De las eras al enchufe, Luco del Jiloca enciende su futuro en verde
La primera Comunidad Energética de Aragón lleva año y medio funcionandoEn Luco del Jiloca ahora las facturas de la compañía eléctrica son más livianas. Una treintena de hogares consumen luz de kilómetro 0, fabricada en su propio huerto solar, situado en las antiguas eras, a pocos metros de sus viviendas y gestionado por una comunidad energética, la única de Teruel y la primera de Aragón. El pueblo que está liderando la revolución de la energía local de autoconsumo apenas tiene 75 habitantes censados y sólo 30 de ellos duermen allí en invierno.
La idea surgió por parte de un grupo de jóvenes inquietos del municipio, que decidieron aprovechar las numerosas horas de sol que hay en Teruel para generar energía verde a través de una planta fotovoltaica de la que se abastecieran las casas del pueblo y que gestionarían de manera colectiva. Sus vecinos enseguida apostaron por esta transición ecológica y pronto sumaron más de una veintena de socios que ahora se han convertido en 31, entre los que la mayoría son personas que viven durante todo el año en Luco, aunque también los hay que tienen en esta pedanía de Calamocha su segunda residencia y que, con el ahorro en el gasto energético del que se benefician cada vez alargan más sus estancias en el pueblo.
El Ayuntamiento también forma parte de la cooperativa y los diferentes edificios municipales, como el consultorio médico; el bar y la casa rural; el pabellón multiusos; las antiguas escuelas, ahora convertidas en un espacio multifuncional tanto para el ocio como destinado al teletrabajo; o la ermita de Santa Bárbara, se abastecen de energía verde.
Los vecinos se han adaptado muy bien a los horarios en los que la luz les sale gratis, que son aquellos en los que más luce el sol. “Pongo los electrodomésticos en las horas centrales del día y, en invierno, conecto los calefactores a primera hora de la tarde, cuando aún es de día, para que la casa se vaya templando y así ahorrar en la calefacción de gasoil”, relata Mari Luz Franco.
La mujer, que tiene en Luco su segunda residencia, tuvo claro desde el principio que se sumaba a la cooperativa: “Es una manera de ahorro personal y de favorecer el cuidado de la naturaleza, pero también un beneficio para el pueblo, que está siendo un ejemplo para otros. La luz de kilómetro 0 es una muy buena opción”, asegura.
Beatriz Matz tampoco dudó del proyecto y es la socia número 3 de la Comunidad Energética de Luco del Jiloca. Reside en el pueblo y tiene muy controlados los horarios para poner los electrodomésticos, de forma que en los primeros meses, que fue cuando estudió con más detalle las facturas y comparó con las anteriores, notó un ahorro de en torno al 70%. Utiliza las horas de sol para poner la lavadora, el lavavajillas e incluso cocinar, aunque reconoce que la calefacción no la tiene de luz. El hecho de que fueran sus propios vecinos los que propusieron la idea fue para ella una garantía y apunta que algo parecido les ocurrió a otros muchos habitantes del pueblo.
La idea de la Comunidad Energética de Luco del Jiloca comenzó a gestarse en el año 2020 y a finales de 2021 ya estaba el huerto solar instalado, aunque hasta abril de 2023 no se puso en marcha. Ahora consta de 63 kilowatios pico de potencia distribuidos en 120 placas. Los que se apuntaron en los inicios del proyecto abonaron 650 euros por kilowatio contratado y, después, hubo una segunda inversión que ya supuso un desembolso de 1.000 euros. Ahora el que quiera entrar tiene que pagar 1.300 euros por kilowatio y cada persona ha contratado lo que necesita puesto que antes se realizó un estudio de las hogares de los asociados para conocer la demanda real. Precisamente en este sentido el presidente, promotor y cofundador de Luco Energía, Carlos Aríñez, destaca que sólo con ajustar la potencia a la necesidad energética de cada hogar ya muchos notaron un ahorro importante en la factura, incluso antes de realizar la transición verde.
Antes de arrancar el proyecto realizaron una campaña micromecenazgo con el fin sufragar algunos de los gastos derivados de la puesta en marcha y “en menos de dos meses se obtuvieron casi 6.000 euros”, detalla Aríñez, quien expone que esas aportaciones particulares fueron fundamentales para “dar los primeros pasos y cubrir los gastos iniciales”.
La Comunidad Energética de Luco es pionera en Aragón y quiere servir de ejemplo a más zonas rurales que apuesten por este modelo de renovables. Por eso, han constituido una cooperativa de trabajadores asociados, Optimener, que forma parte de una Oficina de Transformación Comunitaria (OTC) financiada por la Unión Europea y cuyo objetivo es difundir el modelo, propiciando así que se replique en localidades tanto de Aragón como de la provincia de Guadalajara. Los integrantes de Optimener ofrecen charlas y ayudan con los trámites a otros municipios que quieren montar su propio huerto solar.
Todos los integrantes de esta cooperativa están encantados con el funcionamiento, tanto por el ahorro personal que han constatado en cada una de sus facturas como por su aportación al medio ambiente. También, aseguran por la repercusión y notoriedad que ha tenido el proyecto en medios de comunicación y empresas vinculadas al sector de la energía. El reconocimiento al trabajo llegó incluso antes de que comenzaran a generar energía y en junio de 2022 la cooperativa recibió el Premio Medio Ambiente del Gobierno de Aragón en la categoría de contribución al Medio Ambiente Rural.
Sin embargo, como expone Carlos Aríñez, no todo ha sido un camino de rosas porque la legislación es incipiente y tanto la administración como las distribuidoras “deben actualizarse y dejar paso a que este tipo de proyectos formen parte del panorama energético”. El impulsor de Luco Energía destaca la necesidad de formar a los técnicos municipales con el objetivo de que aprendan a realizar los trámites y también a comercializadoras y distribuidoras para que cuenten con personal especializado en este tipo de iniciativas.
En Luco la energía renovable de la planta fotovoltaica llega directamente desde la era hasta los hogares y esta transición ecológica, donde la sostenibilidad es la principal carta de presentación, está suponiendo un impulso importante para asentar población. Así, además de la actividad económica que ha surgido para extrapolar el proyecto más allá del Jiloca, los consumos de los hogares conectados muestran que cada vez sus propietarios pasan más tiempo en un pueblo cuyo futuro es, sin duda, verde.