Los tambores de Híjar sonaron a mediodía junto a las ruinas del “convento olvidado”. Marcos Navarro
El Convento de los Ángeles de Híjar celebra cinco siglos de historia con fe en su supervivencia
El Ayuntamiento pide la cesión al Arzobispado para apuntalar las ruinas y no renuncia a una restauración
Las ruinas del Convento de Nuestra Señora de los Ángeles de Híjar se dieron un baño de masas este sábado durante la jornada que el Centro de Estudios del Bajo Martín (CEBM) organizó para conmemorar el 500 aniversario del cenobio, del que apenas quedan los muros de la iglesia y el esqueleto de la nave central. El ayuntamiento ha reservado una partida presupuestaria para redactar una memoria con la que poder, al menos, apuntalar lo que queda en pie, con la esperanza de poder iniciar una reconstrucción y puesta en valor a medio plazo.
“Está claro que en Híjar hay gente que se preocupa por su patrimonio”, se enorgullecía tras el acto el presidente del CEBM, José Ángel Guimerá. “La foto de familia junto a las ruinas ha estado concurrida y hemos llenado a primera hora la sinagoga”, el mayor tesoro patrimonial con el que cuenta la localidad y desde donde los padres franciscanos, primeros moradores del convento homenajeado este sábado, se mudaron en 1524 –siete años después de su llegada a la localidad– tras ser patrocinado por el duque de Híjar, Luis Fernández.
La jornada en favor de este convento –sin protección específica que figura en la Lista Roja de Hispania Nostra– arrancó desde la sinagoga de San Antón con una explicación sobre la llegada de los frailes a Híjar tras la expulsión de los judíos de España, su estancia en la casa del rabino y acerca del templo de origen judío a cargo del propio Guimerá, que ha dirigido y producido la película Libros. El legado de Alantansi, que cuenta la historia de la imprenta hijarana del siglo XV.
Después, la comitiva partió rumbo al convento, situado a medio kilómetro de Híjar en la carretera de La Puebla, para recordar el camino que seguirían los frailes y autoridades locales el día que lo inauguraron.
A la llegada, el conservador y restaurador del Convento de las Canonesas del Santo Sepulcro de Zaragoza (1304), Vicente Gómez, habló sobre el convento de misma temática fundado en Híjar el año 1300 por la marquesa Gil de Rada,ÂÂ hija ilegítima de Teobaldo I de Navarra y viuda de Pedro Fernández de Híjar, a su vez hijo bastardo de Jaime I de Aragón. Elena Meseguer, que ha escrito un trabajo de final de grado (TFG) de Historia del Arte sobre el convento hijarano, ilustró sobre su historia.
Una cuadrilla de tambores tocó en homenaje a los frailes y los rosarieros cantaron el himno franciscano.
Por la tarde en la sede de la Comarca del Bajo Martin, se inauguró una exposición de fotografías del convento y se aportaron curiosidades de su historia. Para concluir, se proyectó un montaje audiovisual sobre la historia figurada del cenobio, realizada con Inteligencia Artificial.
Mariano Laborda, en su libro Recuerdos de Híjar (1980), atribuye la fecha de 1517 como año en el que los religiosos franciscanos se asientan en Híjar, en la antigua sinagoga de San Antón, para pasar a dicho convento en 1524, tras su construcción en la margen izquierda del río Martín, en el paraje de los Campillos, junto a una huerta conocida como Ligón de Nuestra Señora de los Ángeles.
Según explica Meseguer en su TFG, la estancia de los frailes franciscanos llegó a su fin en 1835 con la desamortización de Mendizábal. En 1841, relata la hijarana, el enclave recibió a una comunidad de monjas clarisas procedentes de Villarluengo, tras la incidencia en el Maestrazgo de las guerras carlistas. Por aquel entonces las humedades y las grietas eran ya evidentes en el cenobio que las hermanas abandonaron definitivamente en 1858 para trasladarse a Alagón.
El peligroso estado del edificio llevó a su derribo y los materiales fueron empleados, entre otras cosas, para la fábrica de un colegio en Híjar. El conjunto pasó en 1883 a propiedad municipal y en 1889 a la mitra zaragozana.
El 2 de febrero de 1904, los frailes capuchinos oficiaron la primera misa tras dos años de obras que lideró el padre Arcángel de Sesma. La iglesia y los altares quedaron restaurados. En julio de 1936, con la guerra ya iniciada, los frailes abandonaron el convento, que quedó destruido.
Aunque la iglesia mantiene sus recios muros se encuentra en estado de ruina, destaca Hispania Nostra. El arco del transepto de la nave principal más cercano al presbiterio y sus pechinas se han derrumbado. El segundo arco de la nave principal, que sostenía el transepto, prácticamente ha perdido su parte central. Una gran grieta recorre la zona central de los demás arcos fajones y bóvedas de la nave central.
En cuanto a las reliquias de su interior, la más significativa podría ser el sarcófago en el que fue enterrado el propio Luis Fernández de Híjar, fundador del convento, que hoy se expone en el hotel Alcázar de Sevilla.
Toda esta historia no puede acabar con los muros de la iglesia en el suelo, piensa el presidente del CEBM, quien destacó que los vecinos del Bajo Martín siempre han conocido estas ruinas, por lo que valoró el compromiso reciente del ayuntamiento para tratar al menos de consolidarlas. Con ello, “habremos conseguido que se mantenga ese skyline, como tantas otras cosas del pasado”, dijo Guimerá, que se felicitó también por la licitación de la puesta en valor de las pinturas grisallas en la sinagoga de Híjar, una de las más importantes de Europa.
“El convento está abandonado desde hace muchos años”, reconoció el alcalde de Híjar, Jesús Puyol. No obstante, anunció, “desde el ayuntamiento vamos a intentar que el patrimonio que nos queda todavía en pie no se eche a perder. Estamos trabajando para que el Arzobispado de Zaragoza nos haga una cesión a 100 años para poder invertir. En el presupuesto dotamos una partida con 40.000 euros para comenzar una memoria y unas catas”, tal como ha aconsejado la Dirección General de Patrimonio Cultural del Gobierno de Aragón.
“Voy a intentar que nos lo declaren Bien de Interés Cultural para poder acceder a subvenciones y poder reconstruirlo muy a largo plazo”, dijo el alcalde, quien valoró que la sinagoga ya la lograron “rescatar a tiempo”.
Por su parte, Gómez, está convencido de que “ya había algo” antes del año 1300. Por ello, “habría que conservar la estructura, limpiar el escombro y, ya sólidos los muros, excavar; es una labor pendiente y necesaria”.
El Convento de los Ángeles de Híjar está considerado como el origen de la Semana Santa del Bajo Aragón histórico tal y como la conocemos ahora.
En palabras de Mariano Laborda recogidas por Elena Meseguer en su trabajo de fin de grado, el señor de Híjar encargó en 1519 a los franciscanos “organizar con riguroso signo cristiano las procesiones de Semana Santa que, hasta entonces, tenían mucho más de jolgorio que de oración”. De esta forma, los frailes “suprimieron los cacharros ruidosos –pozales y cacerolas golpeados con hierros, etc.– para dejar únicamente tambores, a los que mucho más tarde se sumaron los bombos”. Ademas, “a los franciscanos se debe la transformación de las antiguas cofradías gremiales (...) en cofradías de penitencia”.
Dos siglos después, en 1787, el padre capuchino fray Diego de Cádiz enseñó cantos a los rosarieros de la comunidad, de tal modo que en las procesiones intercalaban toques con cantos. La túnica negra también se les atribuye.
En honor a esta plausible teoría, los tambores y bombos de Híjar tocaron junto a las ruinas, y los rosarieros entonaron sus cánticos.
“Está claro que en Híjar hay gente que se preocupa por su patrimonio”, se enorgullecía tras el acto el presidente del CEBM, José Ángel Guimerá. “La foto de familia junto a las ruinas ha estado concurrida y hemos llenado a primera hora la sinagoga”, el mayor tesoro patrimonial con el que cuenta la localidad y desde donde los padres franciscanos, primeros moradores del convento homenajeado este sábado, se mudaron en 1524 –siete años después de su llegada a la localidad– tras ser patrocinado por el duque de Híjar, Luis Fernández.
La jornada en favor de este convento –sin protección específica que figura en la Lista Roja de Hispania Nostra– arrancó desde la sinagoga de San Antón con una explicación sobre la llegada de los frailes a Híjar tras la expulsión de los judíos de España, su estancia en la casa del rabino y acerca del templo de origen judío a cargo del propio Guimerá, que ha dirigido y producido la película Libros. El legado de Alantansi, que cuenta la historia de la imprenta hijarana del siglo XV.
Después, la comitiva partió rumbo al convento, situado a medio kilómetro de Híjar en la carretera de La Puebla, para recordar el camino que seguirían los frailes y autoridades locales el día que lo inauguraron.
A la llegada, el conservador y restaurador del Convento de las Canonesas del Santo Sepulcro de Zaragoza (1304), Vicente Gómez, habló sobre el convento de misma temática fundado en Híjar el año 1300 por la marquesa Gil de Rada,ÂÂ hija ilegítima de Teobaldo I de Navarra y viuda de Pedro Fernández de Híjar, a su vez hijo bastardo de Jaime I de Aragón. Elena Meseguer, que ha escrito un trabajo de final de grado (TFG) de Historia del Arte sobre el convento hijarano, ilustró sobre su historia.
Una cuadrilla de tambores tocó en homenaje a los frailes y los rosarieros cantaron el himno franciscano.
Por la tarde en la sede de la Comarca del Bajo Martin, se inauguró una exposición de fotografías del convento y se aportaron curiosidades de su historia. Para concluir, se proyectó un montaje audiovisual sobre la historia figurada del cenobio, realizada con Inteligencia Artificial.
Tres siglos de franciscanos
Mariano Laborda, en su libro Recuerdos de Híjar (1980), atribuye la fecha de 1517 como año en el que los religiosos franciscanos se asientan en Híjar, en la antigua sinagoga de San Antón, para pasar a dicho convento en 1524, tras su construcción en la margen izquierda del río Martín, en el paraje de los Campillos, junto a una huerta conocida como Ligón de Nuestra Señora de los Ángeles.
Según explica Meseguer en su TFG, la estancia de los frailes franciscanos llegó a su fin en 1835 con la desamortización de Mendizábal. En 1841, relata la hijarana, el enclave recibió a una comunidad de monjas clarisas procedentes de Villarluengo, tras la incidencia en el Maestrazgo de las guerras carlistas. Por aquel entonces las humedades y las grietas eran ya evidentes en el cenobio que las hermanas abandonaron definitivamente en 1858 para trasladarse a Alagón.
El peligroso estado del edificio llevó a su derribo y los materiales fueron empleados, entre otras cosas, para la fábrica de un colegio en Híjar. El conjunto pasó en 1883 a propiedad municipal y en 1889 a la mitra zaragozana.
El 2 de febrero de 1904, los frailes capuchinos oficiaron la primera misa tras dos años de obras que lideró el padre Arcángel de Sesma. La iglesia y los altares quedaron restaurados. En julio de 1936, con la guerra ya iniciada, los frailes abandonaron el convento, que quedó destruido.
Aunque la iglesia mantiene sus recios muros se encuentra en estado de ruina, destaca Hispania Nostra. El arco del transepto de la nave principal más cercano al presbiterio y sus pechinas se han derrumbado. El segundo arco de la nave principal, que sostenía el transepto, prácticamente ha perdido su parte central. Una gran grieta recorre la zona central de los demás arcos fajones y bóvedas de la nave central.
En cuanto a las reliquias de su interior, la más significativa podría ser el sarcófago en el que fue enterrado el propio Luis Fernández de Híjar, fundador del convento, que hoy se expone en el hotel Alcázar de Sevilla.
Rescatarlo del olvido
Toda esta historia no puede acabar con los muros de la iglesia en el suelo, piensa el presidente del CEBM, quien destacó que los vecinos del Bajo Martín siempre han conocido estas ruinas, por lo que valoró el compromiso reciente del ayuntamiento para tratar al menos de consolidarlas. Con ello, “habremos conseguido que se mantenga ese skyline, como tantas otras cosas del pasado”, dijo Guimerá, que se felicitó también por la licitación de la puesta en valor de las pinturas grisallas en la sinagoga de Híjar, una de las más importantes de Europa.
“El convento está abandonado desde hace muchos años”, reconoció el alcalde de Híjar, Jesús Puyol. No obstante, anunció, “desde el ayuntamiento vamos a intentar que el patrimonio que nos queda todavía en pie no se eche a perder. Estamos trabajando para que el Arzobispado de Zaragoza nos haga una cesión a 100 años para poder invertir. En el presupuesto dotamos una partida con 40.000 euros para comenzar una memoria y unas catas”, tal como ha aconsejado la Dirección General de Patrimonio Cultural del Gobierno de Aragón.
“Voy a intentar que nos lo declaren Bien de Interés Cultural para poder acceder a subvenciones y poder reconstruirlo muy a largo plazo”, dijo el alcalde, quien valoró que la sinagoga ya la lograron “rescatar a tiempo”.
Por su parte, Gómez, está convencido de que “ya había algo” antes del año 1300. Por ello, “habría que conservar la estructura, limpiar el escombro y, ya sólidos los muros, excavar; es una labor pendiente y necesaria”.
Origen de la Semana Santa
El Convento de los Ángeles de Híjar está considerado como el origen de la Semana Santa del Bajo Aragón histórico tal y como la conocemos ahora.
En palabras de Mariano Laborda recogidas por Elena Meseguer en su trabajo de fin de grado, el señor de Híjar encargó en 1519 a los franciscanos “organizar con riguroso signo cristiano las procesiones de Semana Santa que, hasta entonces, tenían mucho más de jolgorio que de oración”. De esta forma, los frailes “suprimieron los cacharros ruidosos –pozales y cacerolas golpeados con hierros, etc.– para dejar únicamente tambores, a los que mucho más tarde se sumaron los bombos”. Ademas, “a los franciscanos se debe la transformación de las antiguas cofradías gremiales (...) en cofradías de penitencia”.
Dos siglos después, en 1787, el padre capuchino fray Diego de Cádiz enseñó cantos a los rosarieros de la comunidad, de tal modo que en las procesiones intercalaban toques con cantos. La túnica negra también se les atribuye.
En honor a esta plausible teoría, los tambores y bombos de Híjar tocaron junto a las ruinas, y los rosarieros entonaron sus cánticos.