El primer sacerdote africano que ha ejercido en la diócesis de Teruel y Albarracín, regresa a su país, Camerún
"La Iglesia en el mundo rural da la oportunidad de acercarse más a la gente", resume Marcel Bikongnyuy GhamEl sacerdote diocesano Marcel Bikongnyuy Gham, párroco de Cedrillas, que fue pionero de la llegada de sacerdotes de Africa a la Diócesis de Teruel-Albarracín hace una década, vuelve a su país, Camerún. En la actualidad hay 5 sacerdotes de Camerún en la diócesis turolense. Marcel en sus diez años siempre ha sido un párroco rural. Ha sido el párroco, además de Cedrillas, de El Pobo, Ababuj, Monteagudo del Castillo y El Castellar. Su implicación con el territorio ha sido tan grande que es cantador de jotas.
-¿De dónde es usted?
-Me llamo Marcel Bikongnyuy Gham y soy de origen camerunés, de la diócesis de Kumbo, que está situada en el noroeste de Camerún. Tengo 46 años y llevo 10 años en la Diócesis de Teruel-Albarracín. Vine a finales de 2011 y desde entonces he estado aquí desarrollando mi ministerio sacerdotal.
-Durante los 10 años que ha estado en la Diócesis de Teruel-Albarracín siempre ha estado en Cedrillas?
-Al principio estuve en Teruel para aprender el idioma. Cuando uno viene de un sitio nuevo sin conocer nada ni poder hablar el idioma me tocó estar los 6 primeros meses en Teruel para aprender algo de español y para ver como iba la pastoral y de poder integrarme.
-¿Su idioma es el inglés?
-Sí. Mi idioma en Camerún es el inglés aunque he tenido la formación también en francés. Camerún es un país bilingüe, francés, que es el mayoritario, e inglés, que es el de mi zona. Mi mayor parte de formación ha sido en inglés.
-¿Por qué vino de Camerún a Teruel para ejercer de sacerdote?
-La idea de venir aquí a la Diócesis de Teruel-Albarracín fue fruto de una colaboración que tuvieron el obispo de mi diócesis de Camerún con el obispo de Teruel, que era entonces don Carlos Escribano. Se pusieron en contacto e hicieron una colaboración misionera para poder compartir experiencias. Aunque mucha gente dice que si vine es porque faltaban curas, pero yo desde mi punto de vista digo que como la iglesia es universal lo más importante fue venir y compartir lo que es la universalidad de la iglesia. Somos una iglesia pero una iglesia que tiene muchísimos colores. Entonces uno que viene de Africa o de América tiene que sentirse en casa porque es una iglesia católica en la que todos somos uno, aunque se venga de distintos continentes. Lo bonito ha sido poder compartir esa riqueza que tiene la iglesia de unificar culturas con el fin de vivir mejor esa universalidad que siempre ha sido uno de los puntos más importantes de la Iglesia. Además de compartir en lo que es la universalidad de la Iglesia, fue también para mi un privilegio poder vivir la experiencia misionera de la Iglesia que nace y se hace fuerte en la misión. Por lo cual, como los españoles iban de misión para compartir su experiencia de fe con los pueblos evangelizados, ahora nosotros venimos aquí para enriquecer con nuestro testimonio de fe la experiencia misionera de la Iglesia diocesana en Teruel.
-¿En su país era también sacerdote rural como en Teruel?
-En la diócesis de mi país me tocó trabajar de todo. Cuando me ordenaron me destinaron a un colegio como formador. Era un colegio seminario menor y fui formador. Daba clases de religión, de latín, de filosofía y de música también. Aparte de esto durante las vacaciones iba a trabajar en las parroquias. Como las parroquias son muy grandes siempre durante las vacaciones ayudaba a los sacerdotes que están en los pueblos como los sacerdotes que tenemos aquí.
Pionero
-¿Fue pionero de los sacerdotes africanos en Teruel?
-Así es.Yo vine solo y para cumplir el convenio que tenemos entre las dos diócesis. Cuando vine vi que la cosa funcionaba, que me sentía a gusto y la diócesis también con la colaboración que había entre los obispos. Los sacerdotes me ayudaron a adaptarme a la Diócesis de Teruel por eso desde entonces han venido 5 sacerdotes de Camerún.
-¿Ahora cuántos sacerdotes de Camerún hay en Teruel?
-Ahora hay cinco. Dos en Calamocha, uno en Cantavieja, otro en Visiedo... El que ha venido para sustituirme está en Calamocha porque hay un centro de enseñanza de idioma para aprender español y también para ir aprendiendo lo que es la Diócesis de Teruel. También está para sacarse el carnet de conducir porque no hay convenio entre los dos países. Cuando venimos aquí nos dan 6 meses y a partir de este tiempo nos tenemos que sacar el carnet de conducir.
-¿Por qué vuelve a la diócesis de tu país, Kumbo?
-Todo tiene comienzo y su fin. Se cumple una etapa de lo que yo podía ofrecer y encima he terminado mis estudios de doctorado de teología. He sentido volver para seguir desarrollando mi ministerio allí. Siento que podido ofrecer lo máximo en estos diez años aquí.
-¿Se va con pena?
-Es un sentimiento un poco mixto. Me voy con pena porque de los 17 años que llevo de sacerdote, 10 los he desarrollado en Teruel. He pasado más de la mitad de mi ministerio sacerdotal en Teruel. Las nuevas experiencias me han ayudado mucho para crecer como persona. He hecho muchas amistades y me he enamorado mucho de Teruel de su diócesis y la gente. Me siento como un más, no como uno de fuera. Me han ayudado mucho de sentirme y de intégrame aquí. Cuando pienso en esto me da pena. Pero nosotros como sacerdotes, nuestra formación nos abre abrazar nuevos cambios en la vida y crecer como persona y sacerdote. Volver a mi país también es una buena cosa porque me va a dar una nueva oportunidad para poner en marcha todo lo que he aprendido aquí para poder mejorar la vida pastoral en Camerún. Todo es aprender y dar, no aprender y que se quede conmigo. Quiero ofrecer a mi gente todo lo que he aprendido aquí. Quiero expresar mi agradecimiento a la Diócesis de Teruel desde los obispos a los sacerdotes lo que me han ayudado. Agradecimiento a los pueblos donde he sido su párroco , a los feligreses y entidades que me han ayudado a crecer como persona y vivir esta experiencia que he tenido. La Diócesis de Teruel-Albarracín siempre será mi diócesis. Yo me he enamorado de Teruel por su acogida y su solidaridad.
Sacerdocio rural
-¿Siempre ha sido sacerdote rural?
-Sí. Desde que llegué he estado en ambiente rural. Llevo 5 pueblos. Comencé con Cedrillas, El Pobo, Monteagudo del Castillo, Ababuj y luego me añadieron El Castellar. Cinco pueblos. Para mí ha sido un gran regalo vivir con la gente de estos pueblos.
-¿Cómo ve la Iglesia en el mundo rural?
-La iglesia en el mundo rural se está quedando con poca gente. Cada vez se ve menos asistencia a las iglesias porque se va muriendo la gente mayor. Por otra parte esto nos obliga a pensar a la Iglesia fuera del templo. La Iglesia en el mundo rural da buenas oportunidades de poder acercarte a la gente y esto en las ciudades no es tan fácil. En el mundo rural conoces a todos y esto facilita un encuentro personal y un acompañamiento mejor. Con los nacimientos y fallecimientos puedes a conocer a todos, puedes llegar y acercarte como sacerdote y tener encuentros cristianos con cualquiera.
-¿Qué futuro ve a la Iglesia rural en Teruel?
-Cada tiempo marca un nuevo paso para la Iglesia. Actualmente estamos pasando una nueva etapa en la Iglesia. Los cambios que hay son cambios que nos están indicando el Espírito Santo para pensar en la nueva manera de vivir la Iglesia. Este tiempo en el que estamos me alegra que el Papa haya visto esa necesidad que tenemos todos convocando a la Iglesia al sínodo para hablar todos y ver por donde tenemos que mejorar y donde tenemos que empujar con el fin de que la Iglesia vaya mejor. En el mundo rural tenemos que intentar estar donde está la gente con el fin de que no se pierdan sus raíces cristianas. La sociedad española está construida con la base cristiana. La idea es trabajar juntos con el fin mejorar la Iglesia, no una Iglesia como una empresa que trata a un cliente. Todos formamos parte de la Iglesia.
-¿Ha estado muy involucrado en la vida social de Cedrillas, incluso es cantador de jotas?
-Sí. Para mí ha sido una forma de culturizarse. Cuando uno se va a un sitio nuevo lo primero que tiene que hacer es escuchar, ver como vive la gente. Cuando vine aquí intenté mirar como vive la gente aquí y me di cuenta que la gente es muy sociable con muchos aspectos culturales. Como me gusta cantar vi que la jota era una forma de integrarme en el pueblo y de aprender algo de la cultura aragonesa. He intentado integrarme con los jóvenes, con los mayores y en el campo. Tengo un huerto. Para mí cantar jotas es un momento de gozo, de poder compartir, de socializarme porque además son ratos que nos lo pasamos muy bien. Cuando hay un cumpleaños, cuando hay una misa cantamos a gusto. Al final se crea una pequeña familia donde compartimos la vida y celebramos lo que somos.
Doctorado por la Facultad de Valencia
El sacerdote diocesano Marcel Bikongnyuy Gham, párroco de Cedrillas, El Pobo, Ababuj, Monteagudo del Castillo y El Castellar es doctor en teología. A finales del pasado año defendió en Valencia su tesis doctoral titulada Inculturar el cristianismo africano. Reto y problema en la propuesta de Engelbert Mveng.
Marcel Bikongnyuy Gham explica que “el tema de la investigación, Inculturar el cristianismo africano. Reto y problema en la propuesta de Engelbert Mveng parte del hecho de que el desafío de inculturar el mensaje de Cristo en un lenguaje perceptible por los africanos sigue siendo una necesidad crítica para el cristianismo africano. El colonialismo había negado a África su propia civilización y tildó a sus tradiciones culturales de bárbaras. Y la pregunta es, ¿cómo podía desarrollarse un genuino cristianismo africano en un vacío cultural? Lo obvio era que la fe cristiana únicamente podía vegetar como un cristianismo occidental importado de segunda mano. A este respecto, el resultado fue la tantas veces deplorada fragmentación de la personalidad africana. Para que el cristianismo pudiese echar raíces en la cultura africana con su específica religiosidad, era necesario valorar la cultura africana y desarrollar un cristianismo con carácter africano. En el fondo, el planteamiento era cómo convertir la fe cristiana en cultura africana cristiana para que fuera plenamente recibida, completamente pensada, totalmente vivida”.
Discusión teológica
“Entre los desarrollos más importantes que se han producido en la discusión teológica de la cuestión, se cuenta la aportación del notable teólogo jesuita camerunés Engelbert Mveng. Desde un campo eclesio-antropológico teológico, este autor hace hincapié en lo que es necesario para entender lo que significa hacer que la teología sea relevante en el contexto africano. Su propuesta trata de determinar el sentido de la cultura negroafricana para el cristianismo, tratando de valorar y de explorar caminos aceptables de superación que expresen la relación estrecha entre las dos realidades. De ahí se percibe la dialéctica del diálogo fe cristiana – cultura negroafricana donde habría que analizar la problemática de la inculturación para el cristianismo africano. Esta problemática es la que Mveng plantea y a la que intenta ofrecer una respuesta con un discurso auténticamente africano y fundamentado en la herencia religiosa cultural negroafricana”.
“Y lo que nos importa subrayar con claridad, tras recorrer sus aportaciones, es que la Iglesia no puede ayudar a la salvación de los africanos si no lo hace en su medio, en el propio medio viviente que forma su cultura. De esta forma compartimos dos afirmaciones relevantes: la inculturación es una exigencia del cristianismo africano; y la cultura de los africanos es el lugar privilegiado donde el Evangelio puede convertirlos en verdaderos cristianos y auténticos africanos”.