Calamocha inicia el parque etnológico con el lavadero de lanas y el martinete de cobre
La Fundación San Roque y el Ayuntamiento dan la vuelta patrimonial al entorno del Puente RomanoLa Fundación San Roque, que depende del Ayuntamiento de Calomocha, va a iniciar el parque etnológico Puente Romano con la restauración de la primera fase del lavadero de lanas y el martinete de cobre. La Fundación San Roque dispone de 144.000 euros del Fondo de Inversiones de Teruel para dos proyectos. Uno es para el Centro de Interpretación de la Batalla de Cutanda y el otro es para la creación del parque etnológico Puente Romano de Calamocha.
El técnico de la Fundación San Roque y del Ayuntamiento de Calamocha, Emilio Benedicto, señaló que el Fondo de Inversiones de Teruel aprobó los proyectos presentados de crear el parque etnológico Puente Romano de Calamocha y el Centro de Interpretación de la Batalla de Cutanda en el barrio rural de Cutanda.
Emilio Benedicto manifestó que el parque etnológico Puente Romano va unido también a la recuperación medioambiental de las riberas del Jiloca que se inició con el anterior taller de empleo y que va a continuar con el actual taller de empleo.
En esta línea, Emilio Benedicto explicó que las actuaciones que se van a iniciar en la primera fase de la creación del parque etnológico se centran en el lavadero de lanas y en el martinete de cobre, que están en el entorno del Puente Romano, que es Bien de Interés Cultural, y del río Jiloca.
Benedicto comentó que el otro edificio histórico en el entorno del Puente Romano, el molino harinero, el Ayuntamiento ha iniciado conversaciones con la propiedad para llegar a un acuerdo con el fin de restaurar este patrimonio e integrarlo en un futuro el parque etnológico.
El Fondo de Inversiones de Teruel aprobó en las últimas ayudas conceder 144.000 euros para los dos proyectos presentados por la Fundación San Roque de Calamocha en unas actuaciones que se van a iniciar en este año y que tienen que estar terminadas el 31 de enero de 2021.
El técnico de la Fundación San Roque y del Ayuntamiento de Calamocha avanzó que las actuaciones patrimoniales en el martinete de cobre se van centrar en la primera fase en la limpieza y en la recuperación de ingenios hidráulicos, noria, así como en el ajardinamiento del entorno.
En la actuación en el lavadero de lanas se va a centrar, tras el trabajo llevado por el taller de empleo con la construcción de un paso de madera, en el cubrimiento del patio donde están las pilas del lavado de las lanas que eviten su deterioro. “La idea es ver como funcionaban, como se trabajaba. En una segunda fase se abordará la recuperación de elementos”, reseñó.
En esta primera fase se tiene previsto invertir en total 63.000 euros, en el lavadero de lanas 36.000 euros y el resto en el martinete de cobre.
La Fundación San Roque el Ayuntamiento de Calamocha tienen previsto continuar con estas actuaciones de restauración patrimonial para poner en valor unos inmuebles históricos y que se ofertarán al turismo. “El lavadero de lanas se construyó en 1640 y duró hasta finales del siglo XIX”, comentó el doctor en historia Emilio Benedicto, quien añadió que “el martinete de cobre fue construido en el año 1689. En 1860 se abandonó”.
El lavadero de lanas era un conjunto que, en origen, contaba con infraestructura para realizar todas las tareas necesarias, como calderas para escaldar, la zona propiamente de limpieza formada por las pilas de lavado, y eras para el secado de la lana. Debido a la necesidad constante de suministro de agua, contó también con una gran noria para elevar las aguas del río Jiloca.
Actualmente solo conserva el patio de lavado, con cinco pilas en piedra, de planta circular y alineadas; los muros de soporte de la noria, y las ruinas de las viviendas de los mercaderes, en cuyas paredes se conservan grafitis de diferentes marcas ganaderas.En el interior del recinto se conservan también los restos de una capilla.
Por su parte, los martinetes de cobre o fábricas de arambre son industrias destinadas a la fundición y transformación del mineral de cobre utilizando la energía hidráulica. En estas fábricas de fundición podían distinguirse dos secciones: el área de fundición del mineral en hornos y el forjado y elaboración de los calderos de cobre. Ambas funcionaban con energía hidráulica.
El técnico de la Fundación San Roque de Calamocha valoró que unos inmuebles históricos que están en ruina se vayan recuperando y que junto a las actuaciones medioambientales que se están haciendo en el río Jiloca se logre un espacio de recreo y de cultura.
Con la actuación llevada a cabo por el anterior taller de empleo en el río Jiloca y que solucionó el problema de accesibilidad que tenía el lavadero de lanas y con la que se va hacer a través de la Fundación San Roque, el Ayuntamiento de Calamocha tiene previsto pedir que se retire de la lista roja del Patrimonio de Hispania Nostra, que se incluyó en 2012.
Lavadero de lana
El lavadero de lana es uno de los pocos que quedan en Aragón. Fue construido por Juan Colás y Antonio de Alfaro en el año 1646 por encargo del Concejo y utilizado para depurar las lanas que, procedentes de las sierras de Albarracín y del Jiloca, se comercializaban hacia el norte. Posteriormente, en el primer tercio del siglo XVIII, se amplió instalando una gran noria para elevar las aguas del río Jiloca. Ha estado en funcionamiento hasta finales del siglo XIX. Se encuentra cerca del puente romano de Calamocha, declarado por el Gobierno de Aragón Bien de Interés Cultural, BIC, y junto al río Jiloca.
El valle del Jiloca fue un importante centro del comercio lanero en la zona. En estas instalaciones se limpiaba la lana de impurezas, después del esquileo, por el sistema de escaldado para el que se utilizaban grandes pozas de sillería. Luego se aclaraba en un canal de lavado y se dejaba escurrir y secar al sol. Este proceso permitía reducir el volumen de la lana y así poderla enviar con más facilidad al resto de España y Europa. Acogían en un patio central todas las tareas relacionadas con la limpieza del producto (calderas, tinas, escurrideros, etc.).
De este patrimonio industrial apenas se conserva el patio de lavado, con cinco pilas de piedra, los muros que servían de soporte a una noria que abastecía de agua a la caldera, y las ruinas de las viviendas que cobijaban a los mercaderes. Tiene pinturas y graffitis con marcas de lana. En el interior del conjunto existía una ermita.