Escultura de arena que representa a la Madre Tierra realizada por el escultor Andoni Bastarrika en Jarque de la Val con motivo de la celebración del festival de arte ATuAire
Las raíces de la tierra fue el tema escogido por la asociación cultural el Torrejón para hilar las múltiples y variadas actividades organizadas con motivo de la segunda edición del festival de arte ATuAire celebrado en Jarque de la Val. Tras el exitoso estreno en 2022 con El agua que da vida como argumento, los organizadores contabilizaron este sábado a un mayor número de asistentes: más de medio millar para un pueblo en el que en invierno residen 40 vecinos.
Desde la asociación cultural El Torrejón, Nuria Ros sostuvo que el éxito del festival se debe a su carácter multidisciplinar y aseguró que lo repetirán en 2024 si se mantiene el apoyo institucional y ciudadano, dado que habían contado con muchas personas voluntarias a lo largo de la jornada.
El Torrejón propuso a los participantes desplegar su arte en torno a las raíces de la tierra concebidas como esos lugares por los que se siente un gran sentimiento de arraigo, las tradiciones o actos que definen su carácter propio, así como su entorno natural. Con esta temática se convocó un concurso de fotografía, y las obras participantes formaron parte de una exposición en el Ayuntamiento. Juan Joaquín Marqués por A flor de piel y Marciano Roche por Silla vacía fueron los dos primeros clasificados en la muestra.
Los mismos conceptos fueron lo que exploraron este sábado los participantes en el certamen de pintura rápida al aire libre y con técnica libre, que ganó Miguel Bruno Martínez.
El mercado de artesanía, que se abrió tras la inauguración del festival, contó en esta ocasión con 15 paradas, 5 más que el año pasado, en las que se ofrecieron obras y productos realizados por gente de la zona.
En paralelo, varios miembros de la Asociación Cultural Caliu, con el apoyo del Ayuntamiento de Aguaviva, hicieron una alfombra de serrín coloreado como las que cada 28 de agosto cubren las calles de su localidad con motivo de la festividad del Santísimo Misterio, declarada recientemente Fiesta de Interés Turístico de Aragón.
Y aunque Jarque de la Val no tiene playa, el escultor guipuzcoano Andoni Bastarrika dispuso de la arena suficiente para realizar una obra con la que rendir homenaje a la Madre Tierra con el rostro de una mujer y sus cabellos como raíces, que también servirá para celebrar este domingo el Día de la Madre. Una vez terminada su escultura, el artista enseñó a los más pequeños cómo hacer sus propias figuras.
Este fue uno de los talleres que tuvieron lugar a lo largo de la mañana, y que se repitieron por la tarde, como el de cerámica y barro impartido por Villa Rubei; Trazando huellas dirigido por el Colectivo Resiliencia Rural; el taller infantil Primavera decorativa a cargo de Dadú Mundo Rural Creativo.
La mañana terminó con la actuación de Los Titiriteros de Binéfar, que congregaron a un numeroso público que disfrutó del espectáculo En la boca del lobo en el escenario de la plaza del Ayuntamiento.
El festival de arte ATuAire de Jarque de la Val contó también con la presencia de Almudena Monferrer, de la vecina localidad de Cuevas de Almudén, que presentó su novela Traqueteo sin sonido ambientada en los tiempos de la construcción de la línea ferroviaria que debía unir Teruel con Alcañiz.
También los creadores del podcast de actualidad y cultura turolense y aragonesa Radio Monotes se sumaron al evento con la realización en directo de uno de sus programas, durante el que entrevistaron a los organizadores del festival y a varios de los artistas participantes.
Las personas que acudieron a Jarque atraídas por alguna de las actividades del programa pudieron disfrutar también de una guiada a la localidad en la que Lola Ramo les contó los valores artísticos e históricos de la localidad.
La música fue la protagonista del último tramo de la intensa jornada vivida este sábado en Jarque. Primero actuó El nido del aire, un grupo burgalés cuyas canciones parten de los ritmos y sonoridades tradicionales del folclore castellano con influencias de la música moderna. Y a continuación se subieron al escenario Las hijas de la Cumbia, esto es, Maca y Ale, para hacer bailar a todos los presentes.
Los participantes en el festival dispusieron durante todo el día de dos food trucks para reponer fuerzas. Y es que en una localidad con 70 habitantes censados de los que tan solo 40 pasan el invierno allí, “este sábado había más gente que el 15 de agosto”, en palabras de Nuria Ros, quien añadió que aún así el festival mantiene un ambiente familiar.
Desde la asociación cultural El Torrejón, Nuria Ros sostuvo que el éxito del festival se debe a su carácter multidisciplinar y aseguró que lo repetirán en 2024 si se mantiene el apoyo institucional y ciudadano, dado que habían contado con muchas personas voluntarias a lo largo de la jornada.
El Torrejón propuso a los participantes desplegar su arte en torno a las raíces de la tierra concebidas como esos lugares por los que se siente un gran sentimiento de arraigo, las tradiciones o actos que definen su carácter propio, así como su entorno natural. Con esta temática se convocó un concurso de fotografía, y las obras participantes formaron parte de una exposición en el Ayuntamiento. Juan Joaquín Marqués por A flor de piel y Marciano Roche por Silla vacía fueron los dos primeros clasificados en la muestra.
Los mismos conceptos fueron lo que exploraron este sábado los participantes en el certamen de pintura rápida al aire libre y con técnica libre, que ganó Miguel Bruno Martínez.
El mercado de artesanía, que se abrió tras la inauguración del festival, contó en esta ocasión con 15 paradas, 5 más que el año pasado, en las que se ofrecieron obras y productos realizados por gente de la zona.
En paralelo, varios miembros de la Asociación Cultural Caliu, con el apoyo del Ayuntamiento de Aguaviva, hicieron una alfombra de serrín coloreado como las que cada 28 de agosto cubren las calles de su localidad con motivo de la festividad del Santísimo Misterio, declarada recientemente Fiesta de Interés Turístico de Aragón.
Talleres creativos
Y aunque Jarque de la Val no tiene playa, el escultor guipuzcoano Andoni Bastarrika dispuso de la arena suficiente para realizar una obra con la que rendir homenaje a la Madre Tierra con el rostro de una mujer y sus cabellos como raíces, que también servirá para celebrar este domingo el Día de la Madre. Una vez terminada su escultura, el artista enseñó a los más pequeños cómo hacer sus propias figuras.
Este fue uno de los talleres que tuvieron lugar a lo largo de la mañana, y que se repitieron por la tarde, como el de cerámica y barro impartido por Villa Rubei; Trazando huellas dirigido por el Colectivo Resiliencia Rural; el taller infantil Primavera decorativa a cargo de Dadú Mundo Rural Creativo.
La mañana terminó con la actuación de Los Titiriteros de Binéfar, que congregaron a un numeroso público que disfrutó del espectáculo En la boca del lobo en el escenario de la plaza del Ayuntamiento.
El festival de arte ATuAire de Jarque de la Val contó también con la presencia de Almudena Monferrer, de la vecina localidad de Cuevas de Almudén, que presentó su novela Traqueteo sin sonido ambientada en los tiempos de la construcción de la línea ferroviaria que debía unir Teruel con Alcañiz.
También los creadores del podcast de actualidad y cultura turolense y aragonesa Radio Monotes se sumaron al evento con la realización en directo de uno de sus programas, durante el que entrevistaron a los organizadores del festival y a varios de los artistas participantes.
Las personas que acudieron a Jarque atraídas por alguna de las actividades del programa pudieron disfrutar también de una guiada a la localidad en la que Lola Ramo les contó los valores artísticos e históricos de la localidad.
La música fue la protagonista del último tramo de la intensa jornada vivida este sábado en Jarque. Primero actuó El nido del aire, un grupo burgalés cuyas canciones parten de los ritmos y sonoridades tradicionales del folclore castellano con influencias de la música moderna. Y a continuación se subieron al escenario Las hijas de la Cumbia, esto es, Maca y Ale, para hacer bailar a todos los presentes.
Los participantes en el festival dispusieron durante todo el día de dos food trucks para reponer fuerzas. Y es que en una localidad con 70 habitantes censados de los que tan solo 40 pasan el invierno allí, “este sábado había más gente que el 15 de agosto”, en palabras de Nuria Ros, quien añadió que aún así el festival mantiene un ambiente familiar.
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