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Los municipios del Matarraña tienden su mano para ayudar al pueblo de Ucrania Los municipios del Matarraña tienden su mano para ayudar al pueblo de Ucrania
Una vecina de Valderrobres entrega material de primera necesidad en el punto de recogida del pueblo. Ayuntamiento de Valderrobres

Los municipios del Matarraña tienden su mano para ayudar al pueblo de Ucrania

Muchos ayuntamientos instalan puntos de recogida de alimentos y bienes de primera necesidad
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Javier Gascó

La comarca del Matarraña no se ha quedado de brazos cruzados ante la grave situación que conmueve a todo el continente. La guerra entre Rusia y Ucrania ha levantado una ola de solidaridad entre muchos de los municipios de la zona. La presencia de pobladores ucranianos es notable, por lo que desde el primer día ayuntamientos y vecinos se han volcado en buscar soluciones. La recogida de alimentos y bienes de primera necesidad es la tendencia por el momento ante la falta de viviendas para poder acoger a refugiados de la guerra. La comunidad ucraniana presente en la zona muestra a diario su agradecimiento y se moviliza de forma paralela para tratar de enviar soluciones en forma de medicamentos a sus conocidos en el país invadido por el ejército ruso.

Los bombardeos a las principales urbes ucranianas extremaron la situación y a mitad de semana los alcaldes del Matarraña, a través de un grupo de whatsapp, comenzaron a buscar soluciones. Frederic Fontanet, alcalde de La Fresneda, puso encima de la mesa la propuesta que le había trasladado un vecino ucraniano residente en el pueblo: “Me comentó que iba a intentar traer a algún familiar o conocido y me preguntó si podría vivir en alguna casa del pueblo que estuviera vacía”.

El problema de la vivienda

La primera idea, que todavía sigue en pie a falta de soluciones, era poder acoger en las casas deshabitadas a los ciudadanos ucranianos obligados a marcharse de sus casas por el estallido de la guerra. Desde el primer momento, los ayuntamientos trabajaron de manera conjunta para poder hacer un registro de inmuebles disponibles. Sin embargo, todos ellos se encontraron con el mismo problema: la falta de viviendas. “El problema es que no tenemos viviendas”, comentaba Carmen Agud, alcaldesa de Fuentespalda. La idea, que según el edil de La Fresneda supone “un apoyo para la repoblación de la zona y al mismo tiempo una ayuda a vecinos de una comunidad muy arraigada con el pueblo”, todavía no ha podido llevarse a cabo. La distancia entre países también influye, ya que los ucranianos desplazados por el conflicto bélico se están desplazando a los países limítrofes debido a la inmediatez con la que han ocurrido los hechos.

Sin embargo, el problema de la vivienda abrió otras alternativas para ofrecer ayuda a la comunidad ucraniana. Carlos Boné, alcalde de Valderrobres, asegura que muchos de sus compañeros de otros pueblos plantearon la idea de poder ofrecer puestos de trabajo para los recién llegados: “Se ha planteado la posibilidad de ofrecer trabajo, pero el problema principal que tenemos es la vivienda porque es lo más esencial cuando llegas a un nuevo lugar, y más en condiciones así”.

Trabajo en equipo

Ante esta situación, muchos de los ayuntamientos se pusieron manos a la obra para tratar de ofrecer el máximo apoyo posible a los ciudadanos ucranianos que tan lamentable situación están teniendo que soportar. Valderrobres, La Fresneda, Cretas, Lledó, Calaceite, Beceite y La Portellada actúan en comunión para ponerle una solución cuanto antes a la grave problemática que afecta de manera directa a parte de su población con origen ucraniano. Este conjunto de localidades formado a raíz de las necesidades ha comenzado a actuar de la mano de la Asociación Ucraniana de Residentes en Aragón. “Tenemos una comunidad de cinco o seis ucranianos que vive en el pueblo. También hay otros que llevan mucho tiempo aquí pero ahora están viviendo en Valderrobres o en pueblos de la zona por cuestiones de trabajo”, comentaba Frederic Fontanete, alcalde de La Fresneda. Este conglomerado formado por siete municipios ha ubicado un punto de recogida de alimentos y otros artículos de primera necesidad en las oficinas de cada uno de sus ayuntamientos en horario de lunes a viernes de 10 a 14 horas.

Por su parte, Carmen Agud, alcaldesa de Fuentespalda, inició el pasado miércoles una campaña similar que se extenderás hasta el próximo martes. “Estamos muy sensibilizados con la situación desde que comenzó. Hemos hecho un bando para que la gente compre medicamentos”. Aunque la idea inicial era poder enviarlos a través de un vecino ucraniano residente en el municipio, la propuesta encontró el apoyo de la empresa Turismo Alcañiz y se colocarán dos puntos de recogida tanto en Fuentespalda como en la capital bajoaragonesa.

La historia de Tarás

Entre los muchos ucranianos que residen en la comarca del Matarraña, la historia de Tarás fue la que condujo a la alcaldesa de Fuentespalda, lugar donde reside, a comenzar la movilización. Tarás lleva dieciocho años en España, tiene una granja de pavos y tal y como él explica intenta vivir “normal, sin molestar a nadie”. Una pregunta ronda por su cabeza desde que estallaron las primeras bombas contra la población civil: “¿Contra quién está yendo esta guerra? ¿Contra los niños y las familias?”. Su cuñada sigue en Ucrania y la situación ha obligado al habitante de Fuentespalda a tratar de ayudar por sus propios medios. “Agradezco mucho a los pueblos que quieren ayudar de manera oficial, pero no podemos perder tiempo. Yo no tengo justificantes, pero puedo enviar todo para que llegue lo antes posible”, comenta Tarás con la voz rota.

Su intención es colaborar de manera paralela a los pueblos para tratar de aligerar el proceso, eso sí, sin querer entrometerse en sus gestiones: “No me quiero poner medallas ni mucho menos. No solo yo ayudo, sé que hay mucha gente que recoge en La Fresneda, Valderrobres, Creta y en muchos pueblos de la zona”.

Peticiones

La petición de Tarás a sus vecinos llegó poco antes de que se pusieran en marcha las campañas en los pueblos para la recogida de materiales de primera necesidad. Aunque los medicamentos, que es lo más demandado por el país de Europa del este, van llegando poco a poco a los puntos establecidos, Tarás reconoce que algunas familias le han ayudado de manera económica, aunque esa no es su intención. “El primer día una familia donó 1.000 euros y otra 200, pero lo que queremos no es dinero. Mi cuñada me dijo que lo más necesario eran los medicamentos. Cada uno que traiga lo que pueda o lo que le sobre, allí nada se va a caducar”, confiesa el vecino de Fuentespalda.

Ante la idea de ofrecer acogida en casas de la zona, Tarás lo tiene bastante claro: “Pisos de momento no necesitamos porque España está muy lejos de Ucrania y la gente no tiene ni dinero ni papeles en este momento”.

Además, Tarás destaca el componente psicológico que supone para sus compatriotas que se encuentran en la zona de peligro la recepción de ayuda procedente del resto de países de Europa: “Tenemos que animar a la gente que está en primera línea. Se levanta mucho más ánimo si se recibe ayuda desde Europa. En momentos así te das cuenta de lo que supone esto”.

Con un mensaje claro, Tarás llama a la solidaridad de los vecinos tanto de su pueblo como de otros para ayudar al pueblo ucraniano de manera urgente. “Todos hemos tenido una herida y sabemos lo que es aguantar el dolor. Imagina no tener nada para curarte. Cuanto antes lo hagamos, mejor”, explica el vecino de la localidad del Matarraña.

Principales necesidades

La embajada ucraniana en Madrid se ha encargado de detallar los artículos de primera necesidad más demandados en la zona del conflicto. Medicinas para curar quemaduras, analgésicos o material de primeros auxilios se engloban entre los productos más demandados en el ámbito sanitario. Sin embargo, también se necesitan sacos de dormir, generadores de energía o elementos tan básicos como pañales o cepillos de dientes . La embajada ucraniana hace especial hincapié en que los alimentos que se envíen sean conservas, no perecederas y listas para consumir. Además destaca la importancia de que se eviten los recipientes de cristal.