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La cuenca del Matarraña solo tiene 6,4 Hm3  de agua para riego lo que queda de campaña La cuenca del Matarraña solo tiene 6,4 Hm3  de agua para riego lo que queda de campaña
Al fondo, la presa del embalse de Pena, donde la empresa Karalom sigue realizando salidas en barca para los turistas

La cuenca del Matarraña solo tiene 6,4 Hm3 de agua para riego lo que queda de campaña

El presidente de los regantes estima que las fincas sin fruta no podrán regar llegado septiembre
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Los riegos en las zonas regables del Ebro están en pleno apogeo y esto empieza a notarse en las reservas de agua de las cuencas con menos regulación como la del Matarraña, donde el embalse de Pena, situado en cabecera, acaba de llegar al mínimo anual y solamente almacena en este momento 6,4 hectómetros cúbicos (Hm3), situándose al 35,7% de su capacidad máxima.

Las balsas de La Trapa y José María Puyol están “a cero”, según el presidente del Sindicato Central de Regantes del Matarraña, Miguel Zurita, por lo que, de ahora en adelante, a la cuenca, de sur a norte, no le queda más remedio que conformarse con esa reserva que queda en el único embalse de regulación situado en cabecera.

Los regantes del Matarraña han efectuado su segundo riego de la campaña durante las primeras semanas de julio, cuando se abrieron las compuertas del pantano de Pena para que hubiera agua suficiente en las acequias para regar los frutales. En este momento en que está terminando esta segunda suelta de la campaña, se han vaciado “alrededor de 1,5 Hm3” de Pena, según explicó el presidente del Sindicato Central, quien se mostró “muy preocupado” por la situación, que tildó de “muy complicada”.

Y es que con 6,4 Hm3 en el embalse de cabecera (el único que regula la cuenca), el Sindicato tiene ya poco margen de maniobra para completar los dos o tres riegos que faltan para terminar la campaña de la fruta de este año, que culminará en octubre con la recogida del último melocotón embolsado.

Si no llueve de aquí a octubre, el pantano de Pena quedará con una reserva mínima de agua, y eso que ésta es una cuenca que no ha sido declarada en situación de emergencia como sí se ha hecho con otras de la margen derecha como la del Guadalope o la del río Martín. El Matarraña fue declarada en situación de prealerta el pasado mes de abril y la calificación se mantiene en ese punto.

Esperar a que llueva

El presidente de los regantes del Matarraña afirmó que “estamos ante un contexto muy difícil y complicado, y ya lo llevamos diciendo durante todo el año, porque no hay manera de que llueva; ahora se nos suman las temperaturas a las que estamos llegando esta semana, que hablan por sí mismas”. Zurita confió en “pasar la campaña” y regar, aunque reconoció que en tres meses “el embalse se quedará en mínimos”, con lo justo para el abastecimiento de agua de boca.

Si algunas cuencas como la del Guadalope establecieron riegos cada 21 días (tres semanas) a principios de abril, en el Matarraña se está regando “una vez al mes”, y podría ocurrir que algunas parcelas se quedaran sin el último riego de la temporada, tal y como señaló el responsable del Sindicato de regantes. “Hemos calculado que podremos hacer un riego mensual, nos quedaría otro en agosto y un último en el mes de septiembre, pero tal y como están las cosas, en septiembre todo aquello que no tenga fruta posiblemente no podrá regar si no hay lluvias que alivien la situación”, explicó Miguel Zurita, que no ve otra alternativa que “gestionar lo mejor que podamos los recursos que tenemos y esperar a que llueva” para salvar la situación.

Jornadas sobre sequía

Las sequías que afectan a la cuenca del Ebro suelen ser episodios que se repiten cada seis años y que tienen una duración de dos aproximadamente. Así se ha puesto de manifiesto durante la jornada Aprendiendo para la próxima sequía: Informe de la sequía 2023 (año hidrológico 2022/2023), celebrada esta semana y en la que han participado, entre otros, la directora general del Agua del Ministerio para la Transición Ecológica (Miteco), María Dolores Pascual; el presidente de la CHE, Carlos Arrazola; la Comisaria de Aguas, Miriam Pardos, y el jefe de Planificación, Miguel García Vera.

Durante este encuentro se puso de manifiesto que estos episodios de escasez de agua se van a seguir produciendo en los próximos años (igual que lo han hecho en las últimas décadas), por lo que se instó a ser responsables con las demandas futuras.

“Las inundaciones y las sequías se repiten. Y parece que pueden ser fenómenos con mayor intensidad. Tenemos que recorrer un camino que nos permita adaptarnos más rápidamente a ellos. A mayor conocimiento y mayor tecnificación, mayor resiliencia y mayor garantía”, explicó el presidente de la CHE.

Haciendo memoria de la sequía del 2023 y de los datos que constata el informe, recordó que no se producía una sequía semejante desde hace mucho tiempo. En este sentido, el propio Informe de Sequía del año 2023 puso de manifiesto que en Tortosa se llegó a un momento en el que el Ebro apenas arrastraba su propio caudal ecológico y que este tipo de sequías se están repitiendo cada seis años, con una duración de dos.

En el episodio de sequía del 2023 hubo un déficit de suministro superior al 50% en algunos sistemas de regadío. Y esta experiencia también marca el camino a seguir, según apunto Arrazola, quien instó a “reflexionar para ser más resilientes en los sucesivos episodios”. Como reflexiones para el futuro, a partir del Informe de la Sequía de 2023, el presidente de la CHE señaló que éste va a influir en el nuevo Plan Especial de Sequías (que se aprobará previsiblemente este año) y en el Plan Hidrológico del Ebro de cuarto ciclo, que previsiblemente se aprobará a partir de 2027. Arrazola instó a ser “más estrictos con los nuevos usos de agua para garantizar los actuales”.