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El chaleco de Víctor Jesús Caballero, uno de los guardias asesinados por Feher, “no era de su talla y le quedaba pequeño” El chaleco de Víctor Jesús Caballero, uno de los guardias asesinados por Feher, “no era de su talla y le quedaba pequeño”
Romero y Caballero posan juntos en una fotografía familiar

El chaleco de Víctor Jesús Caballero, uno de los guardias asesinados por Feher, “no era de su talla y le quedaba pequeño”

La protección de Víctor Romero, de su propiedad, impidió que las balas penetraran en el cuerpo
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El guardia civil Víctor Jesús Caballero portaba un chaleco antibalas facilitado por el instituto armado “que no era de su talla y le quedaba pequeño” cuando Igor el Ruso le disparó. Su cadáver presentaba orificios de bala en el tórax, mientras que el chaleco de su compañero Víctor Romero, que era de su propiedad, sí se ajustaba al cuerpo e impidió que las balas disparadas a la zona costal penetraran en el cuerpo de la víctima.

Son las conclusiones más significativas del informe, del 21 de febrero, del Servicio de Criminalística que habían solicitado algunas acusaciones contra Norbert Feher en la causa por el triple asesinato que perpetró el pasado 14 de diciembre en Andorra y que se saldó también con el fallecimiento del civil José Luis Iranzo.

El chaleco que pudo fallar, aspecto que no esclarece el informe, es el de Caballero, que según especifica el análisis llevaba puesto el elemento de seguridad, pero no era de su medida. Caballero era un hombre corpulento a juzgar por la talla XXL de camiseta que llevaba puesta el día de los hechos, mientras que el chaleco de la marca Fecsa que utilizaba era de la talla L, dos menos, por lo que el paquete balístico estaba más elevado y la parte inferior de su tronco quedaba desprotegida. 

El chaleco de Romero era de la talla M, la misma que la camiseta y la sudadera que llevaba ese día. Ambos iban de paisano. 

La protección de Romero era propia, mientras que el chaleco de Caballero había sido facilitado por la Guardia Civil.

La información que arrojan las heridas, analizadas por el Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses, cuantifica en siete los orificios de entrada de bala en el cuerpo de Caballero, por ocho de salida (algunos de un mismo proyectil), además de una erosión doble producida posiblemente por el roce de una bala. Tres balas quedaron alojadas en su cuerpo.

Un orificio de entrada se encuentra en el tórax izquierdo (4 milímetros de diámetro), otro en el tórax lateral izquierdo (8 mm), otro en el abdomen inferior izquierdo (8 mm) y otro en el abdomen izquierdo (6 milímetros). 

Según otro informe, el del Laboratorio de Criminalística de la Comandancia de la Guardia Civil de Zaragoza, de 19 de enero, el chaleco de Caballero registró cinco impactos, tres de ellos en la parte de la tela inferior de la cara anterior y otros dos en la parte de la tela inferior de la cara posterior.

El cuerpo también presenta heridas, tanto de entrada como de salida, en muslos, rodilla izquierda, escroto, glúteo y región dorsal. El informe definitivo de la autopsia que han pedido las partes a la jueza determinará qué heridas provocaron la muerte del agente gaditano y de las otras dos víctimas mortales de Feher en España. 

Por su parte, el cuerpo de Romero presenta seis lesiones, según el informe del 21 de febrero. Las registradas en la región cervical izquierda, glúteo izquierdo y glúteo derecho son orificios de entrada, mientras que las dos contusiones del costado derecho corresponden a impactos de balas sobre una zona corporal cubierta por el chaleco antibalas, que “ha impedido que penetraran en el cuerpo de la víctima”, asegura el informe. La herida del muslo izquierdo es un orificio de salida. Dos proyectiles quedaron dentro de su cuerpo.

El informe anterior de Criminalística de Zaragoza informa de tres orificios en el chaleco de Romero, uno en el anverso delantero, otro en el reverso delantero y otro en el lateral de la zona derecha donde ambas partes se unen.

En cuanto a Iranzo, una bala entró y salió de su brazo izquierdo, mientras que otra penetró por la parte izquierda del tórax y quedó alojada en su interior. El ganadero no iba provisto de chaleco pese a que, hasta media hora antes de su muerte, estuvo acompañando –en un reconocimiento del barranco de Valdoria donde el pastor creía oculto a Feher– a los agentes ROCA, a una patrulla del cuartel de Andorra y al alférez y al capitán de la Capitanía de la Guardia Civil de Alcañiz.

La AEGC pide la distancia

En los tres casos, el Instituto determina que para hacer una correcta estimación de las distancias a las cuales se realizaron los disparos es necesario que el Instituto de Medicina Legal de Zaragoza donde tuvo lugar la autopsia le remita la ropa de los fallecidos para estudiar los orificios que presenta, “ya que los residuos quedan depositados mayoritariamente sobre el plano más externo, impidiendo, en mayor o menor medida, que se depositen sobre el blanco”.

Añade el Instituto que “el estudio de la ropa sin las heridas tampoco es aconsejable”, ya que “por un lado carecemos de la morfología de las heridas, lo que es muy importante, y por otro, si la víctima recibe varios disparos, los residuos de uno de ellos pueden alcanzar a más de un orificio, en cuyo caso no será fácil discriminar si se trata de una entrada o una salida, especialmente si los orificios se encuentran muy próximos”.

El abogado de la Asociación Española de Guardias Civiles (AEGC) que representa a la viuda e hija de Víctor Romero, Jorge Piedrafita, presentó ayer mismo un escrito de solicitud de informe aclaratorio para que criminalística acredite elementos que considera importantes a la hora de establecer la mecánica del asalto a los guardias en el mas de Juan el Hermoso minutos después de acabar con la vida de Iranzo en el Saso. 

En concreto, pide que se establezca la distancia a la que fueron efectuados los disparos, si en los bordes de los impactos hay restos de la placa o funda de los chalecos y un croquis que permita situar con precisión los impactos en la figura corporal de cada fallecido.

Tras matar al ganadero, el Ruso no huyó en la furgoneta que le arrebató, sino que paró en el corral anexo al mas de Juan el Hermoso para recoger las pertenencias que ocultaba en su guarida en Andorra. Ello da muestra de su frialdad y evidencia que vio llegar a los agentes, a los que acribilló.

Piedrafita se congratuló de que, a falta de que la autopsia lo confirme, el chaleco de Romero resistiera el ataque y destacó el hecho de que las heridas más importantes se produjeran encima y debajo de la protección, lo que demuestra que el asesino sabía perfectamente que se enfrentaba a agentes y que estos podían llevar chaleco, por lo que tiraba a dar donde estaban desprotegidos.

Reparto "precario"

El portavoz en Aragón de la Agrupación Unificada de Guardias Civiles (AUGC), Cristóbal Soria, calificó de “precaria” la situación a la que se enfrentan los agentes que tienen que salir a prestar servicio con chalecos antibalas que no son de su talla.

“Si no es de tu talla no es efectivo porque tiene que quedar pegado y protegerte todo”, dijo Soria, quien recordó que la AUGC lleva dos años denunciando que las mujeres portan chalecos masculinos, lo cual “es una barbaridad”.

El portavoz criticó los llamados “chalecos calientes” que cambian de portador entre turnos, una práctica habitual, según dijo, que “además de ser antihigiénica es insegura porque la talla es muy importante; tanto como si te pones un casco de moto y no queda en contacto con tu cráneo”, lo que “no solo no te quita el golpe sino que te lo puede agravar”.

Soria explicó que la AUGC enviará el caso a “riesgos laborales” para que emita un informe “a ver quién está adjudicando este tipo de chalecos con ese tallaje no correspondiente con las medidas de los agentes”.

“Romero se compraría el suyo propio seguramente por eso”, invirtiendo del orden de 600 euros “en un chaleco porque no te lo adjudican”, dijo Soria, quien aseguró que se han dado casos de guardias expedientados por adquirir sus propias protecciones.

El abogado de la AEGC, Jorge Piedrafita, que tiene claro que a Romero no le mataron los disparos en la zona del chaleco, se mostró prudente con respecto al análisis de las heridas de Caballero, pues en su opinión el informe, pese a reconocer que el chaleco no era de su talla y le venía pequeño, no esclarece que las heridas más graves estuvieran en el pecho. 

Piedrafita apuntó que es una práctica habitual que los guardias civiles compren lotes de chalecos, homologados por la Dirección General de la Guardia Civil, y más en los Equipos ROCA porque “no son una unidad con medios propios” sino que se nutren de desviaciones de personal y medios en otras unidades. Por tanto, los chalecos pueden ser rotatorios. 

En todo caso, Piedrafita instó a las demás partes personadas a separar la investigación del triple crimen de la petición de responsabilidades por la dotación de chalecos y por el operativo de seguridad desde que Feher intentó asesinar a Manuel Marcuello y Manuel Andreu en Albalate el 5 de diciembre. Estas cuestiones, en su opinión, se dilucidarán en un procedimiento contencioso-administrativo y no en el penal que instruye la magistrada del Juzgado de Instrucción número 2 de Alcañiz.