La Fuensanta de Villel, escenario de dos choques armados entre el ejército español y el napoleónico
Arcatur colabora con el Ayuntamiento en el estudio y promoción cultural y turística del acontecimientoRedacción: Rubén Sáez Abad & Javier Ibáñez González
Villel fue escenario de dos choques armados entre los ejércitos español y napoleónico, siendo el del 12 de noviembre de 1810 uno de los más destacados de la Guerra de Independencia en la provincia de Teruel. Arcatur (Asociación para la recuperación de los Castillos Turolenses) y el Ayuntamiento de Villel están colaborando en el estudio y promoción cultural y turística de este acontecimiento.
Los preparativos de la batalla.
Unos días antes de la Batalla de la Fuensanta, el ejército español había sufrido una importante derrota en Albentosa (31-10-1810), en la que había sido apresada una compañía de artillería ligera con sus 6 piezas de campaña y sus 6 cajones correspondientes de municiones; y también estuvo a punto de caer al completo la Junta Superior de Aragón (con José María Carvajal al frente), en manos napoleónicas.
Las tropas españolas, al mando del general Villacampa, se replegaron hacia Villel, mientras Carvajal trataba de reunir las tropas dispersas en El Cuervo. Una vez en Villel, se reorganizaron las fuerzas, sumándoseles el batallón de Cazadores de Palafox, formado por unos 400 hombres, en su mayor parte nacidos en los partidos de Teruel y Albarracín. Tras estos últimos refuerzos, Villacampa disponía de unos 3.000 hombres.
El general polaco Józef Chlopicki, vencedor de la batalla de Albentosa y al mando del ejército napoleónico, sabía que, si quería pacificar las inmediaciones de la capital y lograr su sumisión definitiva, necesitaba derrotar a Villacampa. Con este objetivo marchó en dirección a Villel el 11 de noviembre, con un contingente integrado por 7 batallones de infantería y 400 jinetes, fuerzas muy superiores a las españolas (posiblemente el doble).
Durante la jornada siguiente las fuerzas francesas arrollaron a la vanguardia española desplegada en Villastar. Esto les permitió aproximarse a Villel, ya sin impedimentos. Advertido del avance galo, Villacampa había ordenado previamente a sus tropas desplegarse de forma escalonada y tomar posiciones para presentar batalla. Para ello aprovechó la presencia del río Guadalaviar, así como la existencia de unos escarpes inaccesibles en torno al Santuario de la Fuensanta.
Según Tomás Collado, el ala izquierda de la línea española estaba ocupada por el Regimiento de Cariñena. Su flanco se apoyaba sobre los peñascos que hay sobre el barranco de la ermita, detrás de la huerta y la casa del santuario. El Regimiento de Soria ocupaba el centro en la misma montaña de la Aparición por la parte de la Solana, en el lugar conocido como Quemao é Colás. Y el ala derecha quedaba cubierta por el Regimiento de la Princesa. A retaguardia, en segunda línea se encontraban situados los batallones de Molina y Cazadores de Palafox. El objetivo de este despliegue era impedir que los franceses pudieran operar con su poderosa caballería. A las 4 de la madrugada de ese día 12, los soldados españoles ya se encontraban dispuestos en los lugares que les habían sido asignados de antemano.
Fue a las 9 de la mañana cuando las primeras fuerzas francesas hicieron su aparición sobre la altura que domina las eras de Villel, por el Alto de los Pinos. Este punto quedó protegido por las unidades de retaguardia, mientras el resto avanzaba por el Camino Real hasta tomar posiciones en el llano de la Fuensanta. La infantería formó en dos líneas en toda la extensión de la llanura, mientras que los escuadrones de lanceros polacos quedaron apostados en el flanco derecho. Se pusieron a cubierto del fuego español tras las tapias de un viñedo.
De cara a disponer de información de primera mano del despliegue español, Chlopicki ordenó a uno de sus oficiales de Estado Mayor que recorriese todo el frente. Lo hizo con suma rapidez, consiguiendo regresar a salvo a su punto de partida, a pesar de los numerosos disparos de que fue objeto por parte de las avanzadillas españolas.
La batalla
Tras estos movimientos previos, y ya con toda la información en su poder, Chlopicki ordenó que diera comienzo el ataque. Las diferentes fuentes no se ponen de acuerdo, pues unas lo hacen comenzar a las 10 de la mañana y otras a la 1 del mediodía.
El coronel Millet avanzó por el flanco izquierdo con dos batallones del 121º regimiento de infantería. De forma simultánea, el comandante Fondzelski, al frente de los voltígeros y los granaderos del 1º del Vístula, hizo lo propio en el flanco derecho. El coronel Kosinowski con el 2º regimiento de fusileros del Vístula se situó en segunda línea. El resto de las tropas galas permaneció en la reserva, con el objeto de acudir allí donde fuera necesaria su presencia.
Los atacantes fueron recibidos con un intenso fuego de fusilería por parte de los defensores. Para ello aprovecharon sus posiciones dominantes, la mayor parte de las cuales no podían ser cercadas ni tampoco flanqueadas. Una columna española llegó incluso a amenazar a la izquierda del general Chlopicki, que reaccionó inmediatamente para rechazar la acometida.
El coronel Millet consiguió llegar hasta el pie de las posiciones españolas al frente de los hombres del 121º, donde fue abatido su caballo. Apeado de su montura, siguió avanzando a pie. En su camino fue alcanzado por una bala, que se le llevó un dedo de la mano. A pesar de hallarse malherido siguió avanzando, cuando un nuevo disparo lo alcanzó y lo hizo caer al suelo. Sin embargo, y a pesar de la consideración de sus heridas, se levantó de nuevo y se puso al frente de sus soldados. Junto a sus hombres siguió trepando por el monte bajo el intenso fuego enemigo.
El comandante Fondzelski también se estrelló contra el flanco derecho, siendo repelidos todos sus intentos. En última instancia, Chlopicki ordenó que dos columnas avanzaran por donde habían sido rechazadas las anteriores. De forma simultánea, otra tomaba posiciones a la derecha en la montaña que había detrás del templo y que no estaba ocupada por las fuerzas españolas. La última subió rambla arriba para intentar cortar a las tropas españolas en su retirada, ascendiendo por la senda que existía en la umbría de la Aparición.
Tras romper la férrea resistencia, las posiciones españolas terminaron por ser alcanzadas por los primeros soldados galos, lo que permitió a los asaltantes alcanzar la cumbre de la montaña. Tras más de dos horas de combate, las tropas francesas habían conseguido doblegar la resistencia de los hombres de Villacampa. Las fuerzas españolas, superadas en todos los sectores del frente, comenzaron a replegarse.
En este punto, difieren de forma considerable las fuentes españolas y las galas. Para el Mariscal Suchet, los españoles escaparon en dirección al puente de Libros, que se rompió bajo el peso de los fugitivos. A causa del agotamiento de sus hombres, Chlopicki desistió de iniciar su persecución durante esa jornada, lo que sí hizo al día siguiente en dirección a El Cuervo. La dispersión de los huidos fue tal, que la mayoría de los oficiales españoles capturados, lo fueron por haber sido abandonados por sus soldados.
Las fuentes españolas aportan una visión muy diferente, afirmando que la retirada se pudo hacer de forma ordenada. Si hacemos caso a ellas, los integrantes de los regimientos de Soria y Cariñena se replegaron sobre Tramacastiel y El Cuervo, haciéndolo el resto de unidades en dirección a Riodeva y Libros, pero en todo caso de forma ordenada y sin ser perseguidos. Tras el repliegue español, los franceses saquearon el Santuario de la Fuensanta con total impunidad.
Las bajas
En cuanto al balance de bajas en el choque, las fuerzas españolas sufrieron 21 muertos y tuvieron 94 heridos. Según Tomás Collado las pérdidas españolas fueron insignificantes, en comparación con las del enemigo. Murió el capitán Frasno del Regimiento de Cariñena, así como algunos otros oficiales y soldados de esta unidad. La segunda compañía de granaderos del Regimiento de la Princesa sufrió muchas bajas, perdiendo entre muertos y heridos 2 oficiales, 1 sargento primero y 20 soldados, de los 70 con que contaba. En cuanto a los de Molina y Palafox, casi no sufrieron pérdidas, al participar poco en la acción.
Mayor discrepancia encontramos en las pérdidas francesas. Si hacemos caso a Tomás Collado, las bajas sufridas por los franceses, entre muertos y heridos, ascendieron a 800. Vecinos de Villel aseguraron haber visto cómo eran trasladados varios cientos de heridos al hospital de Teruel. Y los muertos que encontraron por los barrancos y montes, además de los que no pudieron enterrar, los quemaron en el sitio donde más intensidad había alcanzado el combate. Suchet en sus Memorias reduce las bajas propias a 130 hombres, entre ellos un oficial polaco y 5 soldados del 121º, cifras poco creíbles a tenor de la intensidad que alcanzó el combate y que guardó muchas similitudes con el asalto a una plaza fuerte.
Tras la batalla de la Fuensanta el general Chlopicki regresó con su Brigada a Tortosa, mientras el coronel Kliski permaneció con un destacamento de 1.200 hombres para defender la orilla derecha del Ebro de las correrías del general Villacampa.
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