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Las cuencas del Ebro de Teruel ya aplican medidas extraordinarias por escasez de agua Las cuencas del Ebro de Teruel ya aplican medidas extraordinarias por escasez de agua
Embalse de Santolea, situado aguas arriba del embalse de Calanda. Foto J. Lucca

Las cuencas del Ebro de Teruel ya aplican medidas extraordinarias por escasez de agua

Además del espaciado de los riegos, se buscan pozos y restringen los usos urbanos no indispensables
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La Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) ha declarado este mes de junio la “situación excepcional por sequía extraordinaria” en la cuenca del Guadalope. El organismo de cuenca augura nuevas restricciones en los usos del agua de riego (ya las ha habido, como es la autorización de riegos cada 3 semanas) si la meteorología no da un respiro y aporta nuevos recursos en las próximas semanas. Otras cuencas, menos reguladas y con menos hectáreas de riego, también se encuentran en situación de escasez, cuando aún no ha entrado el mes de julio, y ya aplican restricciones en los usos urbanos. Es el caso de Cretas, que se abastece del río Algars (afluente del Matarraña), donde se ha cortado el agua del grifo en servicios como los vestuarios de sus piscinas.

Las reservas de agua en la cuenca del Guadalope aguas arriba de Alcañiz apenas superan los 23 hectómetros cúbicos (Hm3): el embalse de Calanda almacena 12,3Hm3 mientras que el complejo de embalses de Santolea suma en total 11Hm3 más. Son volúmenes muy escasos para una cuenca que tiene que continuar regando todo el verano y prolongar los riegos hasta que se termine de recoger el melocotón de Calanda allá por el mes de octubre. Tres meses por delante.

Con todo, la Confederción informó de que ya se han empezado a aplicar las medidas contempladas en los Planes de Sequía de la Cuenca del Ebro para situaciones como la actual de falta de recursos hídricos: sondeos de urgencia en localidades del Guadalope alto como La Iglesuela del Cid, Cantavieja o Mirambel y restricciones en los usos del agua urbana, con limitaciones en huertos que comparten la toma con los abastecimientos urbanos.

La del Guadalope no es en este 2024 la única cuenca del Ebro que ha sido catalogada en situación de “emergencia”, ya que también lo está el Huerva, y en situación de grave escasez ya están los ríos Aguasvivas y Martín, en la provincia de Teruel, que acumulan muy pocas reservas en lo que llevamos de año. El embalse de Cueva Foradada, el único que regula el río Martín, apenas se encuentra al 30% de su capacidad de almacenaje. A fecha de hoy cuenta con unas reservas de agua 6,6 Hm3, según el Sistema de Información SAIH Ebro.

La cuenca del Guadalope se encontraba en situación de “sequía prolongada” desde septiembre de 2023 (9 meses) y en situación de emergencia por escasez desde abril de 2024. A diferencia del anterior, el actual es un año especialmente seco en la margen derecha del Ebro. La margen izquierda superó meses atrás la que fue una de las peores sequías de los últimos años, según el Informe de Sequía 2023 que esta semana ha dado a conocer el organismo de cuenca, que calificó la última sequía como una de las más duras desde los años 90.

En cualquier caso, ni la de 2023 ni la de este año 2024 son las primeras ni serán las últimas sequías que afectan a la cuenca del Ebro, caracterizada por tener de forma habitual alguna subcuenca en situación de dificultad y con problemas de escasez de recursos. Así ocurre este año 2024, con cuencas en la margen derecha en estado de emergencia como las del Guadalope, el Ciurana y el Huerva, mientras las de la margen izquierda cuentan con unas muy buenas reservas. El último parte de embalses señala que la margen izquierda del Ebro registra un volumen de agua embalsada de 5.815 Hm³, lo que representa un 75% de la capacidad total, nada que ver con lo que ocurre al sur del río, con una margen derecha con apenas 334 Hm³, lo que representa el 49% de la capacidad máxima.

Sequía de 1983-85

Las sequías del Ebro son así, y así lo han demostrado históricamente. Si nos remontamos a la de 1983-85, afectó especialmente a la margen derecha. Aunque fundamentalmente se centró en la cuenca del Jalón y en los regadíos que dependen de este río y del embalse de La Tranquera, uno de los sistemas más afectados fue el del Guadalope, donde las bajas aportaciones de agua impidieron la compatibilidad de usos, entre los que por aquel entonces eran sus dos grandes usuarios: los regantes y la Central Térmica de Andorra de Endesa, que tenía reservados 18 hectómetros cúbicos para su refrigeración, si bien es cierto que empleaba un porcentaje muy inferior a esa reserva.

La resolución del conflicto se produjo después de muchas y tensas reuniones mantenidas en la Junta de Explotación de la cuenca del Guadalope y en la Comisión de Desembalse. Desde entonces se sentó el principio, aceptado por todos los usuarios, de que mientras hubiese agua embalsada, todos los caudales, fluyentes o no, debían ser prorrateados entre todos los usuarios. Una vez agotados los embalses, el agua fluyente correspondería a los regadíos, anteriores en el tiempo a la planta de producción de energía.

Tras esa decisión, la compañía eléctrica se vio obligada a limitar su producción, poniendo en funcionamiento tan sólo uno de los tres grupos que tenía en funcionamiento, con lo cual disminuyó su caudal de refrigeración de 750 a 250 litros por segundo (l/s). En cualquier caso, para evitar la parada de producción, la compañía negoció indemnizaciones con el Sindicato Central del Guadalope, de manera que los agricultores acabaron renunciando a una parte del agua.

De 1988 a 1995

La sequía de 1988-1990 fue especialmente grave en toda la margen izquierda del Ebro, mientras que en 1995 la escasez fue generalizada en toda la península. En Aragón fue intensa en la cuenca del Jalón, donde se llegó a solicitar la presencia de la Guardia Civil para garantizar la distribución de caudales y establecer la vigilancia en la zona.

En la provincia de Teruel se prohibió regar desde comienzos de julio en la cuenca del río Martín, quedando únicamente las escasas reservas existentes en los embalses de Cueva Foradada y Escuriza para el abastecimiento urbano. En el Guadalope, fruto de las actuaciones en el marco del Real Decreto Ley 4/1995, se acometió el recrecimiento del embalse de Gallipuén, y se autorizó la ordenación hídrica en la cuenca del Matarraña, similar a la del Jalón, aunque ambas actuaciones se hicieron efectivas con posterioridad. También en el Matarraña se iniciaron las actuaciones para la elevación de caudales al embalse de Pena, pero las obras no comenzaron hasta 1997 pero pagando el precio de una gran confrontación social. En cuanto a la cuenca del Bergantes, en la provincia de Castellón, se llevaron a cabo varias actuaciones para mejorar los abastecimientos de Cinctorres, Forcall, Villafranca del Cid.

Durante esa sequía también se ejecutaron obras emergencia en la provincia de Teruel como son los pozos en el Jiloca y el río Martín, el recrecimiento del embalse de Gallipuén, el aporte de recursos el embalse de Pena, la ordenación hídrica de las cuencas del Jalón y del Matarraña, y la mejora de los abastecimientos de Nonaspe y Fabara, en el Matarraña bajo, desde el embalse de Ribarroja, entre otras.

De 2001 a 2008

Las sequías de 2001 y 2008 no afectaron tanto a la margen derecha como a la izquierda. En el Guadalope se ejecutaron, en el año 2007, tres pozos para la extracción de aguas subterráneas en el manantial de Los Fontanales para apoyar la refrigeración de la Central Térmica de Andorra. Nunca llegaron a utilizarse al mejorar la situación hídrica.