales por encima de la ropa. La acometió por detrás, y al conseguir zafarse y girarse, la mujer reconoció al acusado, a quien conocía de vista por ser del mismo pueblo.
Dijo que aquel momento se le hizo “eterno”, pero que no creía que hubiese llegado al minuto antes de conseguir zafarse. Afirmó que identificó perfectamente al agresor como la persona que fue juzgada ayer, y lo denunció en el cuartel de la Guardia Civil, refiriéndose a él por el apodo con el que es conocido.
Primero llamó por teléfono a su hermano, que le dijo que acudiese al cuartel a denunciar lo ocurrido, y después se le aplicó el protocolo para estos casos, siendo asistida primero en el centro de salud, después en el Hospital Obispo Polanco, y por el médico forense del IMLA.
Sin dudas
La mujer manifestó en la vista que no tuvo ninguna duda al reconocerlo e identificarlo como la persona que la había agredido sexualmente. En el juicio pidió declarar con al acusado oculto tras una cortina, y no quiso mantener contacto visual con él cuando el fiscal le preguntó si podía reconocerlo en la sala, debido a lo nerviosa que estaba.
Declaró entre sollozos, muy afectada todavía por los recuerdos. Los informes médicos de cuando ocurrieron los hechos indican que sufrió un ataque de ansiedad y le recetaron tranquilizantes. En el juicio, la víctima renunció a cualquier indemnización, que sí la pide el fiscal al solicitar mil euros en concepto de responsabilidad civil, y dijo: “lo único que quiero es que esto termine y olvidarme ya de todo”.
La agresión ocurrió hacia las 19 horas del 15 de septiembre del año pasado, recién iniciadas las fiestas de Albarracín. Fue en la calle de la Catedral, cuando regresaba de un evento festivo que se celebraba a pocos metros. La abordó por detrás poniéndole la navaja en el cuello, la empujó y la situó en un portal de la calle mientras le tocaba los pechos y los genitales por encima de la ropa.
Al ser fiestas había numerosas personas, pero la Guardia Civil buscó testigos que hubieran podido ver lo sucedido y no los encontró. El agente que declaró en la vista dijo que tampoco encontraron a nadie que lo hubiese visto esa tarde en Albarracín, aunque sí por la mañana.
Encierro
Los familiares del acusado declararon que por la mañana sí estuvo en el encierro, como él mismo reconoció, pero que por la tarde no quiso ir y se quedó en Gea de Albarracín donde vivía. Esto lo corroboró también su mujer, que dijo que hacia las seis y media o siete menos cuarto salió su marido de casa. El acusado afirmó que permaneció en Gea, mientras que entre las 15:34 y las 20:51 de ese día, el móvil solo se activó en la celda de telefonía ubicada en dicha localidad.
El fiscal pidió 5 años de prisión y 10 de alejamiento, además de mil euros de indemnización. Argumentó en sus conclusiones que no hay vestigios físicos “pero sí psicológicos”, además de no existir un ánimo espúreo por parte de la mujer. Basó su acusación en que no había motivos para dudar de la palabra de la víctima, y que por parte del agresor no había acreditado una coartada de alguien que lo viese en Gea. La acusación particular pidió 4 años de prisión y 5 de alejamiento y consideró prueba suficiente la declaración de la víctima.
El abogado de la defensa, Joaquín Estebanell, pidió la absolución por entender que no se había conculcado la presunción de inocencia, ni existían pruebas de cargo contra su representado. “No se han acreditado los hechos de ninguna manera”, argumentó el letrado, quien insistió en que son las acusaciones las que deben aportar pruebas y no lo hicieron.