La carnicería Hermanos Romero Pobo baja la persiana este viernes y deja a Cella sin despacho de carne
La tienda cierra después de 51 años y se guarda el secreto de la receta familiar de sus embutidosYa está, se acabó. Cuando este viernes por la tarde se cierre la puerta de la carnicería Hermanos Romero Pobo, en la calle Portal del Postigo de Cella, no se volverá a abrir. La última carnicería de Cella baja la persiana y la falta de relevo generacional supone el punto y final a más de medio siglo atendiendo a los vecinos de la ciudad y de municipios cercanos a los que la propietaria, Elisa Romero, ha tratado siempre por su nombre.
La falta de relevo generacional para continuar con el negocio y el hecho de que la carnicería esté en el mismo edificio que la vivienda familiar han resultado determinantes en la adopción de esta decisión.
Elisa Romero abrió la carnicería el 11 de septiembre de 1973, cuando tenía 16 años. Después se incorporó su hermano Isidro y los dos han estado atendiendo a sus vecinos hasta hoy. “Tenía 16 años. Ahora sería una niña, pero entonces empezábamos a trabajar antes”, recordó la carnicera. Su desembarco en el negocio de la carne no fue casual. Su familia tenía algo de ganado, pero no era una cabaña suficiente para los cuatro hermanos por lo que la familia apostó por emprender este negocio, “para que no saliéramos del pueblo, ahora que se está hablando tanto de la despoblación”, recordó Romero.
“Que cayera un rayo”
Hoy, 51 años después, la carnicería Hermanos Romero Pobo abrirá la misma puerta que entonces. Sin embargo, todo ha cambiado. “Yo era una cría y era imposible tener seguridad. Lo que tenía era miedo. Lo único que esperaba era que aquella noche (antes del día de la apertura del negocio) se hundiera la casa o cayera un rayo para que abriera al día siguiente”, recordó ayer.
Sin embargo, abrió. Y lo hizo cada mañana hasta hoy. Elisa Romero no ocultó ayer el agradecimiento a sus vecinas y clientas, a las que trata por su nombre y que han sido fieles al negocio desde el primer momento asegurando que “nos sentimos muy reconocidos porque nos han apoyado siempre, las mujeres siempre nos han apoyado”. “Las personas mayores, sobre todo las mujeres, creo que nos adoptaron, entonces todos venían (a comprar a la tienda) y aunque no les hicieran todas las cosas bien al principio, nos animaban muchísimo”, añoró.
Desde aquel mes de septiembre de 1973 ha cambiado mucho la forma de vender y de comprar. La carnicera recordó cómo “cuando empezamos, se vendía oveja, muchísima oveja, cordero y un poco cerdo porque en todas las casas había matanza. Y luego después hemos ido avanzando, la oveja dejó de venderse, y el cordero también se vende, pero menos, y se vende mucho más cerdo y pollos. Cuando empezamos tampoco se vendía pollo porque todo el mundo tenía pollos y gallinas en su casa”.
A la carnicería se fueron incorporando nuevos sistemas de trabajo, como la llegada de la sierra de corte, la amasadora o la embutidora eléctricas. “Porque todos los embutidos los hemos hecho siempre en casa”, recordó orgullosa Elisa Romero, que fue tajante asegurando que la receta de sus morcillas y sus longanizas se quedarán en su familia. “La receta era la receta de mi abuela. Es la receta que luego la pasó mi madre y ahora la que tenemos nosotros. Y esa receta queda para nosotros. Mi madre las hacía probando, entonces iba probando, echando y probando. Y entonces yo detrás iba pesando lo que ella iba echando”, recordó.
En las cámaras frigoríficas apenas quedaba género este jueves. Sobre todo porque los clientes que estaban enterados del cierre han aprovechado para hacer acopio de los embutidos de la familia Romero Pobo.
La carnicera retirada no quiso bajar la persiana sion más. Por eso aprovechó las redes sociales para anunciar el cierre del negocio a sus vecinos. “Quería explicarles que me hace muchísimo duelo. (La carnicería) ha estado abierta 51 años y ver la puerta cerrada me va a doler mucho ... ¡Y a mi hermano ni te cuento!”, aseguró, negando, no obstante, ningún atisbo de arrepentimiento por el cese de la actividad. Mientras, piensa en pasar unos días de descanso.