La campaña de la oliva avanza en el Bajo Aragón sin grandes alegrías este año. Las lluvias caídas en el último tramo del otoño facilitaron el engorde del fruto, afectado hasta entonces por la sequía de la primavera y el verano, pero han retrasado la recolección en una parte de los pueblos de la Tierra Baja, que seguirá recolectando durante todo el mes de enero una cosecha que viene muy mermada. Según los almazareros de la zona, la de 2018-2019 pasará a la historia por ser una cosecha corta, apenas un 20 o 25% de la media habitual.
Los elaboradores consideran difícil calcular los kilos que se recolectarán al final de la campaña. Solamente se atrevió a aventurar una cifra el presidente del Consejo Regulador de la Denominación de Origen (CRDO) Aceite del Bajo Aragón, Alfredo Caldú, quien apuntó que habrá este año unos “cuatro o cinco millones de kilos escasos de olivas”, lo que coincidiría con ese 25% del que hablan los almazareros.