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Siete cerveceras aragonesas educan paladares en la tercera edición de Birrañiz Siete cerveceras aragonesas educan paladares en la tercera edición de Birrañiz
El puesto de Lupulus tuvo mucho ambiente durante toda la jornada. M. N.

Siete cerveceras aragonesas educan paladares en la tercera edición de Birrañiz

El gran público conoce los estilos artesanales, con aromas y sabores que crean adicción
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El mundo de la cerveza artesana volvió a darse a conocer este sábado en Alcañiz, donde siete cerveceras aragonesas se dieron cita para explicar al gran público que hay vida más allá del zumo de cebada industrial.

IPA, stout, cuádruple, pale ale, season, lambic... El lenguaje de la cerveza va más allá del “póngame una caña” o “un quinto, por favor”. Existen microcerveceras que no pasteurizan ni filtran sus productos, por lo que ganan en aroma, textura y sabor.

Todo ello se puso de manifiesto  en el Cuartelillo de Alcañiz, donde el Ayuntamiento congregó a siete cerveceras para celebrar la llegada del buen tiempo con la feria Birrañiz. 

Este año participaron Populus (Caspe), El Bandido Cucaracha (Villamayor de Gállego), Borda (Aineto, Huesca), Lupulus (Zaragoza), Mijares (Rubielos de Mora), Picarda (Mequinenza) y Seelen (Vencillón, Huesca).

Y para que el lupulado líquido elemento no se subiera en demasía a la cabeza, la feria contó con la participación de tres puestos de alimentación: la Escuela de Hostelería del IES Mar de Aragón de Caspe, un food truck con variedad de tapas y comidas a cargo de Neres Restauración (Torrecilla de Alcañiz), y un puesto de Telepizza.

Una zona infantil de hinchables, música ambiente y una cata de cervezas que pasó por todos los puestos de la feria completaron la oferta de ocio.

“Es una oportunidad importante para dar a conocer la cerveza artesana al público local”, explicó Sergio Ruiz, de la empresa de distribución Lupulus y de la cervecera de Caspe, y colaborador de la muestra.

“Siempre hay un porcentaje de gente a la que le gusta este producto diferenciado por los matices que aporta”, y a quien todavía no lo conoce “le ayudas a entender y a encontrar las cervezas que más les pueden gustar”, indicó el cervecero.

Amplio recorrido por delante

La cerveza artesana apenas representa un uno por ciento del mercado a nivel nacional, “si llegamos”, apostilló Eduardo Martín, copropietario de la cervecera de Rubielos.

No obstante, Ruiz augura un amplio recorrido porque “como país llevamos muy poco tiempo haciendo cerveza artesana”, a diferencia de Italia, donde la eclosión comenzó 15 años antes y ahora la presencia del producto en el mercado representa “cinco veces más que en España”.

No obstante, “no me preocupa tanto la tendencia como que la gente salga de ferias como esta diciendo: Qué cerveza más buena he probado”. Y es que “no todo el mundo la conoce y hay que darla a conocer”, prosiguió Ruiz.

Además de promocionar su producto, ferias como Birrañiz ofrecen contacto entre profesionales, entre los que la competencia no existe. “Siempre es un gustazo encontrarte con compañeros, aprender, comentar y que te den consejos”, expresó Martín.

“La colaboración es total. Nos gusta el sector y por eso nos metemos. Y si te gusta y disfrutas, lo que más te gusta es hablar, aprender y probar independientemente de que quieras vivir de esto, que por supuesto es muy difícil”, manifestó Ruiz.

Buen ambiente

“Es una feria en la que el buen ambiente es la tónica general y cada año va ganando más adeptos”, valoró el concejal de Promoción Económica del Ayuntamiento, Javier Lahoz. “La gente disfruta de la cerveza durante todo el día y pasa una jornada fantástica con amigos”, explicó el responsable. 

Este año, la muestra recuperó el Cuartelillo –como en la primera edición– como escenario después de que el año pasado hubiera que trasladarla al entorno de la plaza de toros debido al deslizamiento de Pui Pinos.

Maltear el grano

Los cerveceros artesanos de Aragón venden sus productos en un radio reducido de kilómetros y, de la misma forma, intentan abastecerse de materias primas locales. Pero no siempre es posible. 

El malteado (germinación del grano) que requiere la cerveza apenas se realiza en España más allá de las grandes cerveceras industriales, por lo que el valor añadido queda en países importadores de malta.

Ruiz invitó a los agricultores aragoneses a que, con el asesoramiento de maestros cerveceros y a través de las cooperativas cerealistas, sean capaces de invertir en malteadoras. De esta forma, “el producto local se revalorizaría y sería lo ideal, pero hay que echarle ganas”, manifestó.

Martín explicó que en España no hay malteadoras, salvo algunas de pequeño tamaño en Cataluña, por lo que la compra de materias primas aragonesas se limita al lúpulo que vende un agricultor de Daroca.

“Nos encantaría comprar malta aragonesa, pero no existe la posibilidad”, lamentó Martín, quien comprende que la inversión es cuantiosa y por ello nadie se ha atrevido por el momento a dar el paso.