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La pandemia se lleva por delante otro restaurante, el Alemendros de Calanda

Los hermanos Gascón afirman que las restricciones hacen "inviable" seguir
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El grave impacto de las restricciones a la actividad en el sector de la hostelería y la restauración ha traído consigo el cierre de otro restaurante en la provincia de Teruel, en concreto, el Almendro’s ubicado en Calanda y regentado por los hermanos Olga y Javier Gascón Fraga. Ambos anunciaban a través de las redes sociales que, “después de pasar unos meses muy malos y muy duros” les había “ganado” la pandemia y que el próximo 28 de febrero darían su último servicio.
Los hermanos Gascón pusieron en marcha el restaurante Almendro’s, situado en el número 5 de la calle José Adán de Calanda, hace casi ocho años. Desde entonces, se había convertido en un lugar apreciado por la clientela por ofrecer comida “sencilla y creativa”, además de menú del día, bocadillos y tapas. De hecho, en 2018 ganó el premio a la mejor Tapa Jamón de Teruel con su propuesta El Buñuelini en el olivar de Calanda.
El cierre deja a cuatro personas sin trabajo. El Almendro’s es un restaurante familiar, en el que a los hermanos Gascón les echaba una mano su madre y también contaban con una trabajadora, que se encuentra en un expediente de regulación temporal de empleo (ERTE).
“Nos hubiera gustado mucho seguir hacia adelante, teníamos grandes sueños y proyectos que desgraciadamente se han truncado”, explicaron en su escrito de despedida dirigido a amigos y clientes.
Olga Gascón explicó que la situación que atraviesan es “insostenible” debido a la reducción de ingresos por la limitación horaria y de aforos. “Con las medidas establecidas por el Gobierno de Aragón, es imposible poder trabajar”, añadió. 
En estos momentos, el horario de cierre está establecido a las 20:00 horas de lunes a jueves y a las 18:00 horas los viernes, sábados, domingos y festivos; los aforos máximos son del 50% en terraza y del 30% en interior, con cuatro personas por mesa como máximo. También, los cierres perimetrales y el temor a los contagios han reducido el número de clientes.
En paralelo, mantienen prácticamente todos los gastos incluido el del alquiler, dado que el local que ocupan no es de su propiedad, argumentó. “Los gastos de mantener un restaurante abierto son muy elevados porque tienes que tener género para cocinar, pero no sabes si le vas a poder dar salida”, dijo la copropietaria.
Olga Gascón explicó que en abril se hubieran cumplido ocho años desde la apertura del restaurante que, hasta la llegada de la pandemia, “funcionaba muy bien”. Sin embargo, después de un año con una actividad notablemente reducida, han tomado la decisión de cerrar.
“No ha sido decisión de un día, pero llega un momento en que es inviable continuar abiertos”, señaló. El hecho de que no haya unas perspectivas claras sobre la evolución de la pandemia y la recuperación de la actividad también ha pesado a la hora de echar el cierre. 
En su opinión, su caso es solo un ejemplo más de lo que puede suceder con otros muchos negocios dedicados a la hostelería y a la restauración en todo el territorio si la situación sanitaria no mejora.