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De pócimas y venenos De pócimas y venenos

De pócimas y venenos

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Asunción Vicente

En nuestro lenguaje coloquial, denominamos pócima a un brebaje en forma líquida, elaborado con diversas hierbas, que puede tener poderes mágicos o venenosos. Los venenos tienen claramente un poder maléfico, son una ponzoña, ya sea sólida, líquida o gaseosa, capaz de producir una lesión o enfermedad e incluso la muerte, al ser absorbidos por el organismo. La lista de sustancias venenosas es muy amplia provienen de plantas, animales o elementos de la tierra. La sustancia venenosa entra en el cuerpo por distintas vías: ingestión, inhalación, absorción o inyección, atacando al organismo a nivel celular y neurológico. Las pócimas y los venenos han sido protagonistas de muchos sucesos que han cambiado la historia, pues han estado presentes desde la más remota antigüedad y aún hoy tienen presencia, de una u otra forma en nuestro mundo de una manera más sofisticada.

Paracelso, notable alquimista del siglo XVI trabajó en la creación de combinaciones de plantas o sus extractos con sustancias minerales diversas y consideraba que poseían poderes ocultos. Sin embargo, ya hace distinciones entre veneno y remedio, en muchas ocasiones la diferencia entre ellos depende tan solo de la dosis usada, premisa que abrió el campo a una nueva disciplina: la toxicología. Las plantas que tienen propiedades medicinales pueden resultar mortales dependiendo de cómo y cuánto se usa, por tanto, la historia está llena de envenenamientos provocados y accidentales movidos por el deseo de curar y no de envenenar. Provocar un envenenamiento es un hecho frío y deliberado, la víctima no lo sabe, es confiada, pero el envenenador tiene un plan perfectamente calculado que ejecuta hasta los más mínimos detalles.

Sumerios y egipcios conocían el opio y la belladona. En la Odisea, Homero nos relata cómo Ulises envenena sus flechas con eléboro; el padre de la filosofía occidental Sócrates, es condenado por impiedad y obligado a beber la cicuta, Cleopatra se suicida por la mordedura de un áspid, o dos, según algunos autores; aunque tal vez no sucedió de esa forma y el veneno elegido se tratara de una combinación de opio, acónito y cicuta que le permitiera adormecerse yéndose lentamente. Mitrídates, rey del Ponto, inventó el mithridatium elaborado con distintas plantas y venenos combinados hasta cincuenta y cuatro, que tomaba en pequeñas cantidades para volverse inmune, pócima a la que Galeno añadió sustancias hasta cincuenta y siete, incluyendo carne de víbora, estando presente en los recetarios hasta bien entrado el siglo XVII. Agripina, esposa del emperador Claudio gozaba de una reputada fama de envenenadora y la usó con su marido y otros miembros de su familia, fueron las setas, probablemente Amanita muscaria la responsable de la muerte del emperador. Beethoven, hombre irascible y depresivo, atribuía su enfermedad a un envenenamiento que pudo deberse al plomo. En China, el emperador Qin Shi Huang buscando el secreto del elixir para prolongar la vida, logró que sus alquimistas le proporcionaran mercurio y arsénico en sus preparados con fatal resultado.

No conocemos la composición exacta de la cantarella, se cree que contenía fosforo, acetato de plomo y arsénico. Se hizo famosa en el renacimiento a raíz de la difusión de la leyenda negra borgiana, acusando a Alejandro VI y su familia de utilizarla con sus enemigos debidamente camuflada en anillos de bisagra o alfileres, pero en esa época, la combinación del arsénico y el vino era el método preferido de envenenamiento aprovechando fiestas o banquetes, y la necesidad de eliminar enemigos sin que apenas se notara.

Mozart, estaba convencido en su lecho de muerte de haber sido envenenado con agua tofana un veneno creado por la italiana Giulia Tofana, cuya composición desconocemos, pero que acabó con la vida de muchos maridos lenta y cautelosamente. Catalina de Médicis, en la corte francesa, introdujo nuevos métodos muy sofisticados, a la par de guantes perfumados, guantes envenenados. La famosa cantárida conocida como estimulante sexual, era extremadamente peligrosa a dosis altas, se extraía de los escarabajos amapola de color verde y fue la responsable de muchas muertes de varones en su afán de procrear a toda costa. Los polvos de herencia cumplían su misión para conseguir dinero, bienes o prebendas y eliminar competidores en el seno de muchas familias; contenían opio, acónito, arsénico y belladona. En los juicios de las brujas de Salem, el estado de posesión diabólica de las enjuiciadas se debía a un hongo parásito del centeno y de otros cereales, el Claviceps purpurea con toxinas productoras de alucinaciones. En el siglo XIX el arsénico se hizo famoso como veneno muy peligroso al estar presente en la adulteración de alimentos de forma accidental, así como el fosforo blanco, causante de las necrosis mandibulares en trabajadoras de las fábricas de cerillas, por elaborarlas sin protección en sus manos. El antimonio, la estricnina, el cloroformo y el cianuro irrumpen con fuerza causando muchos casos de envenenamiento en el siglo XIX necesitándose muchos pastelillos envenenados con cianuro, para intentar acabar con Rasputín al que hubo que rematar a pistola, tal era su resistencia al veneno.

Los tiempos modernos han dado paso a nuevas formas de envenenamiento de carácter masivo o personalizado, con nuevas toxinas de producción industrial que se desarrollan como armas de guerra y hacen su aparición en los conflictos del siglo XX y siglo XXI, algunos hemos podido verlos aplicados de forma individual en casos muy conocidos de disidentes políticos, que han llenado las páginas de los periódicos, otros pueden acoplarse a bombas y misiles envenenado desde las alturas. Del gas sarín a las toxinas radiactivas, del Talio, el Polonio 210 y la Dioxina al Novichok, todo un arsenal de sustancias modernas y otras muchas en investigación, que siguen presentes para continuar envenenando de forma callada, perversa y manipuladora mientras nuestro mundo sigue su curso sin que apenas reparemos en ellas y el daño que están llamadas a ocasionar en los conflictos que por desgracia están presentes siempre en algún lugar de nuestro planeta.