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El Guadalope, un río convertido en ciénaga tras una maniobra errática y precipitada en Santolea El Guadalope, un río convertido en ciénaga tras una maniobra errática y precipitada en Santolea
Esta balsa que se observa a los pies de la presa es la ataguía que debía retener los lodos del embalse de Santolea cuando empezara a vaciarse

El Guadalope, un río convertido en ciénaga tras una maniobra errática y precipitada en Santolea

Por el cauce baja un líquido marronáceo del que ha desaparecido todo el ecosistema acuático
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El pequeño arroyo de aguas cristalinas del que beben los vecinos de Abenfigo desciende ladera abajo dejando atrás el pueblo. A algo más de 100 metros, estas aguas límpidas y puras se ven engullidas por un caudal más ancho y marronáceo que bien podría confundirse con una ciénaga si no fuera porque sus aguas corren raudas y porque la vegetación que rodea el entorno natural indica que estamos en un curso fluvial. Ese líquido marrón es el río Guadalope.

Pocos metros aguas arriba de donde el arroyo se mezcla con el río está el azud de Abenfigo. Son unos 15 kilómetros aguas abajo de la presa de Santolea. En el azud huele de una manera que recuerda a algo en proceso de putrefacción. Son los gases que desprende el lodo. 

El agua discurre veloz, a pesar del parapeto del azud. Y es que ya no hay azud que valga. Los cuatro o cinco metros que tiene de altura están colmatados de barro. Desde este recodo del río Guadalope parten dos acequias, una de ellas para suministrar a los regadíos de Mas de las Matas, y la otra para los regadíos y el agua de boca de Aguaviva, que lleva tres meses suministrándose de un pozo antiguo ante lo insalubres que son las aguas del río.

El fondo del Guadalope no se ve. Posiblemente sus aguas tardarán meses en aclararse. Pero hacerse una idea de cómo está el lecho es fácil. Basta con mirar a la orilla, llena de barro, que ha engullido todos los guijarros del río y con ellos a toda la vida invertebrada que habitaba bajo ellos y que conformaba la comunidad biótica del río. De ella se alimentan, entre otros, los peces, que han desaparecido y que, según afirma el responsable de la Asociación AEMS Ríos con Vida en el Bajo Aragón, Javier Villanueva, “están muertos”.

El vaciado del embalse de Santolea comenzó a provocar este desastre en noviembre del año pasado. Desde entonces, ha ido a más y nadie lo paró. La maniobra se realizó, según Villanueva "deprisa" y "sin la adopción de las medidas adecuadas para evitar que la masa de lodo andante" que salió por las compuertas de la presa se llevara la vida de la fauna invertebrada que había en el río entre este pantano y el otro que hay aguas abajo y que se ha convertido en el sumidero de todos esos limos, el embalse de Calanda.

Villanueva calcula que la ataguía construida a los pies de la pared del embalse de Santolea para retener los sedimentos del pantano se llenó de barro "en cuestión de minutos". En su opinión "es pequeña y además está mal diseñada". Actualmente está colmatada y no realiza ninguna función. Mientras, sigue saliendo barro, esta vez -como ya está vacío el pantano- arrastrado por el río, que va arañando el fondo y llevándose consigo el limo que se ha acumulado desde que se construyó la presa en los años 30 del siglo XX.

Por la antigüedad del pantano de Santolea, lo lógico es que hubiera mucho barro acumulado, aunque Villanueva recuerda que otros dos factores habrían favorecido a la sedimentación: el gran incendio del Maestrazgo de 1994, en el que se quemaron Las Hoces y Las Muelas del Guadalope, y el incendio de 2009 de Aliaga. Ambos, en la misma cuenca hidrográfica, habrían cargado el fondo de sedimentos finos arrastrados desde las zonas quemadas y libres de vegetación.

El portavoz de AEMS afirma que la zona es "un desastre ecológico", pero advierte de que no será la única consecuencia que tendrá la errática operación de desembalsado, llevada a cabo por la empresa pública Aguas de las Cuencas de España (Acuaes) para que la obra de recrecimiento del embalse pueda empezar. Según apuntó, "cuando al final de la próxima campaña de riego, el embalse de Calanda se encuentre al 25% de su capacidad de almacenamiento -ahora está al 78%-, los lodos no se sedimentarán en la zona de entrada como ahora, sino que se aproximarán al centro, y cerca de ahí se encuentran las captaciones de agua de boca" que suministran a distintas poblaciones del Bajo Aragón, entre ellas Calanda y Alcañiz. Según el responsable de AEMS, "la turbidez del embalse de Calanda por una excesiva carga de sedimentos podría llegar a afectar a la calidad del agua de boca".

No hay ecosistema acuático

En el tramo de río que discurre desde la presa hasta el embalse de Calanda no hay ya ningún ecosistema acuático. No hay peces muertos, "porque no se ven, porque un vertido de este tipo provoca su muerte por abrasión de las branquias y la mortandad es paulatina, aparte de que con la masa de barro que ha bajado desde el pantano de Santolea, muchos han podido quedar enterrados en el fango", apuntó Villanueva.

El agua continúa bajando turbia, y este fin de semana incluso más que unos días atrás. En el embalse las obras han empezado y ya se aprecian movimientos de tierra realizados por la maquinaria junto al cauce.

La ataguía está colmatada y ahora de nada sirve pensar en lo que se podría haber hecho, aunque el responsable de AEMS consideró que "hubiera sido tan sencillo como construir una ataguía más grande, construir tres ataguías consecutivas hasta el medidor que se encuentra a 500 metros de la pared de la presa, que fuera más profundas y hubieran estado mejor hechas para después poder retener y extraer los lodos conforme iban llegando". Aparte de esto, apuntó que uno de los problemas ha sido "la rapidez con la que quisieron hacer el desembalse, que provocó que se soltara una enorme cantidad de agua, llegando en algunos momentos a los 17 metros cúbicos por segundo”.

Alternativas para evitar que siga saliendo barro las hay, según AEMS Ríos con vida, una organización que lamenta que nadie les llame para aportar soluciones, pues conocen el río "palmo a palmo" y toda su morfología. La organización apunta varias opciones: la construcción de un by pass mediante un canal prefabricado que desvíe el agua para evitar que siga escarbando el sedimento del pantano y llevándoselo río abajo; la construcción de ataguías en la vega de Mas de las Matas para retener el barro que continúa bajando por el río y evitar que los limos acumulados en Santolea durante 85 años no terminen llenando el fondo del embalse de Calanda. Según Villanueva, "todas estas medidas son  sencillas de hacer".