Los calandinos no reblan ante la covid y ‘rompen’ la Hora el Viernes Santo desde la puerta de casa
En pequeños grupos cumplieron la tradición, dejando una estampa inaudita en la vacía plaza de EspañaUna plaza de España desierta y silenciosa recibió las doce campanadas del mediodía de este Viernes Santo en Calanda. Una estampa anómala para un día tan especial en este municipio bajoaragonés, donde la Semana Santa es una fiesta de primer orden que se vive en familia y en compañía de la familia, de los amigos y con el tambor y el bombo colgando del hombro.
Cientos de personas ataviadas con su túnica morada y por tanto tambores y bombos tendrían que haber estado ocupando cada centímetro cuadrado de la plaza junto al enorme bombo de 1973 que cada año preside la ‘Rompida’, pero esta vez (y ya van dos) tampoco ha podido ser por culpa de la covid-19 y de las medidas de seguridad que se han establecido en el Estado de Alarma.
Este Viernes Santo de 2021 el enorme bombo calandino sí salió a la plaza, presidiéndola como siempre, pero nadie percutió sobre su piel. A su alrededor, un enorme espacio vacío que provocaba una extraña sensación de soledad y de tristeza.
Solo los periodistas y las cámaras de televisión ocuparon la plaza calandina, vigilada en todos sus accesos por una pareja de la Guardia Civil para impedir que ningún tamborilero se atreviera a entrar en la plaza. No fue necesario, porque nadie lo intentó. Cada calandino que se vistió para tocar el tambor lo hizo desde la puerta o la ventana de su casa.
La pandemia ha impedido por segundo año consecutivo que los vecinos vuelvan a llenar con sus túnicas, tambores y bombos la plaza de España, pero la covid no ha podido con el Romper la Hora del Viernes Santo y con una tradición tan arraigada. Los tambores y bombos sonaron este año con la misma fuerza de siempre, aunque lo hicieron desperdigados en las calles y en las casas, porque si algo es sagrado en este pueblo es su Semana Santa y su Rompida de la Hora.
A las once y media de la mañana, en las calles los vecinos se preparaban para el momento del Romper la Hora. Hubo quienes se quedaron en los balcones y en las terrazas, si bien la gran mayoría prefirió bajar a la calle a compartir el momento con el vecindario, eso sí, manteniendo la distancia y sin formar grupos de más de seis personas. Y aunque no fue una participación masiva de cientos de personas como suele ser lo habitual, en prácticamente todas las calles hubo tamborileros cumpliendo con la tradición.
Pregón
A las doce menos cuarto, el alcalde, Alberto Herrero, leyó un Pregón dirigido a la población. El regidor mostró su agradecimiento a los vecinos por su comportamiento ejemplar y por el "sacrificio" que han hecho en todos estos días y meses. Según enfatizó, "ahora estamos en la recta final, hay que cumplir las medidas de seguridad y esperar a que el año que viene podamos volver a la normalidad y celebrar nuestra Semana Santa sin que falte nadie".
Terminado el Pregón, en cuanto el reloj dio las doce campanadas del mediodía, empezó el sonido en Calanda, esta vez no un estruendo ensordecedor como el que se produce en la plaza de España en una Semana Santa sin restricciones, enorme y que lo abarca todo, sino lejano y procedente de distintos lugares del pueblo. La Marcha Palillera se volvió a escuchar y a reconocer como en cada Romper la Hora.
El alcalde de Calanda lamentó que por segundo año consecutivo "no hayamos podido estar con nuestra gente, con nuestros amigos tocando el tambor, y lo cierto es que es un poco triste", reconoció este Viernes Santo desde el Ayuntamiento, este año mucho más vacío que otras veces, sin invitados con los que disfrutar del momento. No obstante, mostró su confianza en que la pandemia poco a poco deje paso a la normalidad. "Estamos ilusionados por lo que puede venir de ahora en adelante, porque esperamos que el año que viene, en 2022, podamos volver a tocar el tambor en la plaza de España como hemos hecho siempre en nuestro pueblo".
El alcalde recordó que las medidas de seguridad se han cumplido. El Ayuntamiento "ha cerrado y controlado los accesos a la plaza, pero la gente ha podido tocar el tambor desde la puerta de casa, sin congregarse más de seis personas y al menos disfrutar de algo tan importante como tocar el tambor y el bombo".