Cuando parecía que ya podíamos empezar a dejar atrás la pandemia que nos lleva martirizando casi dos años, otro zarpazo maquiavélico golpea al mundo, esta vez mucho más concienzudo y artificial, más evitable, y algo inimaginable en el mundo moderno en el que vivimos. Pero sí, volvemos a ver caer bombas encima de la gente, encima de una población a la que todo esto ha pillado desprevenida.
Con el mundo patas arriba, algo así como uns mezcla entre sorprendido, consternado y cabreado llegan las primera consecuencias de casi todo el mundo para Rusia, bloqueos, sanciones y prohibiciones en diferentes ámbitos, siendo obviamente el económico el más importante, y sin saber las consecuencias sobre todo a corto y medio plazo que van a causar, para ellos y para los demás, porque es todo una incógnita.
Y el mundo del deporte no es ajeno, si bien se suele defender que la política tiene que estar lo más separada posible del deporte esta vez es diferente, es una guerra, con un aparente invasor que además arrasa con vidas humanas sin diferenciar. Así que también han llegado los bloqueos y prohibiciones en el mundo deportivo, selecciones que se niegan a jugar contra Rusia, cambio de sedes, eliminación de torneos y otra serie de medidas que sin ninguna duda afectaran al desarrollo futuro deportivo.
Así que ahora, atletas, deportistas, que llevan años entrenando, sacrificándose, y que tanto si están a favor como en contra de lo que están haciendo sus mandatarios, serán los perjudicados. Es como cuando un ceporro en un estadio tira un objeto que impacta contra un jugador rival, y toda la afición es castigada con el cierre del estadio, pues bien ya sabemos aquí quien es el ceporro.
Obviamente no es comparable las vidas humanas con las sanciones deportivas, pero lo que queda claro es que una barbarie de este calibre afecta y perjudica a todo el mundo, desde lo más importante , hasta lo más básico y elemental. No a la guerra por favor!.