Patrimonio: la vida útil de la infraestructura y la presencia de materiales de carácter tóxico, los motivos para rechazar la protección
Fuentes de la Dirección General de Patrimonio del Gobierno de Aragón explicaron ayer que en marzo de 2020 recibió dos solicitudes, de Rolde de Estudios Aragoneses y un particular, para la declaración como Bien de Interés Cultural de la chimenea y las tres torres de refrigeración”, así como “Bien Catalogado o subsidiariamente Bien Inventariado de la central térmica”. Ambas fueron desestimadas. Entre los motivos, se adujo que las construcciones que integran el conjunto fabril “fueron concebidas para alcanzar una determinada vida útil, es decir, con una durabilidad limitada”. En el caso de la chimenea, “la de mayor significación de toda la infraestructura, y de las torres de refrigeración, según la instrucción EHE 08, vigente en el momento de su construcción (1974), se calculaba una durabilidad de las armaduras exteriores de 44 años para un hormigón de buena calidad)”, añade Patrimonio. “Asimismo, es preciso tener en cuenta la presencia en algunas de estas edificaciones (singularmente, en las torres de refrigeración) de materiales de carácter tóxico, como el amianto y el fibrocemento”, argumenta.
Por otra parte, “la solicitud de catalogación se insta a favor de una infraestructura no abandonada sino sometida a un proceso de reconversión y transformación, por la necesidad de dar cumplimiento a las directrices europeas en materia de medio ambiente, desde su original configuración como planta productora de energía a partir del carbón en otra que lo hará a partir de energías renovables”, prosigue el argumentario. De modo que “catalogar esta infraestructura supondría impedir la transformación proyectada, lo que ocasionaría muy graves perjuicios económicos y sociales en la zona”, concluye.
“Se habla del impacto económico de los trabajos generados, de la forma de demolición, pero poco de la destrucción del patrimonio cultural”, criticó en una nota esta semana el Colegio de Ingenieros de Caminos de Aragón. El “último símbolo de la historia del desarrollo minero de Teruel” va a “desaparecer del paisaje simplemente por querer abordar una transformación energética teórica hacia formas de producción más sostenibles sin analizar su valor patrimonial ni poner en contexto otras instalaciones similares”, lamentaron los ingenieros, que se oponen a que desaparezcan testigos físicos que expliquen “cómo generábamos energía, cuál fue el sustento de la provincia”.