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Los olivos milenarios del Sénia, una de las tres perlas de la agricultura española que son patrimonio mundial Los olivos milenarios del Sénia, una de las tres perlas de la agricultura española que son patrimonio mundial
Olivo milenario de la Taula del Sénia, de la que forman parte territorios de la provincia de Teruel

Los olivos milenarios del Sénia, una de las tres perlas de la agricultura española que son patrimonio mundial

Se suman a la producción de sal en el Valle Salado de Añana y a la uva pasa de la Axarquía
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Los olivos milenarios de la Taula del Sénia -región en la que confluyen las provincias de Teruel, Castellón y Tarragona-  son la última perla de la agricultura española en ser reconocida como patrimonio mundial agrícola de la ONU, y se suma así a un selecto grupo en el que ya figuraban la uva pasa de la Axarquía y la sal de Añana.

Los olivos milenarios del Sénia recibieron recientemente el título de Sistema Importante del Patrimonio Agrícola Mundial (Sipam), una figura que le reconoce su capacidad para salvaguardar paisajes con biodiversidad y apostar por su conservación dinámica y sostenible.

El presidente de la mancomunidad de la Taula del Sénia, Iván Sánchez, asegura a Efeagro que se trata de un patrimonio único en el mundo que cuenta con la peculiaridad de que la mayoría de estos olivos siguen "activos", es decir, que se les recoge la aceituna cada año para obtener un aceite de oliva también único: el de la variedad "farga".

Son más de 5.0000 olivos que se extienden por el término municipal de 27 pueblos, pertenecientes a tres provincias de tres comunidades autónomas distintas.

Este reconocimiento, según Sánchez, puede servir para impulsar su atractivo turístico: de momento, este año 3.000 personas han visitado la zona y se espera que esta cifra aumente en 2019, si bien el volumen de viajeros es mayor ya que también se puede hacer la ruta por libre.

Otro de sus proyectos pasa por elaborar paquetes turísticos en los que la gastronomía, las visitas a los olivos y los alojamientos en casas rurales de la zona ofrezcan una experiencia única.

La producción de sal en el Valle Salado de Añana (Álava) es otra de las "perlas" de la agricultura española consideradas Sipam, en este caso por su historia: hace más de 7.000 años que sus habitantes se afanan a diario en la producción de sal.

Las salinas son el resultado del aprovechamiento de los manantiales de agua salada para obtener este condimento, en un paraje natural que suscita también el interés de los turistas, según señalan desde la Fundación Valle Salado.

En concreto, hay un recorrido general para conocer la historia, su arquitectura, la arqueología y su biodiversidad que incluye también poder catar la sal o beneficiarse de los efectos terapéuticos del agua salada, mientras que de abril a octubre se incluye la posibilidad de disfrutar de un spa salino al aire libre.

También hay nuevas rutas que no se centran en las labores de producción de sal sino en el manantial de Santa Engracia, que abastece a toda la explotación mediante un sistema de canales de madera que reparte la salmuera por todas las salinas.

Lejos de Añana, en la comarca de la Axarquía malagueña, se encuentra la producción de uva pasa, que se desarrolla en municipios como Almáchar.

Actualmente, esta actividad supone el principal sustento económico para 2.000 familias y su reconocimiento a nivel mundial le ha servido para impulsar su imagen.

La belleza de las hileras de los paseros y la posibilidad de ver in situ ese proceso de elaboración de la pasa, que procede de la uva moscatel secada al sol de una forma natural, se está convirtiendo en un reclamo importante para la zona a nivel turístico.

Desde la Mancomunidad de Municipios de la Costa del Sol Axarquía destacan que ya han surgido rutas turísticas que incluyen visitas al Museo de la Pasa de Almáchar, pero también catas o incluso cenas con productos autóctonos.

Los tres paisajes están más vivos que nunca, con una larga tradición a sus espaldas y un futuro prometedor en el que el turismo cobra cada vez más importancia.