El Matarraña será la excepción y recogerá una cosecha histórica de oliva a precios desorbitados
Los agricultores, satisfechos porque este año no trabajan por debajo de costesSegún las estimaciones del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, la producción en Aragón en esta campaña 2023-2024 de la oliva será de 11.567 toneladas, de las que 4.707 se producirán en la provincia de Teruel. La Comunidad producirá en esta campaña olivarera un 57% más aceite de oliva que en la de 2022-2023, pero un 7% por debajo que la media de las cuatro últimas (2019-2022). En el caso de la provincia, la cosecha actual supone un crecimiento de un 149% con respecto a la última que, como se ha dicho anteriormente, fue corta y escasa, y un 16% por debajo de la media de las campañas 2019-2022.
En medio de este panorama hay un oasis: la comarca del Matarraña, donde la cosecha de 2023-2024 será histórica y coincidirá con una coyuntura de precios altos nunca vista. “Es como si hubiera tocado la Lotería de Navidad sin enterarse nadie, porque hay una gran cosecha, una cosecha histórica, con unos precios que han llegado a unos niveles que hace dos o tres meses eran impensables”, valoró el almazarero José Gabriel Alcober.
En esta zona, los precios del kilo de oliva molturada se encuentran estas semanas entre 1,5 y 1,8 euros, según rendimientos, aunque esta cosecha está registrando “rendimientos más bajos en lineas generales”, valoró el almazarero de Valdeltormo.
“La cosecha es enorme y hay árboles que no pueden dar más de sí, están que se rompen”, como se dice popularmente en la zona cuando el olivar está cargado de frutos. Tanto es así que así nadie se atreve a hacer un cálculo de qué producción hará el Matarraña esta campaña. Cualquier cifra puede pasarse o quedarse corta. No en vano, la oliva “está muy agarrada” y alrededor del 20% no ha caído a los paraguas cuando se ha vibrado el tronco. La oliva de las copas ha caído, pero se ha quedado la de las ramas bajas, así que “no se sabe cuánta puede quedar por recoger”, enfatizó Alcober. Esta oliva se tirará al suelo cuando los agricultores terminen vibrar el arbolado y pasen a recoger las olivas del suelo. Se prevé, por tanto, una campaña, larga, a diferencia de la anterior.
Otra cosa será el año que viene. Con lo vecero que es el olivar de secano del Bajo Aragón histórico y el Matarraña, ya se da por seguro que el año que viene la cosecha en la zona será muy corta o inexistente.
Los agricultores, satisfechos porque esta vez no trabajan por debajo de costes
Los agricultores están viviendo esta situación de mercado como una oportunidad para resarcirse de los bajos precios que han sufrido durante años, cuando han tenido que recoger cosechas consecutivas percibiendo por ellas precios que no cubrían gastos. “Hemos trabajado muchas veces por debajo de los costes de producción, y este año por primera vez en la zona del Bajo Aragón se va a hacer dinero, porque el aceite está a un precio buenísimo; que nos quiten lo bailao”, exclama David Andreu, responsable del olivar en el sindicato UAGA.
Aunque los sindicatos agrarios reconocen que ésta situación del mercado “no es buena para ningún sector”, es cierto que en el fondo los agricultores están plenamente satisfechos, porque por primera vez parece que se pagarán los frutos a unos precios inimaginables después de “años de no cubrir los costes”, añadió Andreu.
El responsable de UAGA señaló que con los precios del aceite de oliva a estos niveles de 8,5 euros en origen, “podría ocurrir que empiecen a hacerse plantaciones intensivas y superintensivas de olivo y que cuando éstas entren en producción el precio vuelva a desplomarse otra vez”. No es algo nuevo, y una situación parecida se ha vivido en el almendro años atrás: tras un boom en los precios años atrás, este año la almendra en ecológico se ha pagado igual que la almendra convencional.
A pesar de festejar el alza de precios, Andreu reconoció que “lo mejor es la estabilidad”, y apuntó que “a 6 euros el kilo de aceituna puede trabajar todo el mundo, y el consumidor también puede asumirlo”. En este sentido, insistió “para el agricultor, esos 6 euros significan que no está trabajando por debajo de costes de producción”.
En cuanto a la cosecha, valoró que en el Bajo Aragón “estamos ante una cosecha media, como ocurre en otras zonas productoras de Aragón como Belchite y Calatayud” , a diferencia del Matarraña, donde las lluvias a tiempo permitieron una floración con cuajado y ha habido una enorme cosecha. En el resto de la provincia “las lluvias llegaron un mes tarde; si hubieran aparecido a tiempo ahora estaríamos hablando de récord histórico”, enfatizó.
Traslado a la cadena
Por su parte, desde Asaja, José Manuel Cebollada, atribuyó la subida de los precios del aceite a “una consecuencia que se deriva de varios factores, entre ellos la mala climatología, que ha menguado la cosecha, y a la subida de los costes de producción, que se está trasladando ahora a la cadena alimentaria”. En este sentido, enfatizó que “ésto no es una cuestión de especulación, y que nadie piense que el sector agrario está boyante, porque no es así, ya que, además, es un sector al que lo precios le vienen impuestos”, añadió.
Cebollada insistió en que los sindicatos “advertimos al Gobierno de que los precios no se controlan poniendo trabas a la producción y que las subidas del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) también se trasladarán a la cadena alimentaria, y tenemos que recordar que no son los agricultores los responsables”. Además, hizo hincapié en que a lo anterior se tienen que añadir “los inputs normales del sector agrícola”, esto es, combustibles y fitosanitarios, entre otros costes.
El sector, añadió el presidente de Asaja, está “preocupado”, porque “no sabemos quién va a salir beneficiado de estos altos precios del aceite; los agricultores, no, porque no solo no son los que marcan los precios sino que ya han sufrido un incremento de sus costes de producción”.
Por otra parte, manifestó que el sector cerealista se encuentra “todavía en una situación peor y es el que más necesitado está de ayudas, no solo por el año malísimo que ha pasado, no solo por el crecimiento de los costes de producción, sino porque, además, los precios del cereal están bajando y en un año a la vista en el que no tenemos previsiones de agua inmediatas”.