Els Castellans, entre Cretas y Calaceite, más cerca de las visitas tras las últimas excavaciones
La fortificación íbera depara 2 ‘nuevos’ asentamientos, un foso o aljibe y una estelaEl yacimiento ibérico de Els Castellans, en la linde entre Cretas y Calaceite, está más cerca de ser visitable para el público después de una nueva fase de restauración, excavación y acondicionamiento finalizada el viernes por un grupo de arqueólogos que han determinado que, además del poblado principal, ocupado entre los siglos IV y II antes de Cristo (a.C.), hubo en el cerro otros dos asentamientos más y varias necrópolis. Además, se ha localizado una estela con un grabado de caballo y un foso o aljibe. Unos hallazgos que se pondrán en valor y que se suman a lo que ya se sabía y da nombre al yacimiento: que un lugar tan pequeño esté tan fortificado, lo cual habla de la obsesión militar y de control de los antiguos pobladores sobre la visual de lo que hoy es el Matarraña y sus comarcas vecinas de Tarragona.
Un siglo después de que Pedro Bosch Gimpera, Lorenzo Pérez Temprado y Juan Cabré excavaran el también conocido como poblado de Els Castellets, un equipo de arqueología comandado por Salvador Melguizo y José Antonio Benavente ha intervenido durante un mes para verificar ubicaciones de vestigios nombrados por los pioneros. Las labores, completadas entre 2020 y 2021, las promueve el Consorcio Patrimonio Ibérico de Aragón, que ha contado con 24.000 euros de financiación del Fondo de Inversiones de Teruel (Fite).
El año anterior comenzó una primera fase, después de más de un siglo de las últimas pesquisas arqueológicas, con un estudio topográfico y fotogramétrico del lugar, utilizando las últimas tecnologías aplicadas a la investigación. Ello permite obtener una visión global del yacimiento en relación al territorio circundante, pero también observar algunos detalles del asentamiento que pasaron inadvertidos en aquellas primeras excavaciones de los pioneros.
Tres núcleos de población
Los sondeos han confirmado que existían, además del poblado más vistoso y restaurado, otros dos asentamientos más que, “aunque pudieron convivir en algún momento, fueron evolucionando de este a oeste”, explicó Melguizo, que junto a Benavente es codirector científico de las excavaciones.
El poblado más antiguo sería de la primera Edad de Hierro, habitado entre los siglos 7 y 6 a. C.; el segundo entre los siglos V y IV a.C., y finalmente está el yacimiento más conocido, cuya cronología se extendería entre el siglo IV y mediados del II a.C.
“De momento son hipótesis, trabajamos sobre esos márgenes que habrá que ajustar con el estudio de los materiales”, aclaró Melguizo. De confirmarse, el yacimiento tendría “la misma vida que San Antonio de Calaceite”, también pensado para “controlar, tener unas visuales muy amplias” que permiten alcanzar la cuenca del río Matarraña y los Puertos de Beceite.
¿Foso o aljibe?
Por otra parte, se ha investigado un posible foso situado bajo el núcleo de la principal población, una estructura defensiva que se sumaría al impresionante baluarte del yacimiento compuesto por torres, antemurales y una entrada camuflada bajo la roca, una poterna, con escaleras talladas en la arenisca y que hace pensar a los expertos en un lugar en el que vivirían las élites sociales, frente al resto de la población que se dispondría bajo el cerro.
No obstante, con el paso de las semanas ese posible foso hallado en un terraplén junto a la muralla, “de dos metros de profundidad y que en otras zonas parece más profundo”, podría ser finalmente un aljibe de almacenamiento de agua, explicó Melguizo, que destacó que también ha aparecido una estela ibérica con el grabado de dos caballos en una piedra reaprovechada en un muro. Este elemento es similar a otros aparecidos en otro poblado cercano, a tan solo 2 kilómetros, llamado La Miraveta.
Melguizo agradeció la colaboración prestada por la brigada de medioambiente del Matarraña, que ha permitido “entrar a machete” en algunos vestigios que estaban llenos de maleza.
También ha colaborado el taller de empleo Matarraña Arqueológico, promovido por la Comarca y financiado por el Instituto Aragonés de Empleo. De esta forma, ha habido días con 18 operarios en el yacimiento.
“El año pasado pudimos estar muy pocas personas por la pandemia, por lo que se pudo hacer lo justo; pero este año se ha trabajado con más de intensidad”, señaló Melguizo, que explicó que el proyecto incluye “seguir varias campañas más”.
Hacerlo visitable
El arqueólogo subrayó que el objetivo que persiguen estas actuaciones, además de la investigación, es poner en valor el yacimiento para hacerlo visitable dentro de la Ruta de los Íberos en el Bajo Aragón. “Se encuentra a medio camino entre Cretas y Calaceite, es una ruta muy bonita que se puede hacer andando y se puede aprovechar muy bien para el turismo de caminar y paisaje”, propuso. Cerca hay una ruta de túmulos, entre Cretas y Arens.
Benavente destacó que la recuperación de Els Castellans ha sido posible gracias a que se ha resuelto una negociación con los tres propietarios de la finca. Finalmente, cedieron por 80 años el uso al Ayuntamiento de Cretas y se pudo intervenir. También se han logrado los permisos para hacer una senda de acceso.
Todo esto permitirá hacerlo visitable tras la recuperación y consolidación, tarea que tiene encomendada el propio Benavente, que valoró que el trabajo del taller de empleo ha permitido “ampliar la zona de actuación”.
Benavente calculó que se habrá intervenido tan solo en el 25% del yacimiento, por lo que “queda para varios años”, si bien lo que ahora se ha conseguido es “dejar la mayor parte de la plataforma superior de la acrópolis” a la vista. “Todavía queda por consolidar el bastión, una especie de torreón con habitaciones semicirculares, y toda la parte occidental, donde hay una serie de muros que se interpretan como estructuras defensivas”, apuntó.
El exgerente del Consorcio destacó que, pese a tener solo una docena de espacios, el yacimiento está muy fortificado, algo que recuerda a “San Pedro de Oliete, que juega un papel de tipo militar en una época seguramente de conflicto, quizá asociada a la segunda Guerra Púnica entre cartagineses y romanos”.
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