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La Fundación Santa María de Albarracín cierra un año “difícil” por el recorte de ayudas públicas La Fundación Santa María de Albarracín cierra un año “difícil” por el recorte de ayudas públicas
Antonio Almagro (izquierda) y Antonio Jiménez, con la Medalla Richard H. Driehaus a la Preservación del Patrimonio

La Fundación Santa María de Albarracín cierra un año “difícil” por el recorte de ayudas públicas

La falta de presupuestos y las elecciones condicionan las actividades de la entidad cultural
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Cruz Aguilar

La Fundación Santa María de Albarracín ha cerrado 2019 con un descenso importante en las actividades organizadas por la propia entidad, lo que ha repercutido en el número de visitantes que también ha bajado en más de un millar, de 5.272 a 4.089. Desde el organismo, definen el ejercicio ya concluido como “difícil” y el gerente, Antonio Jiménez, precisa que ha habido dos cuestiones que han incidido en la organización interna, las elecciones y la falta de presupuestos. 

“2019 ha sido un año muy duro, parte de la actividad cultural no se organizó porque no hubo presupuestos, eso significa que las subvenciones han caído y, con ellas, parte de nuestras actividades culturales y de restauración”, aseguró. 

La falta de presupuestos condicionó la falta del apoyo institucional, tan relevante para la gestión de la entidad, pero a ello se sumó que fue un año electoral y eso siempre influye puesto que “la maquinaria se ralentiza en la administración y eso dificulta que se cumplan los compromisos económicos”, matizó el responsable de la Fundación Santa María. 

En el gráfico de la evolución en el número de actividades se aprecia que pasaron de las 120 a 108, pero es que las organizadas por entidades ajenas a la Fundación Santa María crecieron sensiblemente (de 67 a 69 eventos) mientras que el descenso de las propias fue considerable y de las 53 de 2018 se pasó a únicamente 39 de 2019.

Los cursos de restauración, que suman un total de siete y se desarrollan habitualmente jalonados a lo largo del año, no salieron adelante hasta finales de año, cuando se organizaron solo tres de los siete previstos. 

El presupuesto cayó en picado

El presupuesto que manejó la entidad en 2019 rondó –a falta de cerrar los últimos flecos de las cuentas– los 600.000 euros, una cifra sustancialmente inferior a la de años anteriores, en los que dispusieron de una cuantía cercana a un millón de euros procedentes tanto de los recursos propios como de ayudas públicas como privadas. 

En torno al 20% del dinero procede de la autofinanciación, aunque Jiménez aclaró que este año la entidad “ha sobrevivido gracias a las reservas”.

El descenso en el número de actividades provocó la caída de los ingresos de las residencias que gestiona la Fundación Santa María y que están destinadas a albergar a los alumnos de los curso y participantes de los eventos que se organizan. Antonio Jiménez cifra la caída en un 34%. 

Pese al descenso en actividades y participantes, el número de turistas atendido por el centro de información ha experimentado un ligero incremento, del 1,33%, algo que los responsables de la entidad valoran positivamente porque el año 2018 fue “muy bueno” en cuanto a visitantes. 

De todas formas, la Fundación inicia el nuevo año con grandes esperanzas puesto que, de momento, ya tienen varias solicitudes de entidades externas para la realización de actividades. Además, confían en que la estabilidad institucional favorezca una “reactivación” de su programa cultural.

Cinco premios

La recepción de un total de cinco premios contribuyó durante 2019 a subir la moral del equipo de la Fundación Santa María de Albarracín en un año duro en lo que se refiere a las cifras. Recogieron cinco reconocimientos, dos de ellos de ámbito nacional, a finales de año. 

Uno de los galardones más relevantes fue la Medalla Richard H. Driehaus a la Preservación del Patrimonio para Antonio Jiménez Martínez por su misión al frente de la Fundación Santa María de Albarracín. 

El premio se compartió con el arquitecto Antonio Almagro Gorbea y Jiménez destacó que este premio “puso en evidencia lo que ya sabíamos, que la regeneración de Albarracín es un ejemplo a nivel nacional”. Indicó que fue la familia Almagro la que inició la recuperación de la ciudad, un proyecto que continuó la Fundación Santa María: “Sin ese buen hacer en materia de patrimonio no tendríamos hoy la pujanza turística que tenemos”, aseveró.

Por otro lado, la entidad recibió el  Premio Nacional de Edificación (I Edición), otorgado por el Consejo General de la Arquitectura Técnica de España (CGATE). Además, hubo un reconocimiento a la Fundación Santa María de Albarracín por su colaboración con el programa Carné Joven Europeo del Instituto Aragonés de la Juventud, en el ámbito de la cultural, por su promoción al acceso de los jóvenes a ventajas y servicios.

El gerente también recibió dos menciones, el Premio Especial 60 Aniversario Adea, la Asociación de Directivos y Ejecutivos de Aragón y el Premio al profesional turístico hostelero concedido por la Confederación de Empresarios de Hostelería y Turismo de Aragón (CEHTA), en la IV edición de sus galardones.

Por otro lado, está tomando parte en un proyecto europeo, Sonotomía, además de que la Universidad Complutense de Madrid le ha pedido que sea socio en una iniciativa europea vinculada al patrimonio y al turismo.