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La Batalla de Albentosa: constituyó un importante escenario bélico en el avance del ejército de Napoleón hacia Levante La Batalla de Albentosa: constituyó un importante escenario bélico en el avance del ejército de Napoleón hacia Levante
Recreación de una unidad de coraceros franceses

La Batalla de Albentosa: constituyó un importante escenario bélico en el avance del ejército de Napoleón hacia Levante

Las tropas napoleónicas recorrieron el territorio de Gúdar-Javalambre en el siglo XIX (capítulo I)
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Javier Ibáñez González / Rubén Sáez Abad / Luis Sorando Muzás / Asociación para la Recuperación de los Castillos de Teruel (Arcatur)

Debido a su estratégica ubicación, Albentosa fue un importante escenario bélico en el avance del ejército napoleónico hacia el Levante, en marzo de 1810. Proponemos dos reportajes para conocer mejor este episodio, este primero centrado en las operaciones militares y un segundo dedicado al Castillo de Albentosa, lugar clave en los acontecimientos.

Por su estratégica ubicación en el camino entre Teruel y Valencia, Albentosa ha sido lugar de paso obligado para diferentes ejércitos, desde el medievo hasta la Edad Contemporánea. Especialmente destacado fue el papel que desempeñó esta localidad y su castillo durante la Guerra de Independencia, resultando vital su control para los ejércitos napoleónicos, en su avance hacia el Levante.

Una vez ocupada Andalucía (finales de enero de 1810), el rey José I Bonaparte ordenó al general Suchet que, con parte del Ejército de Aragón (aproximadamente 30.000 soldados), despejara el territorio valenciano de fuerzas hostiles. Para los ejércitos franceses resultaba vital hacerse con el control de esta región.  

En cumplimiento de las órdenes recibidas por el soberano, Suchet partió desde Zaragoza hacia el Sur al frente de dos columnas de 14.000 soldados. El resto de las tropas que servían a sus órdenes permanecieron acantonadas en territorio aragonés, con el fin de poder contrarrestar cualquier ataque que pudiera llegar por parte de los contingentes españoles mandados por los generales Villacampa, García Navarro y Perena. Estas unidades aglutinaban un número próximo a los 13.000 hombres. 

Tras ejecutar una operación de castigo sobre Albarracín el 18 de febrero de 1810, Suchet hacía su entrada en Teruel. En esta ciudad se estableció una guarnición al mando del coronel Plicque, con el fin de dejar aseguradas las posiciones de retaguardia antes de su partida en dirección de Valencia. Desde Teruel una columna francesa al mando del general Habert se dirigió hacia Morella, enclave que ocupó sin resistencia, para desde allí encaminarse hacia Murviedro (Sagunto). 

La otra columna, mandada por Suchet, abandonó Teruel en dirección a Valencia. En su camino se topó con el ejército español que había tomado posiciones en Albentosa, habiendo elegido este lugar para tratar de interceptar al ejército galo y de impedir su paso. Las fuerzas españolas no llegaban a los 2.000 hombres frente a los 8.000 que acompañaban a Suchet. Pero, dejemos que sea el propio Suchet, a través de sus Memorias, el que nos describa su versión sobre la batalla.

“En su primer día de marcha nuestras tropas entraron en Sarrión y llegaron a la vista de Albentosa, en donde el ejército valenciano [en realidad Ejército de Aragón] había tomado posición delante de una profunda barranca por la cual corre un arroyuelo, dicho el Mijares [río Albentosa]. Parecía como un inmenso foso que se hubiera abierto en la llanura, y que apenas se distinguía hasta llegar a sus bordes, que cortados a pico por decirlo así, distaban un tiro de cañón el uno del otro. Hacia lo largo de los escarpes de la orilla izquierda, el camino practicado en el talud o ladera misma, y que conduce de las alturas terrosas de Sarrión hasta el puente de Albentosa, había sido cortado por una zanja, como de treinta pies de ancho, y estaba además dominado por la fusilería de la orilla derecha.

“Del otro lado del Mijares, el lugarejo de Albentosa se agrupa en torno de un peñasco aislado, que corona un antiguo castillo medio demolido que ocupaba el enemigo, juntamente con el lugar, con su vanguardia. El grueso del ejército valenciano, que cubría esta defensa natural y a dicho cuerpo situado a su frente, estaba formado sobre una altura llana a espaldas de Albentosa, y tenía a su derecha el puente y lugar de Puenseca, y a su izquierda Manzanera. Su fuerza podía ser como de unos diez o doce mil hombres; pero sin embargo de su actitud en una posición ventajosa y bien entendida, nosotros juzgábamos harto fundadamente que no aventuraría una acción sobre la frontera del reino, mientras que la columna del general Habert se dirigía sobre la capital, por el camino a orillas del mar.

“Era mucho más probable que se ceñiría sólo a observar, o bien, caso, se pondría siempre en estado de poder volar al socorro de la capital amenazada. Estas consideraciones determinaron al general en jefe maniobrar, a fin de poder descantillar algún tanto el ejército valenciano, ya que no pudiese combatirle. 

“Había notado, al llegar, que la izquierda de los españoles no estaba sobrado apoyada, y que hacia el nacimiento del Mijares el valle presentaba algunos pasos algo más practicables; pensó, pues, en forma su ataque principal por este lado. El 2 de marzo, antes de rayar el día, dio orden al general Laval de atacar el paso de Manzanera, mientras que los generales Harispe y Paris llamarían la atención del enemigo con un falso ataque, sobre su derecha, y con ciertos amagos de movimientos y con un vivo fuego de artillería sobre su centro: la zanja y cortadura del camino debía repararse, cuando se desalojase la vanguardia enemiga del lugar.

Forzó el paso de Manzanera

“Con arreglo a estas disposiciones, el general Laval forzó el paso de Manzanera, y se adelantó enseguida por las llanuras de la orilla derecha, con el objeto de flanquear y de ganar terreno sobre el ejército contrario. El 4º de Húsares que había bajado hasta el fondo del valle, pasó el riachuelo con los caballos a nado, por cerca del puente de Albentosa, y subió rápidamente hasta llegar a la altura, en el instante mismo en que el movimiento del general Laval determinaba al enemigo a principiar su retirada.

“La caballería se aprovechó de esta como vacilación para precipitarse sobre el lugar, que la vanguardia enemiga evacuó precipitadamente, así como el castillo, fortificado con seis cañones de grueso calibre. La retirada general, o más bien, la huida de los Valencianos no tardó en pronunciarse: dejaron cuatro piezas de campaña en nuestro poder, y los perseguimos hasta las Barracas. En el desfiladero de Jérica, aún cogimos algunos bagajes y una pieza. En Segorbe, por fin, encontramos cuatro piezas más, abandonadas, y ni un solo habitante; la ciudad había quedado desierta a nuestra llegada”. 

La batalla de Albentosa constituyó una de las principales batallas de la Guerra de Independencia en Aragón, a tenor del elevado número de combatientes que tomaron parte en las operaciones. Aunque las fuerzas españolas no consiguieron impedir el avance de Suchet en dirección a Valencia, sí que permitieron organizar una resistencia armada en retaguardia. 

La marcha de Suchet fue aprovechada por Villacampa para atacar Teruel el 7 de marzo. Musnier respondió a los ataques españoles trasladando rápidamente tropas desde Zaragoza hasta el Jiloca y desplegando la recién llegada División de Montmarie en Daroca. Mientras tanto, Suchet, que carecía de un tren de asedio y de suficiente número de efectivos como para acometer el asedio de Valencia, tomó la decisión de regresar a Teruel el 10 de marzo. 

Aunque Villacampa no logró tomar Teruel, sí que fue capaz de capaz de batir a los destacamentos franceses desplegados en el puente de Albentosa y en Caudé, y destinados por Suchet a mantener abiertas sus líneas de comunicación con retaguardia. Hizo frente, en la Venta Malamadera (Caudé), a la columna de socorro gala enviada como avanzadilla desde Zaragoza, derrotándola y poniéndola en fuga. Los franceses se dejaron 250 prisioneros en la refriega, además de verse obligados a abandonar dos piezas de campaña y tres cajas de cartuchería. 

Movimiento envolvente

El 11 de marzo de 1810, Villacampa ordenó a sus hombres en Albentosa ejecutar un movimiento envolvente, con el que cubrió la vanguardia enemiga que atacaba a la capital levantina. En esta rápida contraofensiva de las fuerzas españolas fueron capturados otros 4 cañones y 260 prisioneros entre oficiales y tropa. Estos éxitos de Villacampa terminaron por destruir completamente la línea de comunicaciones del 3º Cuerpo. 

El 12 de marzo, el general Pâris, que marchaba en vanguardia del ejército que regresaba procedente de Valencia al mando de Suchet, fue avisado a la altura de Sarrión del bloqueo a que se encontraba sometida la guarnición de Teruel, por lo que se apresuró a acudir en su ayuda. Villacampa, advertido de la inminente llegada de Pâris, decidió levantar el bloqueo sobre la capital turolense sin pérdida de tiempo y retirarse en dirección a Villel. La llegada de Suchet con el grueso del ejército restableció completamente la situación. 

Todavía se produciría una nueva batalla en Albentosa antes de que acabara ese año de 1810. El 31 de octubre el general francés Chlopicki derrotó en la localidad a las tropas de Carvajal y de Villacampa. Esta acción puso en peligro a la Junta Superior de Aragón, que a punto estuvo de caer en poder de los franceses.