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Jóvenes científicas e ingenieras  de Formiche Alto transmiten  su vocación a los más pequeños Jóvenes científicas e ingenieras  de Formiche Alto transmiten  su vocación a los más pequeños
Una de las jóvenes que impartió las actividades de la semana de la ciencia explica en los porches de Formiche Alto los fundamentos de un cohete efervescente

Jóvenes científicas e ingenieras de Formiche Alto transmiten su vocación a los más pequeños

Una actividad de la Asociación cultural Cabezo Alto lanza cohetes y fleta barcos hechos por los propios niños y niñas, y pone a prueba su imaginación
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La ciencia es divertida y los niños y niñas de Formiche Alto lo están comprobando este verano en su pueblo. Han lanzado cohetes cuyo combustible han fabricado ellos mismos con productos que hay en las cocinas de todas las casas, y han puesto sus propios barquitos a flote aplicando conceptos básicos de la física que les han enseñado un grupo de jóvenes de la localidad que un buen día decidieron dedicarse a la ciencia o la ingeniería, y que hoy se ocupan de cosas tan fascinantes para los chavales como construir barcos, pero de verdad, la nanotecnología o la ingeniería aeroespacial. “Queremos que vean la ciencia como un juego”, afirma Cristina Pérez, una de las responsables de la Semana de la Ciencia para Niños de Formiche Alto.

Comenzaron la semana pasada y seguirán este lunes y el martes con nuevos desafíos para la treintena de pequeños que están participando. El número de niños y niñas es similar, cuentan las encargadas, y las edades van desde los 3 a los 12 años aproximadamente. El único requisito que se exige es ganas de pasárselo bien, atención y voluntad de superarse, porque si durante la semana pasada en enfrentaron a retos como lanzar cohetes o poner a navegar barquicos, durante esta aprenderán principios de robótica y de química básica.
 

Taller de construcción de barcos, cuya flotabilidad se comprobó en barreños

La iniciativa está organizada por la Asociación cultural Cabezo Alto de la localidad. Comenzó el pasado 6 de agosto con una misión espacial, la carrera de cohetes fizz, que encandiló tanto a los participantes, que al día siguiente nadie se quiso perder la actividad de construcción y puesta a flote de barcos de papel.

Las responsables de esta peculiar semana de la ciencia son del pueblo aunque no viven en él porque desarrollan sus actividades profesionales en otros lugares, desde Teruel capital, donde trabaja una de ellas en el aeropuerto, hasta Cartagena, que es en donde reside la que se dedica a la fabricación de barcos, y no precisamente de papel sino de los de verdad, los que navegan por los mares, como hubo que aclarárselo a una niña que no daba crédito a que alguien del pueblo se dedicase a eso.

Cristina Pérez, una de las organizadoras, explica que han sido una decena de jóvenes de Formiche Alto los que se han encargado de organizarlo todo. Tienen entre 25 y 30 años, con diferentes formaciones técnicas y cada uno se dedica a desarrollar los talleres de su ámbito profesional. Es la primera vez que hacen algo así y se les ocurrió para dinamizar la actividad en el pueblo durante las semanas del verano, que es cuando más gente acude.
 

Los cohetes y sus combustibles los fabricaron en equipos

Ana Orduña, por ejemplo, tiene 25 años y ha estudiado Arquitectura Naval e Ingeniería de Sistemas Marinos. Es de Formiche Alto aunque tuvo que salir fuera a estudiar. Su vocación la llevó a Cartagena, en Murcia, donde reside ahora puesto que está trabajando allí en una oficina técnica de I+D como técnica investigadora naval.

Un recorrido parecido ha seguido Blanca Escriche, que acabó estudiando en Valencia, donde reside actualmente. Tiene 29 años, estudió Biotecnología y ahora está terminado una tesis doctoral sobre nanomedicina.

Cristina Pérez, de 28 años, está más cerca puesto que vive en Teruel. Estudió Ingeniería Aeroespacial y ahora trabaja como ingeniera en el Aeropuerto de Teruel. Como las otras dos, lo suyo es vocacional y han buscado transmitir a los niños y niñas de Formiche Alto esa misma pasión que sienten ellas por la ciencia.
 

Blanca cuenta que buscan incentivar el área STEM, un acrónimo en inglés que agrupa las áreas de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas. Por eso, las actividades que hacen son de entretenimiento pero con unos fundamentos científicos.

Para la sesión dedicada a los cohetes fizz (efervescentes), Escriche comenta que les explicaron a los chavales la reacción que el vinagre hace con el bicarbonato. “El primero es un ácido y el segundo una base, que reacciona y genera CO2, generando una presión que hace que se acumule el gas”, indicó, de forma que cuando colocaban el tape saliese volando por la tercera Ley de Newton.

El taller dedicado a cohetes efervescentes fue una de las actividades que más atención llamó a los participantes

Pérez se encargó de contarles que de acuerdo con esa ley, “la fuerza que hace ese gas empujando hacia el suelo es directamente proporcional al empuje del cohete hacia arriba”. Es lo que se conoce como acción-reacción, que los participantes pusieron en práctica organizados en seis equipos que elaboraron sus cohetes con sus combustibles y los lanzaron desde la original base de lanzamiento que montaron y que denominaron Lanzadera Cabezo Alto.
 

“Alguno llegó más alto, otros menos, pero bueno, también son cosas de la ciencia y les explicamos que esas cosas pasan ya que hay muchas variables a tener en cuenta”, comenta Orduña.

Al día siguiente el desafío fue poner a navegar barcos de papiroflexia. Lo que no se pudo hacer es la regata en el río porque está seco, pero los pusieron a flote en barreños y después acudieron a una acequia.

Fundamentos básicos

Orduña comenta que aunque los barquitos eran básicos de papel, hubo chicos y chicas que le echaron imaginación y les pusieron banderitas y otros adornos, así como sus nombres al igual que hicieron con los cohetes. Esta experta en fabricación de barcos les explicó cómo se construían los de verdad a partir de conceptos básicos como “el empuje, el volumen y el desplazamiento para intentar que lo entiendiesen, aunque es muy complicado para un niño hacerlo, pero muchos decían que sí que lo entendían”.

La semana de la ciencia continuará hoy lunes con un taller que han llamado Formiche Robotix: circuito y programación para niños. Orduña indica que esta sesión está previsto que la impartan compañeros que son ingenieros en telecomunicaciones. Para hacerlo, han comprado con la ayuda de la asociación cultural un robot que se puede programar con scratch, que es un lenguaje de programación para niños sencillo. “Queremos que puedan programarlo para que un robot ande unos minutos y gire hacia el lado que deseen, y sean ellos quienes lo programen todo”, afirma.

La última sesión tendrá lugar este martes y se llamará Magia en el laboratorio: experimentos con el poder de la química. En él, Escriche cuenta que aplicarán experimentos en los que “parece que pasen las cosas por magia, pero no es así, y lo que queremos un poco es explicarles el fundamento químico que hay detrás”.

Frente a las actividades deportivas que suelen prevalecer en las actividades culturales que se hacen en los pueblos en verano, Pérez considera que esta es otra manera de que se diviertan los niños y, además, aprendiendo.
 

Para los cohetes contaron con su propia lanzadera, bautizada Cabezo Alto

Motivación

“Lo que buscamos es despertarles un poco la curiosidad por saber por qué pasan las cosas”, afirma Blanca Escriche sobre los contenidos de la semana de la ciencia. Tal es así que algunas abuelas les comentaron que el día después del taller de lanzamiento de cohetes sus nietos se pusieron a experimentar con todo lo que encontraron por la cocina. Cristina Pérez, además, considera que es una manera de acercar la ciencia a edades muy tempranas “como algo divertido, como un juego”, en lugar de asociarlo como algo negativo que tienen que estudiar, “ya que eso les ayuda a explicar el funcionamiento de prácticamente todo”. Ana Orduña añade que no sólo se lo pasan bien los participantes en la actividad, sino ellas como instructoras “porque es algo divertido y a mí me encanta”.