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La Asociación para el Estudio y Mejora de los Salmónidos rehabilita 17 frezaderos de trucha en dos ríos de la provincia La Asociación para el Estudio y Mejora de los Salmónidos rehabilita 17 frezaderos de trucha en dos ríos de la provincia
Villanueva, durante la última limpieza de frezaderos en el Guadalope

La Asociación para el Estudio y Mejora de los Salmónidos rehabilita 17 frezaderos de trucha en dos ríos de la provincia

La limpieza se da por terminada por el inicio de la temporada de desove
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El inicio de la temporada de desove de la trucha ha puesto punto y final a la rehabilitación de frezaderos en los ríos Guadalope y Pitarque. Este domingo se realizó la última limpieza del cauce de la temporada en el término municipal de Calanda, donde miembros de la Asociación para el Estudio y Mejora de los Salmónidos (Aems), en colaboración con la Asociación para el Desarrollo del Maestrazgo (Adema) y la asociación de los Amigos del río de Alcañiz, intervinieron en dos áreas.

Durante este mes de noviembre, Aems ha realizado 15 intervenciones en Villarluengo y Pitarque y dos en Calanda. 

La rehabilitación de frezaderos consiste en el removido de gravas en ciertas zonas del cauce, en su limpieza y en la eliminación de lodos y vegetación en las áreas donde las truchas ponen sus huevos, que suelen ser las traseras de las pozas de agua. Mediante rastrillos, los voluntarios remueven el fondo para dejarlo limpio antes del momento en que comienza la puesta. 

Esta medida se realiza en el río Guadalope desde hace una década aproximadamente. En Calanda comenzó en 2008, según explicó Javier Villanueva, representante de Aems en Teruel, y en Pitarque y Villarluengo un poco más tarde: “hace unos seis o siete años”. 

Con la rehabilitación de frezaderos, los voluntarios consiguen hacer en las zonas de puesta de huevos lo que antes realizaban las riadas del final del verano y del otoño. “El cambio climático lo está modificando todo; antes una gota fría o una riada depositaba enormes cantidades de grava que se arrastraban río abajo y que terminaba en esas partes traseras de las pozas donde ponen las truchas, de manera que las áreas de puesta de huevos quedaban lista para el desove”, detalló el responsable de Aems en Teruel. De esta manera, los voluntarios hacen artificialmente lo que tendría que producirse de manera natural con una buena crecida del río.

Llegados a final de noviembre, “las truchas han empezado a desovar ya, así que damos por terminado el trabajo, y a partir de ahora está prohibido entrar en el cauce”, insistió Villanueva. El especialista puntualizó que la rehabilitación de frezaderos se lleva a cabo con todas las autorizaciones necesarias del Gobierno de Aragón y de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE).

Los resultados de limpieza son evidentes en el río. “Se nota que hay más reclutamiento de alevines, porque la puesta es mejor y el número de nidos efectivos es también mayor. Eso se traduce en más superficie de desove, en más nidos por frezadero y en más alevines”, comentó. De no realizar este trabajo y sin riadas que limpien el cauce del río, “lo que ocurre muchas veces es que unas truchas desovan encima de donde lo han hecho otras”. En definitiva, ahora “se alcanza una estructura de población más adecuada, sobre todo en las zonas bajas del río Guadalupe”,explicó el experto. Por otra parte, la población de trucha “mantiene una estructura equilibrada y crece, porque tiene más alimento, más alevines y un número mayor de reproductores futuros”.

Los voluntarios de Aems, de la Asociación Amigos del Río y de Adema cuentan para este trabajo con la colaboración de pescadores de la zona.  “Entre todos intentamos contrarrestar los efectos del cambio climático”, valoró Villanueva. 

La pesca de la trucha está permitida con determinados cebos y mediante el método de pesca y suelta. En el Bajo Aragón, dijo el representante de Aems, apenas hay pesca furtiva.