Un lustro de prestigio y redobles mediáticos con marchamo Inmaterial de la Humanidad
El Consorcio aspira a incluir a los cinco municipios que faltan antes de las Nacionales de AndorraEl pasado 29 de noviembre se cumplió un lustro desde que los toques de tambores y bombos característicos de la Semana Santa del Bajo Aragón alcanzaron la categoría de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad junto a otras ocho manifestaciones similares de Castilla La Mancha, Murcia, Comunidad Valenciana y Andalucía. Cinco años después, el mayor reconocimiento al que podía aspirar esta tradición ancestral ha supuesto difusión mediática, prestigio y sentimiento de unidad, pero el Consorcio Nacional de Pueblos del Tambor y el Bombo tiene una espinita clavada: todavía no ha logrado incorporar a la alta distinción de la Unesco a las cinco localidades que faltan, entre ellas Teruel y Valderrobres.
Como ocurrió el día en que el Comité Intergubernamental para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial incluyó en la lista representativa de la Unesco la manifestación cultural española “Las Tamboradas, rituales de toques de tambor”, varios tamborileros de distintos municipios salieron el pasado miércoles a redoblar por las calles para festejar la efeméride y mostrar su orgullo.
El logro se fraguó después de ocho años intensos de trabajo del Consejo de Patrimonio Histórico, órgano de coordinación entre el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte y las Comunidades Autónomas. Tras varios intentos, el expediente finalmente alcanzó la distinción en 2018 en la República de Mauricio.
Marchamo
Este marchamo, que en el caso de la Ruta del Tambor y Bombo se suma al reconocimiento como Fiesta de Interés Turístico Internacional, es un reconocimiento a los rituales celebrados en 17 localidades de cinco comunidades, en los que participan hasta 200.000 personas.
Entre ellas, están representadas las nueve que integran la Ruta: Albalate del Arzobispo, Alcañiz, Alcorisa, Andorra, Calanda, Híjar, La Puebla de Híjar, Samper de Calanda y Urrea de Gaén. Además, Castilla La Mancha incluye a Agramón, Hellín y Tobarra; Murcia a Moratalla y Mula, la Comunidad Valenciana a Alzira y Alcora, y Andalucía a Baena.
Estos lugares celebran rituales distintos, pero que comparten algo en común: el toque intenso y continuado del tambor y bombo de forma simultánea y colectiva, en un espacio público, generalmente en el marco temporal de la Semana Santa y coincidiendo con los lugares de desarrollo de dicha celebración.
Esta práctica social cuenta con una participación multitudinaria, con miembros de distintas edades, género y situación socioeconómica, organizados cuadrillas, peñas, turbas o cofradías.
Su vestimenta se caracteriza por ser colorista, mostrando un significado simbólico. En algunos casos muestra uniformidad dentro de cada grupo o localidad, como en la Ruta, y en otros casos es libre e individual. La cabeza se cubre con cascos, capuces, terceroles y capirotes; y el cuerpo con túnicas, casacas, pantalones y pañuelos al cuello. En el transcurso del ritual se participa colectivamente en actos de comensalismo (beber y comer en grupo), en peñas, cuarteles, casas, y cofradías.
Difusión y prestigio
El presidente de la Ruta, Fernando Galve, reconoció que “casi no nos caben más visitantes” en el Bajo Aragón durante los días de Semana Santa, especialmente para las Rompidas de la Hora de jueves santo en siete localidades y viernes santo en Calanda. No obstante, aunque todas las plazas hoteleras están reservadas y los restaurantes a rebosar esos días, “obviamente este reconocimiento ha supuesto un espaldarazo porque es la distinción más importante a la que se puede llegar en la esfera cultural”.
“Estamos a la altura de las manifestaciones más importantes del mundo, gracias al trabajo de decenas de miles de tamborileros que transmiten su más arraigada tradición de padres a hijos”, subrayó Galve.
Esto “nos obliga a seguir con estos estándares de calidad y a seguir trabajando más duro si cabe”, dijo el presidente, que en los últimos años, y eso que ha habido un parón por la pandemia, ha notado “muchísima más presencia de medios de comunicación, sobre todo internacionales, y más atracción hacia reportajes, entrevistas y jornadas”. Sin ir más lejos, “el 12 de diciembre voy a Madrid a participar en una mesa redonda de la Fundación Hispania Nostra para hablar sobre el Patrimonio Inmaterial”, apostilló. La presencia de la Ruta en ferias de turismo también es notoria, con actos repletos de sonido y colorido.
Los retos siguen pasando por desestacionalizar la Semana Santa. Se está intentando con el museo de la Ruta en Híjar, que abre “en cualquier momento previa cita con el guía”.
La espina
Pero no todo ha sido satisfactorio en estos cinco años. El Consorcio Nacional tiene la espina clavada de que cinco de sus asociados (Teruel, Valderrobres, Fuentes de Ebro, Alagón –Zaragoza– y Jumilla –Murcia– todavía no están incluidos en esta distinción oficialmente, en parte porque en el expediente remitido a la Unesco no se pudo documentar la costumbre al nivel de municipios como Híjar, con textos del Ducado de Híjar que acreditan que allí se redobla desde principios del siglo XVI; o el caso de Alcañiz, donde quedó bien acreditado que en 1623 se invitaba a la gente a tocar cacharros en la procesión del viernes santo.
“No se ha conseguido por el momento. Se abordó en la asamblea que celebramos el 25 de noviembre en Andorra, pero es muy difícil cambiar las cosas una vez que la Unesco falla”, dijo Galve. El presidente del Consorcio Nacional, Antonio Mesa, se niega a dejar el cargo el próximo mes de mazo en Andorra sin conseguir la inclusión de los pueblos que faltan. “Sigo en ello, el mismo día 29 hablé con la Dirección General de Patrimonio Cultural” del Gobierno de España “para insistirles y espero que antes de que lleguen las Jornadas Nacionales de Andorra tengamos a los 22 pueblos representados, que es lo ideal”.
Con respecto al reconocimiento, Mesa afirmó que “se ha notado mucho en la participación en las tamboradas nacionales que se celebran cada año”. Y es que lo más importante que ha conseguido el sello es “unirnos más si cabe”, creando una gran familia del tambor”, dijo Mesa, que pidió más apoyo a las administraciones supralocales.
El próximo encuentro nacional será del 8 al 10 de marzo en Andorra. “Ya es la tercera vez que las organizamos. Con esta veteranía recibiremos a los amigos que hemos hecho a lo largo de casi 40 años, que no son pocos”, concluyó Galve.