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El Cachirulo y sus 50 años de folclore basados en la “calidad de la semilla sembrada” protagonizan el acto previo al inicio de las fiestas de Alcañiz El Cachirulo y sus 50 años de folclore basados en la “calidad de la semilla sembrada” protagonizan el acto previo al inicio de las fiestas de Alcañiz
La junta directiva actual del Cachirulo suelta algunos de los 500 globos que volaron al cielo alcañizano

El Cachirulo y sus 50 años de folclore basados en la “calidad de la semilla sembrada” protagonizan el acto previo al inicio de las fiestas de Alcañiz

La mujer alcañizana protagoniza el pregón a través del recuerdo de la gran bailadora Teresa Salvo
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Con el lanzamiento de 500 globos en la plaza de España rindieron homenaje los socios del Cachirulo a la extinta peña infantil de fiestas de la asociación folclórica en el acto del pregón que ayer anunció a los alcañizanos que los festejos están a la vuelta de la esquina. La agrupación llega a su 50 aniversario con una estructura sólida por la “calidad de la semilla sembrada” y la cimentación de su sede en el antiguo Granero Almudí.

La mujer sujeta el medio rural y es el pilar de cualquier empresa que se inicie. Lo saben bien los cachiruleros de Alcañiz, que en 1982 bautizaron su asociación con el nombre de Teresa Salvo, una de las mejores bailadoras que ha visto la jota aragonesa. 

Ese mismo año se aprobaron de manera oficial los primeros estatutos. Sin embargo, el Cachirulo de Alcañiz se remonta al 13 de septiembre de 1968, cuando fue inaugurado al final de las fiestas patronales en presencia del doctor Demetrio Galán Bergua. 

Según cuenta Raúl Vallés en su blog, se celebró una gran gala de jota, con la actuación estelar de José Iranzo el Pastor de Andorra. Fue el entonces alcalde de Alcañiz, Javier Roig, quien se empeñó en asociar a cuantos vivían el folclore aragonés, tomando como referencia al Cachirulo de Zaragoza. 

También se homenajeó en esa gala a la propia Teresa Salvo, apodada la Boyera, “catalogada como la mejor bailadora” de su época, “ganadora de los más prestigiosos certámenes y reconocida en todos los ámbitos folclóricos de España”, dijo en su pregón el presidente del Cachirulo, Jesús Buisán. “Pero lo más importante, alcañizana y mujer; y es por esto que el Cachirulo rinde homenaje a la mujer, dándole todo el protagonismo en el nombre de la asociación”. 

Joteros y dinamizadores

La difusión de la jota aragonesa a través de su enseñanza y práctica y la implicación en todos los aspectos de la vida sociocultural de Alcañiz fueron desde el inicio los dos grandes objetivos de la agrupación. Hoy, cincuenta años después, “bien puede decirse que se ha convertido en una realidad”, aseguró Buisán. 

Desde el principio tuvo, y sigue teniendo, escuelas de baile, canto y rondalla, con numerosos alumnos. En la actualidad cuenta con más de un centenar. Han aprendido a amar y expresar el folclore aragonés, y de ello se ha beneficiado la ciudad, que en todas las fiestas ha disfrutado de la jota. 

Y es que el Cachirulo, en boca de su actual presidente, presume de haber sido “uno de los pioneros en popularizar las fiestas patronales para disfrute de todos”, tal y como atestiguan “multitud de alcañizanos y alcañizanas que han colaborado en la elaboración del libro del cincuentenario, que pronto verá la luz”. Lo coordina el escritor y periodista Ramón Mur, que ya en su pregón de fiestas de 2017 se refirió al Cachirulo como “la guardería” de fiestas porque llegaba a movilizar a más de 800 niños a través de la peña infantil anoche homenajeada. Con mochila, camiseta y gorra acudía a la plaza de España a lanzar globos, participando entre un gran jolgorio del comienzo de las fiestas. 

Ese gesto se repitió ayer. Con él se pretendía “volver a revivir el recuerdo que la mayoría de los alcañizanos han vivido en algún momento de su vida”, señaló el pregonero. 

Al margen de las fiestas patronales, el Cachirulo contribuyó a institucionalizar la judiada en la Glorieta el día de San Jorge como jornada de convivencia, recuperó la banda de música, organizó la primera subida a pie al santuario de la virgen de Pueyos –con rondalla, el Cachirulo delante y detrás el resto de peñas–.

El Cachirulo ha sido muy proactivo en las reivindicaciones de Alcañiz y comarca, como mejores infraestructuras y servicios. Es por ello que “llegó a sacar carrozas de tema reivindicativo” en fiestas. Ha sido, en definitiva, una asociación “con voz propia en los asuntos de la ciudad”. 

Además, “popularizó la salida de las Manolas en la procesión de la Soledad, en Semana Santa”. Y qué decir de las fiestas y verbenas en la terraza de “la Rocha” durante más de 20 años, que sirvió de inspiración de manera involuntaria y no programada de la gran sede del Cachirulo”. 

Una sede hecha azofra

El Cachirulo tiene su sede en el antiguo conjunto formado por el Granero Almudí y la Posada de Bárnolas, un edificio del siglo XVIII que fue adquirido por la asociación folclórica en estado ruinoso.

“Cerca de cien socios trabajaron en las mañanas de los sábados en régimen de voluntariado, en esta tierra llamado azofra, por el solo pago de un suculento almuerzo”, prosiguió Buisán. En 1992 se inauguró la primera fase de la sede social, que se completaría en 2007 con la rehabilitación del antiguo pajar de la fonda, quedando un amplio salón en la planta alta. 

“Gracias a todos esos cachiruleros y cachiruleras que recuperaron en tiempo récord las esencias del pasado de la ciudad donde habían nacido” y a las instituciones públicas que han apoyado a la asociación, las instalaciones son hoy “la admiración de cuantos las visitan”.

En este punto, el presidente del Cachirulo agradeció la labor de sus predecesores en el cargo: Carlos Susinos, Ricardo Gómez, Antonio Puerto, Luis Miguel Andreu, Ángel Orrios, Salvador Magallón, Antonio Giner y Joaquín Martínez. 

50 años no son nada

Con medio siglo en las espaldas, el Cachirulo mira hacia el futuro “con esperanza, pero sobre todo con pasión, la misma que se puso en levantar la obra de la que ahora disfrutan no solo sus socios, sino el vecindario entero”. 

“Como dice nuestro buen amigo Ramón Mur: porque 50 años no son nada”, el pregonero deseó que la vida del Cachirulo “sea todo lo larga que merece por la calidad de la semilla sembrada” y bajo el amparo divino de la Virgen de los Pueyos y del Santo Ángel Custodio.