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El pregonero de la Semana Santa de Alcañiz, Manuel Anglés, reivindica el origen religioso del ritual tamborilero El pregonero de la Semana Santa de Alcañiz, Manuel Anglés, reivindica el origen religioso del ritual tamborilero
Anglés (hábito blanco) pronuncia su pregón de Semana Santa acompañado por el alcalde, el párroco y las hermandades

El pregonero de la Semana Santa de Alcañiz, Manuel Anglés, reivindica el origen religioso del ritual tamborilero

“No se puede convertir la Semana Santa en un objeto de museo de cosas viejas”
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El secretario general de la Orden de la Merced en Roma y pregonero de la Semana Santa de Alcañiz, Manuel Antonio Anglés Herrero, reivindicó en el teatro municipal el “hecho fundamentalmente religioso” por el que miles de tambores sonarán en los próximos días en la Ruta del Tambor y Bombo para “latir” en señal de “dolor y pasión” por Cristo, al que “no podemos dejar encerrado en las paredes de un templo”. El mercedario destacó que es ese germen, “identificativo y unitario”, el que la Unesco ha reconocido como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

El ritual de tocar el tambor  por Semana Santa, resaltó Anglés en un pregón en el que incidió en el sentido católico de estas fiestas, nace en “contexto cristiano y fruto de la iniciativa y creatividad del pueblo de Dios que a lo largo de los siglos ha querido acrecentar la vivencia de la Pascua de su Señor”. 

El reconocimiento de la Unesco, continuó, “obliga a valorar lo que hemos recibido y a valorarnos nosotros mismos como herederos de una santa tradición que nos ha marcado como alcañizanos”. El mercedario instó a no “caer en el anquilosamiento o en convertir nuestra Semana Santa en un objeto de museo”.

“Se puede hacer un museo sobre la Semana Santa, pero no convertir la Semana Santa en un objeto de museo –aclaró el pregonero–, de una arqueología desfasada, de cosas viejas o de un museo etnológico”.

“Latido de tambor”

Tras hacer un juego de palabras con el “paso” de las imágenes por las calles, que a la postre interpreta como hacer “hueco para que Dios pase por tu vida”, Anglés se centró en el toque de tambor del Viernes Santo.

Una marea de túnicas azules comienzan entonces a latir por Cristo, “que sigue padeciendo y sufriendo, siendo condenado a muerte y siendo crucificado”.

Por tanto, “nuestro tambor es toque de duelo y de dolor”, pero también “de pasión y de entrega, porque sigue latiendo con el corazón de Cristo y de todos los alcañizanos que no se dejan llevar por la apatía, sino que hacen de la pasión de Cristo el modelo de amar y de entregarse por los demás”. El pregonero instó a que esos “latidos de Semana Santa” penetren y se escuchen “en todas las casas, en todos los lugares”. En definitiva, “que sean un clamor porque el día que no se escuchen habremos de preocuparnos seriamente, y preguntarnos en qué nos hemos convertido, cómo hemos llegado hasta allí”.

Identidad y unidad

Anglés destacó los conceptos de “identidad y unidad” que hacen salir a los alcañizanos a las calles en torno a la Pasión de Cristo. “La identidad cristiana de Alcañiz –dijo– es una realidad casi incontestable, sobre todo cuando vemos el perfil de nuestra ciudad con su iglesia colegial”. Fue también una “identidad caritativa”, educativa, asistencial y misionera, dijo en relación al antiguo Hospital de San Nicolás, los hospicios de Santa Lucía, las aulas de gramática y otros empeños.

Por otra parte, prosiguió, la Semana Santa de Alcañiz “nos está hablando de unidad, de fraternidad, y por eso nos vinculamos en co-fradías, es decir, lugares de fratres (hermanos), y en hermandades”.

“Lo extraordinario de nuestra Semana Santa –aseguró– es que la vivencia de la fe, de la liturgia de estos días, sale del templo para apoderarse de la ciudad”, que se convierte “en la nueva Jerusalén”. “No podemos dejar a Cristo encerrado en las paredes de un templo porque somos un pueblo que cree y que late con un corazón”, pronunció. “Y a ese latido, profundo, le llamamos tambor”.

“Aquel grito de la tierra ante la muerte de su creador es el latido de estos tambores alcañizanos que, unidos a Cristo e identificados con él, siguen clamando por al paz y la justicia, por el bien y la salvación de la humanidad”.

Anglés recordó a fray Mateo Pestel, quien en 1678 inició la procesión del Pregón sin “llegar a imaginar lo que serían los tambores hoy”. No obstante, “latía en su corazón el mismo amor a Cristo que late en tu corazón cuando tocas el tambor en el mediodía del Viernes Santo, cuando a la hora de la nona, a las tres de la tarde, se oscureció el sol (Mateo 27,45) y el velo del templo se rasgó, y las piedras se resquebrajaron (Mateo 27,51)”.

Por todo ello, el mercedario aseguró que en la ciudad “no hay turistas, no hay gente ajena a lo que se está viviendo”, pues “en Alcañiz se vive la Semana Santa” y “no se puede ser observador que trata de captar una instantánea con su móvil o su tablet”.

Cireneos y verónicas

Tras ver pasar al Cireneo ayudando a Jesús a cargar su cruz y a la Verónica enjugando su rostro, “¿no vas a ser tú cireneo o verónica, que vas a compartir y aliviar el sufrimiento de los que están a tu lado?”, apeló al público antes de hablar de sus recuerdos personales y de la simbología que tienen todos y cada uno de los Días Santos que comenzaron con el Domingo de Ramos.

Tras manifestar el verdadero espíritu de redención de la Orden de la Merced y hacer un guiño al sufrimiento de los presos y sus familias, el pregonero aún tuvo un último mensaje de solidaridad cuando concluyó que el “dolor, la soledad y la tristeza humana acompañan hoy como ayer”, por lo que “la Iglesia está llamada a aprender de su Maestro para ser experta en humanidad y en misericordia”.