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La fortaleza de Bueña, un lugar desconocido y estratégico para controlar todo el Jiloca La fortaleza de Bueña, un lugar desconocido y estratégico para controlar todo el Jiloca
Rubén Sáez, con la fortaleza de Bueña al fondo, durante la visita realizada el pasado fin de semana

La fortaleza de Bueña, un lugar desconocido y estratégico para controlar todo el Jiloca

El arqueólogo de Arcatur Rubén Sáez realiza una visita interpretativa a la fortaleza
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Bueña cuenta con una fortificación tan desconocida como estratégica, al controlar todo el valle del Jiloca, incluso el castillo de Peracense, que se sitúa al otro lado del valle. Los vecinos tuvieron oportunidad este fin de semana de conocer una buena parte de la historia del mismo en una visita interpretativa que realizó el presidente de Arcatur, la Asociación para la Recuperación de los Castillos Turolenses, Rubén Sáez, en la que participaron varias decenas de personas.

La visita se enmarca dentro del proyecto Ensueña Bueña porque suena bien y ha sido subvencionado por la Vicepresidencia primera del Gobierno y el Departamento de Desarrollo Territorial, Despoblación y Justicia del Gobierno de Aragón. Esto se ha hecho dentro de la convocatoria de actuaciones relacionadas con el desarrollo de la Directriz Especial de Política Demográfica y contra la Despoblación, con cargo al Fondo de Cohesión Territorial, realizadas por entidades sin ánimo de lucro.

Los asistentes a la visita pudieron conocer de primera mano algunas de las curiosidades de esta fortificación. Situada sobre un cerrete con forma de cresta rocosa, domina el pueblo y el paso natural que forma el barranco del Salto a través de Sierra Palomera. Se trata de un lugar estratégico, pues entre las curvas del barranco se controla el valle del río Jiloca, teniendo contacto visual también con el castillo de Peracense, que se sitúa al otro lado del valle.

El origen de Bueña es musulmán y fue Alfonso I quien la conquistó tras la batalla de Cutanda. Bueña volvió a ser tomada por los musulmanes tras la muerte del Batallador, tras desmoronarse buena parte de la frontera. Fue reconquistada de nuevo, esta vez por Ramón Berenguer IV y pasó a formar parte de las fortificaciones aragonesas de frontera con los territorios musulmanes de al-Ándalus.

Atacado dos veces

Ya con posterioridad, pasó a pertenecer a la Comunidad de Teruel, integrada dentro de la sesma de Campo Visiedo. Una vez pasado el peligro musulmán, desde el XIII hasta el XV, el castillo se convirtió en un enclave estratégico en la frontera con la vecina Castilla, formando parte de la línea fronteriza que se extendía por todo el valle del Jiloca. Fue durante la guerra de los Pedros (1356-1369), en la que se enfrentaron el rey Pedro I El Cruel de Castilla con el Pedro IV El Ceremonioso de Aragón, cuando el castillo fue atacado en dos ocasiones, en los años 1363 y 1369.

Los restos conservados del castillo consisten en un recinto fortificado irregular de planta más o menos rectangular, de unas dimensiones aproximadas de 20 por 15 metros de lado. El recinto tiene tres de sus flancos prácticamente inexpugnables y un cuarto, situado a mayor altura, protegido por un foso excavado en la roca. De todo ese recinto, solo se conserva un cierto alzado de uno de sus muros de mampostería, que hace esquina con otro de una altura inferior, situado en el lugar por el que debía producirse el acceso a la fortificación.

En la parte superior del conjunto se levanta la torre del homenaje, construida en mampostería con sillares en las esquinas. Tiene planta rectangular de 6 por 8 metros de lado y 10 de altura. Ha sido adaptada como palomar, lo que la ha modificado, aunque también ha contribuido a su conservación. Entre esas alteraciones se incluyó la retirada de las almenas para colocar un tejado a una vertiente. A ella se accedía en origen a través de una puerta abierta con un arco de medio punto, también muy modificada en la actualidad.
 

La fortificación de Bueña, en la imagen, tiene una posición estratégica