Calamocha se despide del restaurante Mariano y sus famosas cestas de navidad
Sus dueños cierran el establecimiento, que ahora tendrá unos nuevos propietarios, para disfrutar de su jubilaciónSi no fuera por los achaques, Mariano no habría dado el paso de vender el restaurante que lleva su nombre en Calamocha y que es uno de los más famosos de España por ofrecer cada año la cesta de Navidad más cara del país. Pero Mariano dice adiós, y con él, su imponente cesta.
La edad no perdona. No perdona ni hasta las cestas de Navidad, valoradas algunos años en cerca de medio millón de euros. “Se me queda un gran vacío”, afirma a Efe por teléfono desde el restaurante donde siempre ha atendido con amabilidad a los medios de comunicación.
Precisamente a esos medios a los que cada año explicaba con paciencia los detalles de una cesta con tantos productos que apenas caben en una crónica: desde lingotes de oro hasta coches, apartamentos, viajes o joyas. Así, hasta 500.000 euros, una valoración que más o menos mantendrá la que será la última cesta de Mariano y Manolo. “Queremos hacer algo especial por ser la última, y será igual o más grande que la del año pasado”, explica con la nostalgia del que ha dedicado toda una vida al negocio familiar.
Mariano Sanz empezó trabajando como camarero en el bar que la planta de Óscar Mayer tenía en Calamocha, relata, y cuando los cambios empresariales hicieron que el bar se pusiera a la venta, él lo adquirió para comenzar su andadura con el restaurante ‘Mariano’, famoso en toda España. A lo largo de estos años, Mariano y Manolo se han dejado los ahorros en reformas, y también la salud debido a esas incontables horas de trabajo que provoca sacar adelante un negocio familiar. Eso ha dejado buenos y no tan buenos momentos.
Echando la vista atrás, recuerda cuando se lanzaron a una gran reforma a pesar de la abultada carga de trabajo que debían soportar porque eran los tiempos en los que se construían la autovía mudéjar o el pantano de Lechago. Terminadas las obras, bajó la clientela y temió que las cosas no fueran bien. “Vaya ruina, pensaba, pero no lo decía”, reconoce ahora.
Pero el futuro del negocio cambió de color: “Tenemos amigos, no clientes”, insiste siempre. Que el restaurante de Mariano congregue a tantos amigos es también consecuencia de esa forma especial en la que allí se celebra la Navidad. “Empecé haciendo 25 cestas pequeñas”, recuerda, “y cinco acababan en Sevilla, otras cinco en Valencia o Teruel y diez en Calamocha”; pero pronto empezaron a incluir novedades: un lavavajillas moderno, un equipo de música o algún aparato electrónico llamativo.
Hace algo más de una década la cesta dio un gran salto y con la ayuda de su hija comenzó a crecer con objetos valiosos como determinados modelos de coches, que cuando no cabían dentro del restaurante, se colocaban en el tejado gracias a la ayuda de los vecinos y amigos y a cambio de un buen almuerzo.
Desde entonces, cada mes de noviembre las colas alrededor del restaurante anuncian que ha comenzado la venta de boletos de la cesta, que no pueden adquirirse por Internet y que atrae a clientes prácticamente de toda España.
No oculta la pena que le da dejar el restaurante al que ha dedicado toda una vida: “Me cuesta mucho, hasta incluso a mi mujer, que ha dedicado 16 horas diarias al restaurante durante media vida”. Pero Mariano y Manolo superan ya los 60 años y aspiran a una merecida jubilación.
En casa, pese a la fama del restaurante, no han encontrado el relevo generacional necesario cuando los achaques les han avisado de que “había que hacer algo” con el negocio. La venta, finalmente, ha sido la mejor opción.
La cesta de las navidades de 2018 será especial por ser la última de Mariano y Manolo, aunque los nuevos dueños les han asegurado que la mantendrán. Seguirán promocionando los productos de la tierra que les han hecho famosos y platos como la oreja, los sesos o hígados, “carnes frescas y buenas”. Y el nombre del restaurante permanecerá, tal y como les han pedido, así que Mariano, en cierto modo, no dice adiós. No del todo.