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La práctica de la escamonda rebaja el estrés del chopo cabecero por la sequía La práctica de la escamonda rebaja el estrés del chopo cabecero por la sequía
La práctica de la escamonda en turno, cada 20 años, mejora la salud de la planta. Parque Cultural del Chopo Cabecero

La práctica de la escamonda rebaja el estrés del chopo cabecero por la sequía

Los árboles no escamondados sufren una pérdida paulatina de vitalidad
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José Luis Rubio

La práctica de la escamonda alivia el estrés que sufren los árboles durante los periodos de sequía. Es la conclusión a la que ha llegado el estudio realizado por el Centro de Estudios del Jiloca y el Instituto Pirenaico de Ecología (CSIC), publicado en el número 15 de la revista Forests titulado Pollarding may relieve drought stress in Black Poplars (El trasmocho puede aliviar el estrés de la sequía en los álamos negros, en inglés), que establece que la práctica de la escamonda el crecimiento del tronco de los chopos cabeceros y alivió el estrés por sequía como lo indica la menor eficiencia intrínseca en el uso del agua de los árboles desmochados. Como era esperable, los chopos cabeceros escamondados hace 10 años mostraron mayores tasas de crecimiento y menor eficiencia intrínseca del uso del agua que los árboles que habían sido escamondados hace 20 años.

Y es que, según las conclusiones publicadas en el estudio, a largo plazo “los árboles no escamondados sufren una pérdida gradual de la vitalidad en el dosel y muestran tendencia a sufrir colapso por el peso excesivo de las ramas”, que podría verse agravado, además, por la progresiva pérdida de madera del tronco y por el estrés debido a sequía amplificado por la falta de desmoche y el proceso de aridificación vinculado al aumento general de las temperaturas.

El Parque Cultural del Chopo Cabecero del Alto Alfambra editó un reportaje en 2023 en el que se desgranaron las conclusiones de un estudio realizado por los mismos técnicos del Instituto Pirenaico de Ecología según el cual la práctica del trasmoche favorece una mayor longevidad de los ejemplares escamondados alcanzando una pervivencia de más de 200 años en algunos casos. Ahora, los datos recogidos por Jesús Julio Camarero y Cristina Valeriano, del Instituto Pirenaico de Ecología, y José Antonio Sánchez, y Chabier de Jaime, del CEJ, va un poco más allá y cuantifica los beneficios de esta gestión forestal a la hora de hacer frente a épocas de escasez de agua.
 

Los árboles que han sido escamondados pueden superar los 200 años de vida

“Los chopos negros desmochados pueden alcanzar edades elevadas de hasta 250-300 años, por lo que la escamonda es necesaria para mantenerlos en crecimiento y para mejorar su vigor y resiliencia al estrés por sequía. Nuestros hallazgos señalan planes futuros de investigación y gestión para preservar estos bosques culturales, incluyendo una mejor comprensión de las diferentes técnicas de escamonda, intensidades y tiempo en el crecimiento a largo plazo y las tasas de supervivencia”, rezan las conclusiones de este nuevo trabajo científico, que recomienda llevar a cabo escamondas periódicas en estas masas forestales sujetas a un mayor estrés hídrico, además de llevar a cabo un “relevo generacional en los chopos cabeceros para compensar las pérdidas haciendo podas de formación sobre jóvenes árboles procedentes de nuevas plantaciones o del rebrote espontáneo de otros chopos negros”.

Trabajo de campo

El estudio se llevó a cabo en diciembre de 2023 en una selección de árboles a los que se les midió su diámetro normal de tronco (a 1,3 m del suelo) y su altura de copa utilizando cintas métricas y telémetro. En cada sitio se muestrearon diez ejemplares escamondados hace 10 años y otros diez escamondados hace 20 años, tomándose en cada caso a 1,3 m del suelo tres testigos radiales del tronco utilizando una barrena Pressler.

Se sabe que la escamonda alarga la vida de los árboles pero no está claro cómo afecta a su funcionamiento y rendimiento. En el tronco produce una reducción brusca en la producción de madera, que puede durar de 3 a 7 años, tras los que mejoran gradualmente su tasa de crecimiento hasta que se produce el siguiente turno de desmoche. Sin embargo, falta información sobre el funcionamiento de los árboles ante la escasez hídrica, como la eficiencia intrínseca del uso del agua. Para llegar a esta información se evaluaron diversos indicadores funcionales de rodales desmochados en distintos años, unos con el turno perdido y otros con el turno vigente, con el fin de promover su gestión y mejorar su conservación.

Tras procesar los testigos para poder distinguir con claridad los anillos de crecimiento, se escanearon para medir la anchura de cada anillo. La edad de cada ejemplar se obtuvo contando el número de anillos visibles y estimando el número de anillos internos ausentes.

Para calcular las relaciones entre el clima y el crecimiento, se obtuvieron índices de crecimiento sin tendencia y se calcularon correlaciones con variables climáticas e hidrológicas mensuales (temperaturas máxima, media y mínima, precipitación total o caudal del río). Estas correlaciones se calcularon para el periodo mejor replicado (1970-2023) considerando la ventana temporal desde octubre del año anterior hasta septiembre actual.

El estudio de las tendencias climáticas concluyó que tanto las temperaturas medias anuales máximas como mínimas han aumentado desde 1950. En contraste, ni el caudal del río del año hidrológico, ni la precipitación mostraron ninguna tendencia significativa.

En este contexto, el trabajo científico estima que las tasas medias de crecimiento fueron significativamente mayores en chopos escamondados hace 10 años que en aquellos que lo fueron hace 20 años.

Arboledas
En regiones mediterráneas de clima continental que han estado sometidas históricamente a deforestación y sobrepastoreo, como es la cordillera Ibérica, las arboledas de chopo o álamo negro (Populus nigra) trasmocho, conocido como chopo cabecero, han sido un importante recurso maderero mediante una gestión de escamonda a turnos de unos doce años. Este sistema agrosilvoganadero tradicional ha creado un paisaje cultural característico de las riberas del sur de Aragón que está actualmente amenazado por el abandono de la escamonda debido a la falta de rentabilidad económica y a los drásticos cambios sociales y económicos acontecidos en el medio rural en los últimos 50 años.