Solo el proyecto museográfico de la torre gótica de Alcañiz será revisado por Patrimonio
La restauración ya tiene el visto bueno tras admitir Educación las alegacionesEl recurso presentado por el Ayuntamiento de Alcañiz para que se le permita recuperar los restos góticos de la torre de las campanas, cuya restauración está a punto de concluir gracias a la rapidez con que la empresa adjudicataria ha realizado las obras, no tendrá que pasar por la Comisión provincial de Patrimonio. El hecho de que el departamento de Educación, Cultura y Deporte haya admitido las alegaciones del consistorio hace innecesario someterse a los criterios técnicos de la Comisión.
Fuentes del departamento de Educación confirmaron que, una vez que la solicitud municipal ya ha sido considerada, se da automáticamente por aceptada, por lo que el Ayuntamiento de Alcañiz solamente tendrá que presentar un proyecto museográfico en el que quede reflejada la huella barroca que hubo en la torre en restauración.
Este proyecto, de obligado cumplimiento y que ha sido una de las propuestas del recurso municipal, será el que sí se supervisará, cuando esté terminado, la Comisión provincial de Patrimonio. No en vano, la Comisión provincial es el organismo que decide sobre las intervenciones en monumentos protegidos como la torre de las campanas de Alcañiz.
La consejera de Educación, Cultura y Deporte de Aragón, Mayte Pérez, comunicó la semana pasada la decisión de su departamento de admitir el recurso municipal, presentado ante la negativa de la Comisión provincial de sacar a la luz los restos góticos del monumento. Para justificar la decisión de su departamento la consejera argumentó que “el Ayuntamiento tiene razón”.
La Comisión provincial de Patrimonio había rechazado hasta en dos ocasiones la propuesta municipal de retirar los yesos barrocos de la planta baja de la torre para sacar a la luz los ornamentos de época gótica anteriores, los únicos que quedan de la derruida iglesia gótica que precedió al actual templo de Santa María La Mayor, levantado en el siglo XVIII.
Para conseguir que finalmente el Gobierno de Aragón les diera la razón, el Ayuntamiento adjuntó al recurso los informes de distintos especialistas en arte y restauración. No valió solo el que elaboró el catedrático emérito de Historia del Arte Moderno y Contemporáneo de la Universidad de Zaragoza, Gonzalo Borrás, (fallecido este mismo año), sino hicieron falta otros redactados por la dirección facultativa de la obra -director de la obra, director de ejecución, coordinador de seguridad y salud.-, por especialistas en escultura medieval, por expertos en Historia del arte en el Bajo Aragón como la historiadora Teresa Thomson, así como por distintos técnicos restauradores que participan en la rehabilitación de la torre, entre otros. Todos ellos avalaban la necesidad de que los restos góticos puedan contemplarse.
Queda por descubrir
Lo que la dirección facultativa pretende descubrir es lo que se esconde bajo el enlucido de los siglos XVI y XVII. El catedrático Gonzalo Borrás ya consideró en un documento anterior que la de las campanas podría haber sido una torre capilla con un acceso de al menos cinco metros de altura, una puerta que nada tiene que ver con la de metro y poco que tiene la actual.
Las catas de la planta baja han permitido localizar la puerta original gótica que conectó la planta baja con la escalera de la torre. Sus molduras y ornamentos también estaban cubiertos de yeso. Asimismo, han salido unas policromías que podrían ser renacentistas y unas arquivoltas góticas en la ventana oeste del inmueble.
El promotor de la torre
Ya se sabe quién promovió la construcción definitiva de la torre. Se trata de Guillermo de Aigrefeuille, nombrado arzobispo de Zaragoza en 1347 y cuyos escudos han aparecido en los cuatro elementos laterales de la clave. Este descubrimiento ha despistado a los investigadores, porque situaría la construcción en una época más tardía de la que se pensaba, de ahí que se hayan “abierto nuevas vías de investigación”, según dijo el arquitecto y director de la obra, José Ángel Gil. “Valoramos que la construcción pudo empezar antes y que este arzobispo retomara la obra en una fase anterior”, señaló. No en vano, “creemos que la torre podría haber sufrido algún tipo de castigo a finales del siglo XIII”. Esa cuestión se estudiará.