Rafael Catalán (izquierda), el jueves durante la inauguración de la exposición en el Valero Lecha de Alcorisa. Sara Giner
Gallipuén, tres líneas ferroviarias, mataderos y hospitales en la época de Primo de Rivera
El Cela de Alcorisa explica la “revolución desde arriba” que supuso la dictadura de los años 20
El centenario del golpe de Estado de Primo de Rivera ha protagonizado los Encuentros con la Historia organizados por el Centro de Estudios Locales de Alcorisa (Cela). Las jornadas abordaron la semana pasada el desarrollismo ferroviario de una dictadura que impulsó las líneas Alcañiz-Teruel, Val de Zafán y el Caminreal; la apuesta por los regadíos con el embalse de Gallipuén como máximo exponente local o el centenario del edificio que acoge la escuela de adultos de Alcorisa. Además, se analizó el “caciquismo” y “patrocinio” de un régimen cuyo brazo en el municipio fue el del alcalde Orencio Félez.
La “emocionante y desconocida década de los años 20” es una época eclipsada por todo lo que pasó en el municipio en la República y posteriormente durante la guerra civil, en cuyos albores fueron asesinadas en Alcorisa 79 personas de derechas a manos de los anarquistas de la Brigada de la Muerte de Pascual Fresquet.
Esta etapa de violencia, mucho más conocida y ya abordada por el Cela en ediciones anteriores, tiene su caldo de cultivo en la dictadura de Primo de Rivera que este año se divulga.
El historiador local y miembro del Cela Rafael Catalán presentó el viernes un estudio en forma de libro sobre la Dictadura de Primo de Rivera en Alcorisa (1923-1930). “Ha sido una dictadura edulcorada. Primo de Rivera no fue tan bonachón como se llegó a pintar”, resumió, sino que fue un “régimen autoritario y militar, propio de los años 20 del siglo XX”, en el que los burgueses y terratenientes “hicieron su revolución desde arriba”, tejiendo “un sistema modernizado para sus intereses y con un dominio de clase total por parte de las élites”.
Sí reestructuró Primo de Rivera la administración local, para lo que rompió con la vieja política caciquil que desde la crisis de final de siglo XIX había llevado a España al desastre con la pérdida de las últimas colonias.
Los Gobiernos Civiles fueron liderados por militares afines al régimen, con grandes poderes a nivel provincial. Los alcaldes fueron elegidos de forma secreta por vocales escogidos a sorteo, pero entre los más pudientes de cada municipio. De esta forma, emergió en Alcorisa la figura de Félez, terrateniente local que inició sus estudios en Derecho, aunque centró parte de su carrera profesional en proyectos de modernización como el transporte o en el plan hidráulico de Gallipuén para potenciar el regadío.
“Gobernó desde 1924 a 1930. Estuvo metido en cooperativas olivareras y tenía una mentalidad desarrollista para la época, pero defendía inequívocamente sus intereses de clase”, remarcó Catalán.
Además de Gallipuén, que se inauguró en 1928 aunque era un proyecto previo a la dictadura, quedan como vestigios del primorriverismo en Alcorisa el actual edificio del centro de educación de adultos, que nació con vocación de hospital de San Sebastián que “ni tuvo función”, y el matadero, un equipamiento que denota “interés por la salubridad pública”, ya que hasta entonces cada uno se mataba los animales en casa.
Una exposición en el Centro Cultural Valero Lecha explica que “Alcorisa también vivió el régimen primorriverista”. Fue inaugurada el jueves, antes de que el historiador turolense Serafín Aldecoa explicara el papel que tuvo el ferrocarril durante la dictadura.
Además, durante la mañana del viernes, en los centros educativos hubo una charla-recreación sobre las vestimentas de principios del siglo XX a cargo de la Fundación Bodas de Isabel. El sábado, el Cela ofreció otra de sus rutas guiadas y teatralizadas, ambientada en 1926 para dar a conocer el organigrama político, económico y social de la época. Finalmente, una marcha senderista recorrió el domingo el sueño truncado de la vertebración territorial ferroviaria de la provincia.
Aldecoa explicó en Alcorisa que el ramal pensado para conectar las principales localidades de Teruel iba a formar parte de una gran línea férrea internacional de mercancías –no de pasajeros, por eso las estaciones fantasma están ubicadas fuera de los núcleos urbanos– de más de 800 kilómetros, desde el sur de la península con Francia. Había que dar salida al carbón de las cuencas mineras, aceites, frutos secos y otros productos del Bajo Aragón.
Las obras comenzaron en 1927 y sufrieron varios parones a partir de la 1930 por falta de financiación y varios episodios de corrupción en la empresa contratista, Delmor SA, dirigida por Rafael Delgado y Fernando Morán, acusados finalmente de estafa.
Aldecoa concluyó que el de Primo de Rivera fue un régimen que “promovió el ferrocarril”, algo positivo en contraste con que “puso en la provincia un gobernador militar que coartaba libertades”. El historiador catalogó de “espectáculo” que en los años 20 hubiera “tres líneas en marcha en la provincia”, pues al tramo Alcañiz-Teruel se sumó la segunda fase de la Val de Zafán y la línea de Caminreal. En 1928 se puso en marcha también en servicio la estación de Canfranc (Huesca).
“Se crearon muchas expectativas en la provincia y se pensaba que el ferrocarril iba a solucionar todo, pero acabó generando mucha frustración entre los turolenses”, resumió Aldecoa.
“Se habla de más de 2.000 trabajadores entre todos los proyectos, muchos venidos de fuera y otros campesinos locales”, detalló el investigador, que recordó que el viaducto de Teruel también se terminó en 1929, fruto de una década en la que “se invirtió mucho en obras públicas”. Pero este desarrollismo acabó generando “una deuda cabalgante y la devaluación de la peseta” en tiempos en los que Calvo Sotelo fue ministro de Hacienda y, Rafael Benjumea, de Obras Públicas. Por tanto, el primer ministro de Hacienda de la República, Indalecio Prieto, se encontró “las arcas vacías” y tuvo que paralizar muchos planes.
En cuanto a la Val de Zafán, “en 1895 llegó de La Puebla de Híjar a Alcañiz, por lo que el tren llegó a esta localidad antes que a Teruel, en 1901”, explicó Aldecoa. Tras un parón, en 1923 se reanudó la obra hasta Tortosa. “Había billetes de Tortosa a Zaragoza, y fue una vía de emigración para los bajoaragoneses, hacia Zaragoza y Barcelona”, detalló.
La “emocionante y desconocida década de los años 20” es una época eclipsada por todo lo que pasó en el municipio en la República y posteriormente durante la guerra civil, en cuyos albores fueron asesinadas en Alcorisa 79 personas de derechas a manos de los anarquistas de la Brigada de la Muerte de Pascual Fresquet.
Esta etapa de violencia, mucho más conocida y ya abordada por el Cela en ediciones anteriores, tiene su caldo de cultivo en la dictadura de Primo de Rivera que este año se divulga.
Una dictadura “edulcorada”
El historiador local y miembro del Cela Rafael Catalán presentó el viernes un estudio en forma de libro sobre la Dictadura de Primo de Rivera en Alcorisa (1923-1930). “Ha sido una dictadura edulcorada. Primo de Rivera no fue tan bonachón como se llegó a pintar”, resumió, sino que fue un “régimen autoritario y militar, propio de los años 20 del siglo XX”, en el que los burgueses y terratenientes “hicieron su revolución desde arriba”, tejiendo “un sistema modernizado para sus intereses y con un dominio de clase total por parte de las élites”.
Sí reestructuró Primo de Rivera la administración local, para lo que rompió con la vieja política caciquil que desde la crisis de final de siglo XIX había llevado a España al desastre con la pérdida de las últimas colonias.
Los Gobiernos Civiles fueron liderados por militares afines al régimen, con grandes poderes a nivel provincial. Los alcaldes fueron elegidos de forma secreta por vocales escogidos a sorteo, pero entre los más pudientes de cada municipio. De esta forma, emergió en Alcorisa la figura de Félez, terrateniente local que inició sus estudios en Derecho, aunque centró parte de su carrera profesional en proyectos de modernización como el transporte o en el plan hidráulico de Gallipuén para potenciar el regadío.
“Gobernó desde 1924 a 1930. Estuvo metido en cooperativas olivareras y tenía una mentalidad desarrollista para la época, pero defendía inequívocamente sus intereses de clase”, remarcó Catalán.
Además de Gallipuén, que se inauguró en 1928 aunque era un proyecto previo a la dictadura, quedan como vestigios del primorriverismo en Alcorisa el actual edificio del centro de educación de adultos, que nació con vocación de hospital de San Sebastián que “ni tuvo función”, y el matadero, un equipamiento que denota “interés por la salubridad pública”, ya que hasta entonces cada uno se mataba los animales en casa.
Una exposición en el Centro Cultural Valero Lecha explica que “Alcorisa también vivió el régimen primorriverista”. Fue inaugurada el jueves, antes de que el historiador turolense Serafín Aldecoa explicara el papel que tuvo el ferrocarril durante la dictadura.
Además, durante la mañana del viernes, en los centros educativos hubo una charla-recreación sobre las vestimentas de principios del siglo XX a cargo de la Fundación Bodas de Isabel. El sábado, el Cela ofreció otra de sus rutas guiadas y teatralizadas, ambientada en 1926 para dar a conocer el organigrama político, económico y social de la época. Finalmente, una marcha senderista recorrió el domingo el sueño truncado de la vertebración territorial ferroviaria de la provincia.
Tres líneas ferroviarias
Aldecoa explicó en Alcorisa que el ramal pensado para conectar las principales localidades de Teruel iba a formar parte de una gran línea férrea internacional de mercancías –no de pasajeros, por eso las estaciones fantasma están ubicadas fuera de los núcleos urbanos– de más de 800 kilómetros, desde el sur de la península con Francia. Había que dar salida al carbón de las cuencas mineras, aceites, frutos secos y otros productos del Bajo Aragón.
Las obras comenzaron en 1927 y sufrieron varios parones a partir de la 1930 por falta de financiación y varios episodios de corrupción en la empresa contratista, Delmor SA, dirigida por Rafael Delgado y Fernando Morán, acusados finalmente de estafa.
Aldecoa concluyó que el de Primo de Rivera fue un régimen que “promovió el ferrocarril”, algo positivo en contraste con que “puso en la provincia un gobernador militar que coartaba libertades”. El historiador catalogó de “espectáculo” que en los años 20 hubiera “tres líneas en marcha en la provincia”, pues al tramo Alcañiz-Teruel se sumó la segunda fase de la Val de Zafán y la línea de Caminreal. En 1928 se puso en marcha también en servicio la estación de Canfranc (Huesca).
“Se crearon muchas expectativas en la provincia y se pensaba que el ferrocarril iba a solucionar todo, pero acabó generando mucha frustración entre los turolenses”, resumió Aldecoa.
“Se habla de más de 2.000 trabajadores entre todos los proyectos, muchos venidos de fuera y otros campesinos locales”, detalló el investigador, que recordó que el viaducto de Teruel también se terminó en 1929, fruto de una década en la que “se invirtió mucho en obras públicas”. Pero este desarrollismo acabó generando “una deuda cabalgante y la devaluación de la peseta” en tiempos en los que Calvo Sotelo fue ministro de Hacienda y, Rafael Benjumea, de Obras Públicas. Por tanto, el primer ministro de Hacienda de la República, Indalecio Prieto, se encontró “las arcas vacías” y tuvo que paralizar muchos planes.
En cuanto a la Val de Zafán, “en 1895 llegó de La Puebla de Híjar a Alcañiz, por lo que el tren llegó a esta localidad antes que a Teruel, en 1901”, explicó Aldecoa. Tras un parón, en 1923 se reanudó la obra hasta Tortosa. “Había billetes de Tortosa a Zaragoza, y fue una vía de emigración para los bajoaragoneses, hacia Zaragoza y Barcelona”, detalló.
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