Hemeroteca: Tomás Daudén, el jubilado de Monteagudo y su peculiar manera de luchar contra la despoblación
Anunció que cedería sus bienes a una familia y el caso acabó en los tribunalesEn tiempos en los que hablar de despoblación está de moda -poco arreglo supone, diría alguno- echamos la vista atrás para ver cómo un hombre decidió hacer una apuesta arriesgada, decía, para revitalizar su pueblo, Monteagudo del Castillo: ceder todo su patrimonio a una familia que fuera a vivir allí y a trabajar la tierra y cuidar el ganado. El anuncio público, que conocimos un mes de agosto de 1988, tuvo repercusión en los medios no solo locales sino también nacionales, a lo que ayudó también lo pintoresco del personaje. La propuesta no pudo acabar peor, como vaticinaban sus detractores; enfrentado con la familia de León que él mismo había elegido, a las manos y en los tribunales, no solo por la propiedad de los bienes del jubilado sino también por acusaciones mutuas de robos y agresiones.
En la edición del 30 de agosto de 1988 leíamos en la portada esta “singular iniciativa” en una información en la que aparecía un primer plano de Tomás Daudén junto al titular que citaba unas palabras suyas: “Ningún bien nacido puede pasar de la tierra”. En el texto ya hablaban de la repercusión mediática de la propuesta, aparecida en primer término en el periódico Día pero que se hizo hueco en la, propicia para estos asuntos, agenda mediática del verano.
Leíamos entonces que la propuesta de Daudén era ceder sus tierras y posesiones a dos familias para poner la primera piedra para la reactivación de un pueblo, cuyos niños van a la escuela de Cedrillas. Convencido de las posibilidades de esas tierras, afirma que ningún nacido puede pasar de la tierra.
Ya en el interior, bajo el titular ¿Quienes son los amigos del pueblo?, el periodista José Ángel García dibujaba el perfil de este pintoresco personaje que siempre ha provocado reacciones encontradas comenzaba diciendo “por lo bajo, unos lo denostan y otros lo apoyan.
En aquella página Daudén aparecía en la puerta de su casa con su perro Lolo y en otra imagen con una de sus vacas. “En las ciudades los jóvenes están amargaos y no tienen otro camino que las drogas o la desesperación”, era el diagnóstico de Tomás Daudén sobre la situación en los barrios periféricos de las grandes ciudades.
Al periodista le cuenta que los efectos de la crisis industrial ya se apreciaban cuando en 1967 volvió de Francia tras diez años trabajando. Cuando retornó a su pueblo, quiso poner en práctica lo que había aprendido en el país galo y en su estancia en Cataluña, donde había estudiado capacitación agraria. Todos esos conocimientos le permitieron acumular un importante patrimonio: “Yo sé desarrollar una idea. He leído obras muy buenas: ¿Quienes son los amigos del pueblo? o Cómo luchan los socialdemócratas, las dos de Lenin, donde aprendí quienes son los que se oponen al desarrollo del pueblo”. Soltero y sin hijos, cuenta el texto que tras su jubilación estuvo dándole vueltas hasta que decidió ceder todas sus posesiones a dos familias dispuestas a vivir en Monteagudo: “Esta va a ser mi contribución para levantar el pueblo. Voy a poner la primera piedra”, decía, confiando en que llegaran niños para reabrir la escuela.
Antes de hacer este anuncio, Daudén había ofrecido sus tierras a instituciones e incluso a la Cruz Roja, según publicaron los medios de comunicación, pero finalmente decidió dar este paso que le puso en el foco mediático de toda España.
Con la decisión tomada, se mostraba optimista con el futuro que ofrecía la ganadería y la agricultura en los pueblos. Él está entusiasmado con su proyecto y preferiría que lo aceptaran aragoneses en paro o que quisieran volver de la emigración, “también me gustan los asturianos, entienden de vacas, además el trabajo en las minas es muy duro”, decía en aquella página.
Un hombre controvertido
Daudén reconocía que provocaba variadas opiniones en el pueblo, y esta iniciativa en concreto también tenía el apoyo de unos y la censura de otros. Tomás, desde que volvió de Francia, ha polarizado en muchas ocasiones las opiniones de Monteagudo, “no fui muy bien recibido porque sabían que no era adicto al régimen. Aquí hay mucho cacique, pero yo siempre he pasado por encima de sus opiniones, porque tengo más vista y más capacidad para desarrollar” decía.
Sobre su ideología, en el reportaje destacaba que en el pasillo de su casa había un póster de Largo Caballero, “no estoy en el PSOE pero coopero con ellos, de la misma forma que lo he hecho con todos aquellos que están por la democracia”, relataba. A continuación el texto detallaba que su adscripción política fue desde su infancia totalmente visceral y con 13 años ya transportaba suministros a los campamentos republicanos’, y había conocido figuras destacadas como Lister o Llopis pero también Juan de Borbón, leíamos en aquel reportaje.
Organizó hasta un casting
Para elegir a la familia a la que finalmente cedió las tierras, Daudén organizó una especie de casting después de que se pusieran en contacto con él desde toda España, recuerda Teo Lozano, periodista entonces de TVE en Teruel y colaborador de este periódico. El jubilado eligió a una familia de León con cuatro hijos y se instalaron en el pueblo en febrero de 1989, lo que los medios recogieron también.
José Luis Gómez, el cabeza de familia tenía experiencia en la agricultura y cumplía el requisito de aportar niños en edad escolar. Con la llegada de la familia, los medios recogían también que algunos vecinos no vaticinaban nada bueno, y le reprochaban a Daudén que, teniendo hermanos y sobrinos, algunos de ellos en el pueblo, decidiera ceder las tierras a unos desconocidos.
Pronto empezaron los conflictos. "La familia tenía una idea distinta de la que tenía Tomás de que trabajaran la tierra” recuerda el periodista, lo que llevó a conflictos como el que relató a Lozano. “Me contó que un día, aprovechando que no estaba muy espabilado, le presionaron para que escribiera en un folio que cedía sus tierras” con la firma de dos testigos y el juez de paz, documento que luego esgrimirían en los tribunales cuando se disputaban la propiedad. Los enfrentamientos se agudizaron porque la familia comenzó a vender bienes de Daudén. “El conflicto estalló cuando el jubilado fue un día a la cuadra y se dio cuenta de que habían vendido su vaca Gitana, que era su favorita recuerda el periodista.
Fuera de Monteagudo
Daudén acabó abandonando el pueblo y se alojó en la Fonda El Tozal y más tarde, como leíamos en el periódico, en un pequeño piso. “Acabó en una situación triste” por la falta de recursos con los que llegó a vivir, cuenta Lozano, que recuerda que cuando se encontraba con él por la calle le decía continuamente del padre de la familia que había acogido: “Teo, este hombre no es para el desarrollo”.
Esos enfrentamientos por la propiedad de los bienes llevaron a los tribunales y a una sentencia que dirimía un reparto salomónico de la hacienda para Daudén y las vacas y aperos para la familia, pero la decisión no contentó a ninguno y recurrieron. Así llegaron a la decisión del Tribunal Superior de Justicia de Aragón que leíamos en diciembre de 1990, en la que se determinaba que Tomás Daudén era el propietario de la hacienda, pero el fallo reconocía el derecho de los ocupantes de la finca, José Luis Gómez y su familia, a pedir daños y perjuicios, mientras que Daudén anunciaba que iba a hacer lo mismo porque consideraba que habían dilapidado sus bienes.
En aquella noticia, Mariano Javier Esteban relataba que el enfrentamiento Daudén-Gómez ha conocido tres juicios por la propiedad, además de producirse episodios tan rocambolescos como la sustracción de Tomás a la esposa de José Luis de 10.000 pesetas procedentes de un premio de la lotería, acción que poco después fue respondida por una agresión del primero’.
Otro juicio
De este incidente leímos también el 27 de febrero de 1991 que la juez determinaba que José Luis Gómez debía indemnizar a Daudén con 36.000 euros por una falta de lesiones por agredirle tras el robo del premio. En el juicio por esta causa, el jubilado fue expulsado de la sala por la juez a consecuencia del escándalo que estaba protagonizando y leíamos en aquella información del 27 de febrero que el conflicto se había agudizado. Las dos partes enfrentadas en litigio se han amenazado mutuamente en las últimas semanas, hasta el punto de haber hecho declaraciones a los medios de comunicación en las que afirman estar dispuestos a llegar hasta el final aunque algunas de las partes termine en el cementerio y la otra en la cárcel.
Días antes de aquella noticia, se había juzgado también a Daudén por el robo del dinero y se anunciaba otra causa pendiente.
“No sé si rayaba la locura, si era un hombre excéntrico o era la soledad. Es difícil comprender la complejidad la decisión que tomó en el ocaso de su vida, pero desde luego era único y su caso tuvo una enorme repercusión” concluye Lozano.