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El Castillo de Cedrillas, un enclave que pasó de ser asentamiento romano a aldea medieval fortificada El Castillo de Cedrillas, un enclave que pasó de ser asentamiento romano a aldea medieval fortificada
Vista aérea del Castillo y de Cedrillas, desde el oeste, antes de la restauración. Pedro Julve/Archivo Qualcina

El Castillo de Cedrillas, un enclave que pasó de ser asentamiento romano a aldea medieval fortificada

La cita más antigua aparece en el Fuero de Cuenca, que hace referencia a la batalla de Monteagudo de 1191
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El topónimo Castillo de Cedrillas resulta un tanto equívoco. Si pudiéramos retroceder 500 años en el tiempo, nos sorprendería ver que ese sitio era, en realidad, un bullicioso pueblo, con su iglesia, casas y calles; y que el castillo suponía solo una ínfima proporción. Pero si en lugar de 500 años, retrocediéramos 2000, la sorpresa aún sería más grande, puesto que fue un enclave romano de cierta relevancia

El 17 de marzo de 1611, hace casi 413 años, Juan Bautista Labaña visitó Cedrillas, dentro de su periplo aragonés. Este geógrafo portugués indica que el pueblo está “situado en la falda de un cerro, cuya cumbre es una peña alta que alrededor está tallada y cercada de una pared gruesa con dos torres, que abrazan un buen espacio llano donde antiguamente estuvo el lugar [de Cedrillas], que por la incomodidad se fue pasando a la ladera del cerro”.

Subió a lo más alto de esta posición para tomar mediciones cartográficas; en ese tiempo, aún se debían reconocer las calles, flanqueadas por edificios en ruinas, abandonados unas décadas antes. Dentro de ese amasijo de escombros, se mantenía en pie la antigua parroquial, transformada en ermita; y, cómo no, el imponente recinto amurallado que durante más de cuatro siglos había protegido el núcleo de población.

Poco a poco, la tradición oral sumió en el olvido al antiguo pueblo, pero mantuvo la memoria del pequeño castillo asociado, atribuyéndole todas las estructuras visibles y una cronología imaginaria (“del tiempo de los moros”). De esta forma, ya en 1847, Pascual Madoz lo menciona como un “antiguo castillo morisco”.

Estructuras del medievo

Las primeras referencias a Cedrillas se asocian a la Batalla de Monteagudo (1191), en la que las tropas aragonesas derrotaron a las castellanas, consolidando definitivamente el control sobre este territorio. Este enfrentamiento bélico aparece mencionado en el Fuero de Cuenca como “quando la de Cedriellas”, pudiendo ser esta la cita más antigua a la localidad.

Desde sus orígenes, la aldea se situó en la cumbre del cerro, en lo que conocemos como “Castillo”, alcanzando pronto una considerable pujanza. Rodeada por un potente recinto defensivo construido sobre los restos de la antigua muralla ibero-romana, casi desde sus orígenes debió contar con dos portales, uno en la parte septentrional y otro en la meridional; al principio, eran simples vanos abiertos directamente en la muralla; pero durante las primeras décadas del siglo XIV, el portal meridional se transformó en una torre-puerta, que ofrecía una mayor prestancia y protección.

 

Vista exterior de las fortificaciones noroccidentales


Las defensas del enclave se completaban con el castillo “propiamente dicho”, una sólida torre integrada en la parte oriental del recinto, con varias dependencias anexas; en las últimas décadas del siglo XIV o en las primeras del XV, fue sustituido por una nueva torre de gran porte, situada en el extremo occidental.

La iglesia parroquial de Santa María, citada desde 1212, se situaba en la zona central de la cumbre, junto a lo que pudo ser una plaza. Gracias a las excavaciones arqueológicas, realizadas entre los años 2009 y 2010, y a la documentación, sabemos que era un templo de reducidas dimensiones (menos de 120 metros cuadrados). Tenía una sola nave, con cubierta de madera apoyada directamente sobre los muros laterales, testero recto y una tribuna ligeramente elevada a los pies; la puerta de acceso, con arco de ladrillo, se abría en la fachada meridional; la pila bautismal estaba en el centro del templo, frente a la citada puerta. Además del retablo principal, pintado sobre tabla y dedicado a San Salvador, en el siglo XVI el templo contaba con otros cuatro retablos pintados y con un Calvario de bulto redondo

El resto de los más de 7.000 metros cuadrados de superficie del enclave, estaba ocupado por estrechas calles y casas de dimensiones modestas, mayoritariamente adosadas a la muralla.

Evolución de la población

En el monedaje de 1342, Cedrillas figura con 171 “vecinos fiscales”, cifra que podría equivaler a algo más de 400 habitantes. Pero la Peste Negra (1348), la Guerra de los Dos Pedros (1356-69), una sucesión de plagas y sequías y una intensa crisis económica, ocasionó un grave declive demográfico; hasta el punto de que en 1385 contaba con solo 69 “vecinos fiscales” (menos de 200 habitantes).

La recuperación demográfica debió ser lenta. Tuvo que pasar más de un siglo, para que la población retornara a los 400 habitantes (fogaje de 1495). Pero ya para entonces, las cosas estaban empezando a cambiar. Una parte cada vez más importante de la población se fue desplazando a un arrabal situado al pie del cerro, junto a un cruce de caminos cercano a la vega del Mijares; es decir, donde se encuentra el actual casco urbano. Al principio, debió ser un proceso lento; pero la disminución de las necesidades defensivas asociada a la unión dinástica de Aragón y Castilla, favoreció este traslado, huyendo de las incomodidades y estrecheces de la cumbre.

Hacia 1554 debió de acometerse la última gran obra pública en la antigua aldea medieval: la construcción de un nuevo cuerpo de campanas sobre la antigua torre-puerta. Pero el proceso era irreversible: el arrabal extramuros fue adquiriendo cada vez más relevancia, en detrimento del vetusto asentamiento. Por si fuera poco, en 1569 se construyó la fuente contigua a la ermita de San Salvador (actual plaza de la Constitución), de forma que el arrabal tenía un suministro de agua del que se carecía en la cumbre; en esos mismos años, se edificaron las Casas del Concejo, lo que implicaba el definitivo traslado del poder político al nuevo emplazamiento. La traslación de la parroquial se hizo poco tiempo después, quedando la antigua iglesia relegada a la función de ermita.

Los últimos habitantes ya habían abandonado la antigua aldea, cuando la visitó Labaña, a finales del invierno de 1611. Hoy en día, la mayor parte de las casas y calles donde vivieron y por donde transitaron las quince primeras generaciones de cedrillenses, siguen como las dejaron sus últimos moradores. La antigua aldea de Cedrillas se encuentra fosilizada en el siglo XVI.

Las mayores sorpresas

Pero en el subsuelo del “Castillo” no solo se conservan restos de la Baja Edad Media. Este emplazamiento ya estuvo ocupado más de mil quinientos años antes de la instalación de la aldea de Cedrillas. Unos 700 años antes de Cristo, estaba habitado por gentes que ya controlaban la tecnología del hierro.
 

Vista suroriental del conjunto fortificado


En el siglo III antes de Cristo, sobre ese primer poblado se instaló un extenso asentamiento ibérico, que se mantuvo hasta época imperial romana. Este núcleo de población fue creciendo y extendiéndose por la ladera meridional, hasta llegar (por lo menos) a la actual iglesia parroquial. Y seguramente fue el principal centro político, económico y demográfico de un amplio territorio, que comprendía los llanos de El Pobo, el Alto Alfambra y la parte más oriental de la Sierra de Gúdar.

Prueba de su pujanza es una excepcional pieza conservada en Madrid, en el Museo Arqueológico Nacional. Se trata de una tésera de hospitalidad datada en torno a los años 70 antes de Cristo, que parece proceder del Castillo de Cedrillas. Una tésera de hospitalidad es el fruto de un pacto sagrado e inviolable, suscrito entre dos partes; cada uno de los firmantes se quedaría con una de estas piezas, que encajan entre sí y que constituyen la prueba material del pacto.

En el caso de la tésera del Castillo, es una pieza de bronce, que en el anverso representa dos manos entrelazadas y en el reverso incorpora un texto en latín: "Tésera de hospitalidad, con Publio Turulio, hijo de Publio de la tribu Mecia". Se trata de una pieza única, que encajaría con otra gemela (posee un machihembrado en sus laterales), que debió quedar en manos de la otra parte que suscribió el pacto.

Es posible que Publio Turulio formase parte de los Turulli, una importante familia de origen itálico asentada en Carthago Nova (Cartagena) que basaba su riqueza e influencia en la explotación y comercio de metales. El otro contrayente pudo ser un íbero o celtíbero, afincado en el asentamiento del Castillo de Cedrillas o que, al menos, pasó por él. Cartagena se sitúa a unos 11 días andando de Cedrillas.

Aunque persiste alguna duda sobre si esta tésera procede del Castillo de Cedrillas o de otro castillo de la provincia, los hallazgos arqueológicos asociados a las excavaciones de 2009-10 (dirigidas por Miguel Ángel Herrero, Javier Ibáñez y Rosa Loscos), parecen corroborarlo; como las evidencias de una potente muralla ciclópea, construida con grandes bloques escuadrados de piedra, algunos de ellos de una tonelada de peso; o la detección de un edificio público romano de cierta entidad, al que pertenecían varios tambores de columna presentes en distintos puntos del recinto.

¿Y el futuro?

Ya sabemos que el Castillo de Cedrillas guarda mucha información (y posiblemente más sorpresas) sobre el pasado de este territorio. Pero ¿qué deparará el futuro a este emplazamiento? Eso resulta más difícil de prever.

Pero la lógica parece apuntar a que, una vez que ya somos conscientes del enorme potencial patrimonial del emplazamiento, se procederá a estudiar, consolidar y poner en valor el enclave, transformándolo en el recurso turístico-cultural más atractivo y visitado del municipio. Esperemos que este futuro se confirme y no se demore mucho en el tiempo.