Los recreacionistas de la legio VIIII inician la marcha en la Cañada de Monterde de Gea de Albarracín que les llevó hasta Cella. Bykofoto / Antonio García
La legio VIIII recorre el tramo del acueducto romano que discurre entre Gea y Cella
La asociación Hispania Romana celebra uno de sus eventos de arqueología experimental
Una quincena de recreacionistas de la asociación Hispania Romana probó este sábado sobre el terreno, en concreto, sobre el tramo del acueducto romano que discurre desde Gea de Albarracín hasta Cella, el equipo que portaban los miembros de la legio VIIII Hispana Macedonia Victrix, creada en el 63 a.C, por Pompeyo Magno, que sirvió a Cesar en las Galias y que también participó en las guerras cántabras. Entre el equipaje personal de los soldados, denominado sarcina, llevaban las galletas saladas bucellatum y el pan que comían los legionarios hecho según la receta que aparece en el Tratado de Agricultura de Catón el Viejo.
La marcha de este sábado se enmarca en los eventos de arquitectura experimental que desarrolla anualmente la asociación en lugares que conservan patrimonio romano y en los que recrean situaciones cotidianas de la sociedad de la época.
La visita al acueducto romano de Albarracín-Gea-Cella obedece a la propuesta de Javier Gascón, nacido en Santa Eulalia del Campo y residente en Teruel, que forma parte de Hispania Romana. En su opinión, en la provincia se ha dado especial relevancia a la época medieval y “se ha dejado de lado todo lo que hubo antes”.
En este sentido, señaló que este acueducto supuso el primer trasvase intercuencas y que en el yacimiento íbero del Cabezo de Alcalá en Azaila se encuentra la única rampa de asalto romano de la Península Ibérica. A estos enclaves habría que sumar las villas romanas de Alba, del Cabezo de la Guardia de Alcorisa y de la Loma del Regadío de Urrea de Gaén, entre otros yacimientos, dijo. “Tenemos una herencia romana que hemos olvidado por completo”, sentenció.
La asociación Hispania Romana, que comenzó su andadura en 2007, cuenta con 60 socios repartidos por toda España. Los que se dieron cita este sábado en Gea procedían de Teruel, Madrid, Alicante, Asturias y Sevilla.
El secretario de la asociación, Juan Antonio Bermejo, explicó antes de empezar la marcha en la Cañada de Monterde y por la tarde en una charla divulgativa en el centro social El Carmen de Gea de Albarracín, algunos de los elementos que portaban los legionarios, entre los que destacó la capa de estameña de lana que utilizaban los militares (sagun); la furca en la que llevaban una túnica de repuesto y los víveres y de la que colgaban cantimploras para llevar el aceite o cazos, así como el pellejo para el agua.
También mostraron algunas de las armas personales, como la pilum (lanza o jabalina), el pugio (pequeña daga), y la honda.
Además de soldados, en el evento del sábado también pudieron verse recreaciones de personas de la sociedad civil, como la matrona romana o domina acompañada de un esclavo con la chapa que lo identificaba como tal y con las esparteñas o alpargatas de lino confeccionadas a partir de piezas reales encontradas en las minas de Río Tinto.
Los participantes de Hispania Romana, caracterizada por el rigor en sus recreaciones, llevaban también las galletas llamadas bucellatum, que a veces era el único alimento del que disponían los soldados en los asedios. Se trata de unas tortas de harina de espelta que, en el mejor de los casos, se enriquecían con frutos secos y dátiles y hierbas como el romero.
La marcha por el sendero que discurre junto al trazado del acueducto romano culminó con la llegada del grupo a la Fuente de Cella, anunciada por un cornu, un instrumento de viento metal de la Antigua Roma formado por un tubo de bronce que era empleado por el ejército romano para transmitir señales militares.
Javier Gascón indicó que el acueducto realizado en el siglo I d.C. es una de las obras hidráulicas romanas más importantes de la Península Ibérica, que poseía un abundante caudal próximo a los 300 litros por segundo. De esto se deduce que, bajo el lugar que ocupa actualmente Cella, debe encontrarse la ciudad romana a la que abastecía. Los estudios realizados también sugieren que además del uso urbano, al agua del Guadalaviar también tenía uso industrial por los restos de alfares encontrados junto a la Laguna del Cañizar.
La marcha de este sábado se enmarca en los eventos de arquitectura experimental que desarrolla anualmente la asociación en lugares que conservan patrimonio romano y en los que recrean situaciones cotidianas de la sociedad de la época.
La visita al acueducto romano de Albarracín-Gea-Cella obedece a la propuesta de Javier Gascón, nacido en Santa Eulalia del Campo y residente en Teruel, que forma parte de Hispania Romana. En su opinión, en la provincia se ha dado especial relevancia a la época medieval y “se ha dejado de lado todo lo que hubo antes”.
En este sentido, señaló que este acueducto supuso el primer trasvase intercuencas y que en el yacimiento íbero del Cabezo de Alcalá en Azaila se encuentra la única rampa de asalto romano de la Península Ibérica. A estos enclaves habría que sumar las villas romanas de Alba, del Cabezo de la Guardia de Alcorisa y de la Loma del Regadío de Urrea de Gaén, entre otros yacimientos, dijo. “Tenemos una herencia romana que hemos olvidado por completo”, sentenció.
La asociación Hispania Romana, que comenzó su andadura en 2007, cuenta con 60 socios repartidos por toda España. Los que se dieron cita este sábado en Gea procedían de Teruel, Madrid, Alicante, Asturias y Sevilla.
El secretario de la asociación, Juan Antonio Bermejo, explicó antes de empezar la marcha en la Cañada de Monterde y por la tarde en una charla divulgativa en el centro social El Carmen de Gea de Albarracín, algunos de los elementos que portaban los legionarios, entre los que destacó la capa de estameña de lana que utilizaban los militares (sagun); la furca en la que llevaban una túnica de repuesto y los víveres y de la que colgaban cantimploras para llevar el aceite o cazos, así como el pellejo para el agua.
También mostraron algunas de las armas personales, como la pilum (lanza o jabalina), el pugio (pequeña daga), y la honda.
Además de soldados, en el evento del sábado también pudieron verse recreaciones de personas de la sociedad civil, como la matrona romana o domina acompañada de un esclavo con la chapa que lo identificaba como tal y con las esparteñas o alpargatas de lino confeccionadas a partir de piezas reales encontradas en las minas de Río Tinto.
Los participantes de Hispania Romana, caracterizada por el rigor en sus recreaciones, llevaban también las galletas llamadas bucellatum, que a veces era el único alimento del que disponían los soldados en los asedios. Se trata de unas tortas de harina de espelta que, en el mejor de los casos, se enriquecían con frutos secos y dátiles y hierbas como el romero.
La marcha por el sendero que discurre junto al trazado del acueducto romano culminó con la llegada del grupo a la Fuente de Cella, anunciada por un cornu, un instrumento de viento metal de la Antigua Roma formado por un tubo de bronce que era empleado por el ejército romano para transmitir señales militares.
Javier Gascón indicó que el acueducto realizado en el siglo I d.C. es una de las obras hidráulicas romanas más importantes de la Península Ibérica, que poseía un abundante caudal próximo a los 300 litros por segundo. De esto se deduce que, bajo el lugar que ocupa actualmente Cella, debe encontrarse la ciudad romana a la que abastecía. Los estudios realizados también sugieren que además del uso urbano, al agua del Guadalaviar también tenía uso industrial por los restos de alfares encontrados junto a la Laguna del Cañizar.