Reconstrucción figurada de la isla volcánica efímera de Camarena hace 170 millones de años y fósiles de plantas halladas con marcas de herbivoría. Palaeo 3
Camarena fue hace 170 millones de años una isla volcánica colonizada por insectos
Un artículo científico de la Universidad de Vigo revela la interacción entre plantas y artrópodos
Lo que hoy es el término de Camarena de la Sierra fue hace 170 millones de años una isla volcánica en medio del mar, a unos 150 kilómetros de la costa, que surgió de forma similar a lo que está pasando desde el mes de septiembre con el volcán de la isla de La Palma. Una erupción volcánica creó un islote por el flujo del magma emitido que, cuando cesó y fue posible el desarrollo de la vida, dio lugar a un pequeño territorio que acabó colonizado por plantas e insectos. Una investigación en paleobotánica de la Universidad de Vigo, liderada por Artai Santos López, ha revelado la existencia de esta isla volcánica efímera y la primera referencia de interacciones planta-insecto del Jurásico Medio en la Península Ibérica, la era en la que vivieron los dinosaurios.
Por supuesto, esta isla jamás fue colonizada por los dinosaurios porque se encontraba lejos del continente, pero hasta ella sí llegaron los insectos mediante un transporte que ha sorprendido a los investigadores por lo alejada que estaba la tierra firme, según reconoció a este periódico uno de los autores de la investigación, Bienvenido Diaz.
El artículo científico que revela la existencia de esta isla volcánica efímera, así como de la presencia de interacciones entre plantas e insectos por los fósiles encontrados en un yacimiento que se encuentra entre Camarena de la Sierra y La Puebla de Valverde, ha sido publicado en la revista científica Palaeo 3 (Palaeogreography, Palaeoclimatology, Palaeoecology de Science Direct).
La investigación identifica por primera vez en el Jurásico Medio, hace 170 millones de años, interacciones entre plantas e insectos, pero indirectamente revela también un proceso geológico provocado por una erupción volcánica en el lugar donde hoy se encuentra Camarena de la Sierra. En aquel tiempo esta parte de la provincia era mar, aunque ahora, millones de años después, sea una zona montañosa debido a la orogenia provocada por la tectónica de placas y el empuje de las masas continentales causantes del pliegue del terreno y su elevación.
El autor que encabeza el artículo, Artai Santos, de la Universidad de Vigo, apostó por centrar su tesis doctoral en estos materiales aunque al principio solo estaba previsto hacer un estudio paleobotánico, tras haber encontrar en las hojas fosilizadas restos de herbivoría, que son las marcas que dejan los animales cuando se alimentan de ellas, en este caso los insectos.
La isla, cuando el magma se enfrió, acogió vida en forma de plantas e insectos. Fue colonizada por una flora dominada por gimnospermas, plantas sin flores, y los insectos llegaron a ella empujados por corrientes de aire desde el continente o flotando en troncos. Fue una isla volcánica efímera, que con el tiempo acabó desapareciendo por los procesos de erosión. Artai Santos profundizó en el estudio de los procesos de herbivoría detectados en los fósiles durante una estancia en Alemania con Torsten Wappler, doctor del Departamento de Historia Natural del Museo Estatal de Hesse (Hessisches Landesmuseum Darmstadt) y especialista en paleoentomología (la rama de la paleontología que estudia los insectos del pasado geológico) .
Juntos interpretaron las interacciones que se habían producido entre los insectos y las plantas en esta isla volcánica efímera, dando lugar al artículo científico publicado ahora con el título A Robinson Crusoe story record: Plant-insect interactions from a Middle Jurassic ephemeral volcanic island (Eastern Spain) (Una historia de Robinson Crusoe en el registro fósil: interacciones planta-insecto de una isla volcánica efímera del Jurásico Medio). Además de Santos, Wappler y Diez, firman también el artículo Luis Miguel Sender, del Área de Paleontología de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Zaragoza, y Michael S. Engel, de la Universidad de Kansas en Estados Unidos.
Bienvenido Diez y Luis Miguel Sender son codirectores de la tesis doctoral de Artai Santos y conocedores de la riqueza paleobotánica de la provincia de Teruel, que han visitado con frecuencia y donde han realizado prospecciones que han dado lugar a hallazgos de relevancia internacional.
En las conclusiones del artículo se indica que en total se encontraron en los fósiles turolenses once morfotipos diferentes de marcas de insectos provocadas por la alimentación en los márgenes de las hojas o en superficie, agujeros, perforación y succión y también puesta de huevos.
Consideran que estas marcas fueron dejadas por “diferentes grupos de insectos que lograron colonizar la isla”, pertenecientes a distintos grupos como escarabajos, libélulas, chinches y mariposas. Aseguran que las interacciones, comparadas con las identificadas en otras floras continentales del Jurásico Medio, indican que la diversidad de insectos era “relativamente baja”.
Esto se debe a que el ecosistema de la que han bautizado como “isla volcánica de Camarena” estaba aislado, a unos 150 kilómetros del continente, lo que explicaría, según detallan las conclusiones del artículo, “que muchos grupos de insectos no pudieron llegar a la isla, y que la existencia de un puente para la dispersión a través de un corredor de islas que conecta Camarena con el continente es poco probable”.
Los autores precisan que debido a las grandes distancias con las masas continentales, los insectos llegaron a la isla por accidente. Argumentan que la forma como pudieron llegar por la interpretación paleogeográfica de la isla y los tipos de insectos inferidos, es probable que fuese mediante “métodos de dispersión pasiva como el rafting o la flotación, donde los insectos serían arrastrados hacia el pleustron, o volando con corrientes de aire veloces”.
También es posible que algunos insectos hubieran podido llegar a la isla “por transporte sobre o dentro de algún sustrato, como troncos o restos de plantas flotando entre masas de tierra”, o incluso adheridos en vertebrados voladores como los pterosaurios, los reptiles voladores que eran los amos del cielo en la era de los dinosaurios. Apuntan incluso que en algunos pudieran haber llegado por vuelo activo en el caso de las mariposas.
Bienvenido Diaz destacó el hecho sorprendente de un desplazamiento tan alejado de la costa al estar a unos 150 kilómetros, aunque recordó que algo parecido pasó con los lemures cuando Madagascar estaba ya separado de África.
Por supuesto, esta isla jamás fue colonizada por los dinosaurios porque se encontraba lejos del continente, pero hasta ella sí llegaron los insectos mediante un transporte que ha sorprendido a los investigadores por lo alejada que estaba la tierra firme, según reconoció a este periódico uno de los autores de la investigación, Bienvenido Diaz.
El artículo científico que revela la existencia de esta isla volcánica efímera, así como de la presencia de interacciones entre plantas e insectos por los fósiles encontrados en un yacimiento que se encuentra entre Camarena de la Sierra y La Puebla de Valverde, ha sido publicado en la revista científica Palaeo 3 (Palaeogreography, Palaeoclimatology, Palaeoecology de Science Direct).
La investigación identifica por primera vez en el Jurásico Medio, hace 170 millones de años, interacciones entre plantas e insectos, pero indirectamente revela también un proceso geológico provocado por una erupción volcánica en el lugar donde hoy se encuentra Camarena de la Sierra. En aquel tiempo esta parte de la provincia era mar, aunque ahora, millones de años después, sea una zona montañosa debido a la orogenia provocada por la tectónica de placas y el empuje de las masas continentales causantes del pliegue del terreno y su elevación.
El autor que encabeza el artículo, Artai Santos, de la Universidad de Vigo, apostó por centrar su tesis doctoral en estos materiales aunque al principio solo estaba previsto hacer un estudio paleobotánico, tras haber encontrar en las hojas fosilizadas restos de herbivoría, que son las marcas que dejan los animales cuando se alimentan de ellas, en este caso los insectos.
La isla, cuando el magma se enfrió, acogió vida en forma de plantas e insectos. Fue colonizada por una flora dominada por gimnospermas, plantas sin flores, y los insectos llegaron a ella empujados por corrientes de aire desde el continente o flotando en troncos. Fue una isla volcánica efímera, que con el tiempo acabó desapareciendo por los procesos de erosión. Artai Santos profundizó en el estudio de los procesos de herbivoría detectados en los fósiles durante una estancia en Alemania con Torsten Wappler, doctor del Departamento de Historia Natural del Museo Estatal de Hesse (Hessisches Landesmuseum Darmstadt) y especialista en paleoentomología (la rama de la paleontología que estudia los insectos del pasado geológico) .
Juntos interpretaron las interacciones que se habían producido entre los insectos y las plantas en esta isla volcánica efímera, dando lugar al artículo científico publicado ahora con el título A Robinson Crusoe story record: Plant-insect interactions from a Middle Jurassic ephemeral volcanic island (Eastern Spain) (Una historia de Robinson Crusoe en el registro fósil: interacciones planta-insecto de una isla volcánica efímera del Jurásico Medio). Además de Santos, Wappler y Diez, firman también el artículo Luis Miguel Sender, del Área de Paleontología de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Zaragoza, y Michael S. Engel, de la Universidad de Kansas en Estados Unidos.
Bienvenido Diez y Luis Miguel Sender son codirectores de la tesis doctoral de Artai Santos y conocedores de la riqueza paleobotánica de la provincia de Teruel, que han visitado con frecuencia y donde han realizado prospecciones que han dado lugar a hallazgos de relevancia internacional.
En las conclusiones del artículo se indica que en total se encontraron en los fósiles turolenses once morfotipos diferentes de marcas de insectos provocadas por la alimentación en los márgenes de las hojas o en superficie, agujeros, perforación y succión y también puesta de huevos.
Consideran que estas marcas fueron dejadas por “diferentes grupos de insectos que lograron colonizar la isla”, pertenecientes a distintos grupos como escarabajos, libélulas, chinches y mariposas. Aseguran que las interacciones, comparadas con las identificadas en otras floras continentales del Jurásico Medio, indican que la diversidad de insectos era “relativamente baja”.
Esto se debe a que el ecosistema de la que han bautizado como “isla volcánica de Camarena” estaba aislado, a unos 150 kilómetros del continente, lo que explicaría, según detallan las conclusiones del artículo, “que muchos grupos de insectos no pudieron llegar a la isla, y que la existencia de un puente para la dispersión a través de un corredor de islas que conecta Camarena con el continente es poco probable”.
Los autores precisan que debido a las grandes distancias con las masas continentales, los insectos llegaron a la isla por accidente. Argumentan que la forma como pudieron llegar por la interpretación paleogeográfica de la isla y los tipos de insectos inferidos, es probable que fuese mediante “métodos de dispersión pasiva como el rafting o la flotación, donde los insectos serían arrastrados hacia el pleustron, o volando con corrientes de aire veloces”.
Desplazamiento
También es posible que algunos insectos hubieran podido llegar a la isla “por transporte sobre o dentro de algún sustrato, como troncos o restos de plantas flotando entre masas de tierra”, o incluso adheridos en vertebrados voladores como los pterosaurios, los reptiles voladores que eran los amos del cielo en la era de los dinosaurios. Apuntan incluso que en algunos pudieran haber llegado por vuelo activo en el caso de las mariposas.
Bienvenido Diaz destacó el hecho sorprendente de un desplazamiento tan alejado de la costa al estar a unos 150 kilómetros, aunque recordó que algo parecido pasó con los lemures cuando Madagascar estaba ya separado de África.
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