El personal del Hospital de Alcañiz y sus familias posan para un calendario solidario
Del pijama blanco a la saya y la toquilla por una buena causaDar visibilidad a la indumentaria antigua y a las enfermedades raras. Con ese objetivo un centenar de personas, todos ellos trabajadores del Hospital General de Alcañiz y sus familiares, han colgado los pijamas blancos con los que trabajan a diario para ponerse las sayas y toquillas que custodia la Asociación Sempiterna, dedicada al estudio de la indumentaria tradicional, y han posado en diversos escenarios de poblaciones cercanas a la capital bajoaragonesa. Con las imágenes elaborarán un calendario para 2020 que se pondrá a la venta en noviembre y cuyos beneficios irán a parar a Somos Pera, la Asociación de Personas y Enfermedades Raras de Aragón. Las ropas antiguas tienen todas su origen en la provincia de Teruel y corresponden principalmente a la segunda mitad del siglo XIX, aunque hay algunas de finales del XVIII.
La idea surgió en el departamento de Farmacia del Hospital, donde los trabajadores mas que compañeros son amigos y hace dos años hicieron un almanaque con fotos suyas para su uso propio. El año pasado fueron un poco más allá y decidieron vestirse con ropajes antiguos con la colaboración de la Asociación Sempiterna y Dabí Latas, marido de uno de los trabajadores del hospital y encargado de elegir los lugares para los posados y distribuir las prendas entre los improvisados modelos –algo que no es sencillo porque los cuerpos actuales poco tienen que ver con los de hace un siglo–. Para canalizar su actividad solidaria pusieron en marcha el proyecto Rememora, destinado a apoyar a colectivos que necesitan ser sacados del olvido.
“Llevo la escena en mi cabeza, coloco a los modelos y la fotógrafa tira fotos en un par de posturas”, explica el responsable de dirigir el proyecto. De las imágenes se ocupa este año la fotógrafa Rosa Mir, hermana de otra de las empleadas de Farmacia, mientras que el diseño correrá a cargo de Juan Hernández, que también trabaja en el hospital.
Elegir las prendas es difícil porque cada modelo lleva todos y cada uno de los ropajes que utilizaron los antepasados, desde la primera saya hasta los pendientes, pasando por los zapatos. Y todo son confecciones antiguas, dignas de ocupar la vitrina de un museo, que difícilmente encajan en los cuerpos del siglo XXI, mucho más altos y robustos en general que los de hace cien años. Otra de las complejidades que entraña el proyecto son los peinados puesto que todas las modelos llevan recogidos similares a los de sus bisabuelas gracias a la colaboración del peluquero Cristian Ráfales. “Antes no había ninguna mujer con el pelo corto y a la que lo lleva le tenemos que buscar una forma de cubrirle la cabeza”, relata Dabí Latas.
El año pasado todas las fotografías se realizaron en un estudio, pero el calendario de 2020 exhibirá principalmente imágenes exteriores y alguna interior pero con regusto del pasado. Una de las tomas se ha captado en la antigua farmacia de Castellote, que se encuentra dentro de un domicilio particular y se conserva tal cual estaba el día que cerró. Los modelos utilizados en esa escena son farmacéuticos y estaban maravillados de los tesoros que esconde la vieja botica. “Hemos querido hacer un guiño a la primera doctorada en Farmacia de España y a las mujeres universitarias”, explica Latas, quien recuerda que esa pionera fue Zoe Rosinach y abrió una botica en Albalate del Arzobispo, localidad a la que fue destinado su marido, Pedro Baringo, que era médico. Desde allí se trasladaron a Zaragoza, donde Rosinach regentó su propio negocio farmacéutico hasta su muerte en 1973.
En Castelserás han utilizado varios escenarios, como la fuente del lavadero o el propio lavadero, en el que aparecen sobre todo mujeres y niñas restregando la ropa. Por otro lado se ha utilizado el horno de la localidad, en el que trabaja el esposo de otra de las empleadas del hospital y en la escena aparecen además familiares de la misma. “Sigue haciendo pan allí, pero retiró todo lo nuevo para la foto”, relata Latas.
Durante la realización de estas escenas en Castelserás tuvo lugar una de las anécdotas más divertidas del proceso y es que Mateo, que es el modelo más joven del grupo con tan solo 9 meses, dio su primer paso que, además, fue capturado por la fotógrafa Rosa Mir y podrá ser admirado por todos los que compren el almanaque.
La fuente de los 72 chorros de Alcañiz, o los pajares y la ermita de La Codoñera son otros de los lugares que sirven de telón de fondo a la indumentaria antigua. Todavía quedan dos sesiones, que se harán a lo largo de octubre, en Valderrobres, Calanda y en Valdealgorfa, donde se hará una escena pastoril y otra que será la más multitudinaria, con una treintena de participantes, durante un baile popular.
Todo el trabajo es voluntario con el fin de recaudar el máximo dinero posible para Somos Pera. Para conseguir el calendario habrá que hacer un donativo de 10 euros y estará disponible en varios puntos de Alcañiz, Castelserás y Teruel, entre otros lugares, y también a través de la página web rememora.org, aunque en este caso el desembolso será de 12 euros por los gastos de envío.
El año pasado recaudaron más de 3.000 euros para la Asociación de Enfermos de Alzheimer de Alcañiz y este año confían incluso en superar esa cifra. Sin embargo, Maribel Escobar, que es una de las modelos del calendario y auxiliar de Farmacia, explica que el principal objetivo principal no es económico sino de visibilización de las personas con enfermedades raras. Ella sabe de lo que habla porque su hija tiene Osteocondromatosis y hace hincapié en que, al tratarse de enfermedades que afectan a pocas personas, cuentan con menos ayuda y visibilidad que el resto. “Te toca a poca gente, que está muy bien, pero es un arma de doble filo porque nadie para cuenta en nosotros”, relata.
Los fondos de 2019 se destinaron a una agrupación de enfermos de Alzheimer y los de 2020 irán a parar a Somos Pera, pero la cosa no quedará ahí porque Escobar indica que quieren seguir con una iniciativa que resulta muy positiva para todos. Por un lado aprenden mucho sobre indumentaria antigua ya que se visten con prendas que algunos de ellos ni siquiera sabían que existían. Por otro se divierten muchísimo y, además, colaboran con una buena causa. Los alcañizanos ya esperan sus calendarios, que se van a convertir en un clásico navideño del centro hospitalario. Los venden entre vecinos, familiares y amigos, pero también entre aficionados a la indumentaria antigua que los compran desde varios puntos del mundo para ver las piezas de museo sobre modelos de carne y hueso, algo que no es muy habitual.