Carlos Pedro y Fernando Zorrilla dan la bienvenida a las oliveras centenarias de Mas de Conesa. M. N.
El Bajo Aragón celebra el Día del Olivo a la sombra de su ejemplar más viejo: 1.044 años
El banco de germoplasma del CITA analiza 35 variedades históricas locales para preservarlas
En el Mas de Conesa, en término municipal de Las Parras de Castellote, se ubica la olivera catalogada más antigua del Bajo Aragón, de 1.044 años de edad, a la que rodean otros ejemplares legendarios que han sido puestos en valor por su actual propietario, Carlos Pedro, en el marco de los proyectos Oliveras Centenarias y Olivos de Aragón impulsados por el grupo Leader Omezyma (Bajo Aragón-Matarraña). Este domingo, Día Mundial del Olivo, medio centenar de personas visitaron este paraje y la almazara de Jaganta del siglo XVII para rendir homenaje a un puntal económico y natural del que sentirse orgullosos, y conocer el proyecto del banco de germoplasma del olivar que analiza alrededor de 35 variedades históricas aragonesas con las que se cebaron la helada de 1956 y la mecanización del campo.
Una cata de aceites, patés, mermeladas y aceitunas de mesa, y una comida de hermandad pusieron el colofón a una jornada memorable, la primera que hacía el territorio para festejar el 26 de noviembre, una fecha tan señalada y de tanto valor para el Bajo Aragón, máxime en días en los que productores y cooperativas comienzan a recolectar y prensar el oro líquido del terruño.
Los participantes aprendieron durante la jornada de la mano de divulgadores como Fernando Zorrilla, que cataloga las oliveras centenarias del territorio, y Víctor Vidal, presidente de la Red de Semillas de Aragón que coordina el trabajo de campo del proyecto Olivos de Aragón, en el que participan los grupos Leader Omezyma y Campo de Belchite (Adecobel), así como Viveros Mariano Soria, Aceites Lis (ambos de La Almunia de Doña Godina, Zaragoza) y Fruticultores de Caspe (AFRUCCAS).
Con esta iniciativa se pretende preservar la diversidad del olivar tradicional catalogando las variedades locales para que no se pierdan y que puedan ser usadas por agricultores, almazaras o viveros en favor de una olivicultura más sostenible e identitaria.
La Red de Semillas de Aragón se encarga de las visitas de campo y el Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria (CITA) de Aragón analiza el ADN de las muestras.
El gerente de Omezyma, Joaquín Lorenzo, explicó que el proyecto lleva ya tres años en marcha y concluirá en 2024 con la edición del catálogo. En este momento está concluyendo el trabajo de campo, con la colaboración de entusiastas agricultores, aunque hasta que no se realice la analítica de todas las muestras no se podrá certificar si son variedades únicas.
Según explicó Vidal, se han presentado a analizar 76 variedades nuevas que, junto a dos proyectos anteriores en Huesca y el Moncayo, suman un centenar “de las cuáles ahora veremos cuáles son variedad o no”.
El trabajo está siendo grato y fructífero para este productor de aceite de La Portellada. “En principio creíamos que Aragón y la parte del sur del Ebro era todo empeltre y la verdad es que ha salido muy diverso”, hasta tal punto que “hay 35 muestras” recogidas sólo en el Bajo Aragón.
Preguntado por el nombre de esos descubrimientos, el especialista dijo que “han salido cosas muy raras”, como las “negrillas”, las “muchonencas” o manzanillas que se dividen en “manzanal”, “manzanota” o “manzanella”, pero “cada una es diferente” por su comportamiento vegetativo y fruto. Alqueceranas, caspolinas, mochatos o negrales también brillan con luz propia.
Han encontrado árboles que aparentemente son empeltres y “no lo son”, algunos “muy viejos que están abandonados”, todo un “relicto” que confirma que antes del injerto masivo de la variedad por antonomasia del Bajo Aragón que se hizo tras la helada del olivar había mucha más variedad de cultivos.
Otras veces, las sorpresas vienen por “mutación natural o porque ha nacido un olivo nuevo que marca variedad”.
En zonas como Alloza se da el caso paradigmático de que “el 90 y pico por ciento es Royal de Alloza y el empeltre es totalmente minoritario”, por lo que están luchando para que la DO Aceite del Bajo Aragón permita adaptar esta personalidad.
Por último, “en las zonas donde ha habido mucho trasiego agrícola, zonas bajas y fáciles de mecanizar, es donde más han desaparecido las variedades y se instalan más en monocultivos”, subrayó Vidal, que aspira a que el olivar bajoaragonés, sobre todo las pequeñas producciones, den un enfoque “más cultural o del terruño” para diferenciarse de la competencia del “lineal del supermercado”.
“Hay quien puede presumir de que en su pueblo hay esta variedad, y otros de que el olivo más joven que tienen es de 600 años. Ese es el valor que no somos capaces aún de ponerle”, reconoció Vidal, que llevó a la cata 20 aceites de ocho variedades, patés, mermeladas y olivas.
El divulgador medioambiental Fernando Zorrilla, autor del catálogo de oliveras centenarias del Matarraña y Bajo Aragón (sobre las 170 ha documentado), presentó la exposición que se pudo ver en el porche del ayuntamiento de Las Parras de Castellote.
Recordó que por árbol centenario se entiende aquel que supera los 3,5 metros de circunferencia a la altura del pecho. Se trata de “ejemplares singulares y muy escasos” por la “modernización del campo”, pues en algunos casos fueron arrancados y sustituidos por explotaciones intensivas en regadío, y en otros porque el manejo del paraguas requiere cortar los grandes cimales del olivo y queda desdibujado el ejemplar.
Algunas de las oliveras más longevas del Bajo Aragón son la mencionada de Mas de Conesa, con 1.044 años; la del Mas de Cervera (Belmonte de San José), de 1.016 años; la de la Val de Olchín (Alcorisa), de 984 años; Romero (Berge), de 803 años; Mir (La Codoñera), 801 años; o Santa Lucía (La Codoñera), 719 años.
El alcalde de Las Parras, Francisco Javier Trullenque, agradeció especialmente el trabajo de recuperación de Carlos Pedro, el cual explicó que en la partida hay más de 30 oliveras antiguas que “tratamos de conservar” después de hacer el trabajo más duro de desbroce y tala de pinos que les hacían sombra. “Es una responsabilidad porque, después de aguantar mil años aquí, que se perdieran sería una lástima porque es patrimonio de todos. No cogeremos olivas, aunque hay agua, pero queremos que se mantengan vivas. Espero que mis hija continúe el legado y que las administraciones sigan colaborando”. De momento, hay una ruta senderista para verlas.
A juzgar por las palabras del presidente comarcal, José Miguel Celma, el apoyo institucional está asegurado porque “el olivo es fuente de vida, es un elemento de vertebración y de asentamiento poblacional” y “un gran embajador tanto como árbol como producto”, por lo que en la próxima edición de Fitur se proyectará un vídeo de promoción. “Cualquier bajoaragonés no entiende un invierno sin olivas y ruido de almazara”, manifestó Celma, quien se mostró convencido de que si no hubiera sido por la helada del 56 la sangría demográfica no habría sido la misma en este territorio.
El Día Mundial del Olivo también se celebró en Oliete, a donde se desplazó la AgroExperiencia de noviembre vinculada al Mercado Agroecológico y Local norteTeruel. Fue en la almazara de Apadrinaunolivo.org donde se presentaron los primeros virgen extra de la temporada. Esta acción estuvo apoyada Adibama y coordinada por La Ojinegra.
Una cata de aceites, patés, mermeladas y aceitunas de mesa, y una comida de hermandad pusieron el colofón a una jornada memorable, la primera que hacía el territorio para festejar el 26 de noviembre, una fecha tan señalada y de tanto valor para el Bajo Aragón, máxime en días en los que productores y cooperativas comienzan a recolectar y prensar el oro líquido del terruño.
Los participantes aprendieron durante la jornada de la mano de divulgadores como Fernando Zorrilla, que cataloga las oliveras centenarias del territorio, y Víctor Vidal, presidente de la Red de Semillas de Aragón que coordina el trabajo de campo del proyecto Olivos de Aragón, en el que participan los grupos Leader Omezyma y Campo de Belchite (Adecobel), así como Viveros Mariano Soria, Aceites Lis (ambos de La Almunia de Doña Godina, Zaragoza) y Fruticultores de Caspe (AFRUCCAS).
Con esta iniciativa se pretende preservar la diversidad del olivar tradicional catalogando las variedades locales para que no se pierdan y que puedan ser usadas por agricultores, almazaras o viveros en favor de una olivicultura más sostenible e identitaria.
La Red de Semillas de Aragón se encarga de las visitas de campo y el Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria (CITA) de Aragón analiza el ADN de las muestras.
El gerente de Omezyma, Joaquín Lorenzo, explicó que el proyecto lleva ya tres años en marcha y concluirá en 2024 con la edición del catálogo. En este momento está concluyendo el trabajo de campo, con la colaboración de entusiastas agricultores, aunque hasta que no se realice la analítica de todas las muestras no se podrá certificar si son variedades únicas.
76 muestras
Según explicó Vidal, se han presentado a analizar 76 variedades nuevas que, junto a dos proyectos anteriores en Huesca y el Moncayo, suman un centenar “de las cuáles ahora veremos cuáles son variedad o no”.
El trabajo está siendo grato y fructífero para este productor de aceite de La Portellada. “En principio creíamos que Aragón y la parte del sur del Ebro era todo empeltre y la verdad es que ha salido muy diverso”, hasta tal punto que “hay 35 muestras” recogidas sólo en el Bajo Aragón.
Preguntado por el nombre de esos descubrimientos, el especialista dijo que “han salido cosas muy raras”, como las “negrillas”, las “muchonencas” o manzanillas que se dividen en “manzanal”, “manzanota” o “manzanella”, pero “cada una es diferente” por su comportamiento vegetativo y fruto. Alqueceranas, caspolinas, mochatos o negrales también brillan con luz propia.
Han encontrado árboles que aparentemente son empeltres y “no lo son”, algunos “muy viejos que están abandonados”, todo un “relicto” que confirma que antes del injerto masivo de la variedad por antonomasia del Bajo Aragón que se hizo tras la helada del olivar había mucha más variedad de cultivos.
Otras veces, las sorpresas vienen por “mutación natural o porque ha nacido un olivo nuevo que marca variedad”.
En zonas como Alloza se da el caso paradigmático de que “el 90 y pico por ciento es Royal de Alloza y el empeltre es totalmente minoritario”, por lo que están luchando para que la DO Aceite del Bajo Aragón permita adaptar esta personalidad.
Distinguir el producto
Por último, “en las zonas donde ha habido mucho trasiego agrícola, zonas bajas y fáciles de mecanizar, es donde más han desaparecido las variedades y se instalan más en monocultivos”, subrayó Vidal, que aspira a que el olivar bajoaragonés, sobre todo las pequeñas producciones, den un enfoque “más cultural o del terruño” para diferenciarse de la competencia del “lineal del supermercado”.
“Hay quien puede presumir de que en su pueblo hay esta variedad, y otros de que el olivo más joven que tienen es de 600 años. Ese es el valor que no somos capaces aún de ponerle”, reconoció Vidal, que llevó a la cata 20 aceites de ocho variedades, patés, mermeladas y olivas.
El divulgador medioambiental Fernando Zorrilla, autor del catálogo de oliveras centenarias del Matarraña y Bajo Aragón (sobre las 170 ha documentado), presentó la exposición que se pudo ver en el porche del ayuntamiento de Las Parras de Castellote.
Recordó que por árbol centenario se entiende aquel que supera los 3,5 metros de circunferencia a la altura del pecho. Se trata de “ejemplares singulares y muy escasos” por la “modernización del campo”, pues en algunos casos fueron arrancados y sustituidos por explotaciones intensivas en regadío, y en otros porque el manejo del paraguas requiere cortar los grandes cimales del olivo y queda desdibujado el ejemplar.
Algunas de las oliveras más longevas del Bajo Aragón son la mencionada de Mas de Conesa, con 1.044 años; la del Mas de Cervera (Belmonte de San José), de 1.016 años; la de la Val de Olchín (Alcorisa), de 984 años; Romero (Berge), de 803 años; Mir (La Codoñera), 801 años; o Santa Lucía (La Codoñera), 719 años.
El alcalde de Las Parras, Francisco Javier Trullenque, agradeció especialmente el trabajo de recuperación de Carlos Pedro, el cual explicó que en la partida hay más de 30 oliveras antiguas que “tratamos de conservar” después de hacer el trabajo más duro de desbroce y tala de pinos que les hacían sombra. “Es una responsabilidad porque, después de aguantar mil años aquí, que se perdieran sería una lástima porque es patrimonio de todos. No cogeremos olivas, aunque hay agua, pero queremos que se mantengan vivas. Espero que mis hija continúe el legado y que las administraciones sigan colaborando”. De momento, hay una ruta senderista para verlas.
A juzgar por las palabras del presidente comarcal, José Miguel Celma, el apoyo institucional está asegurado porque “el olivo es fuente de vida, es un elemento de vertebración y de asentamiento poblacional” y “un gran embajador tanto como árbol como producto”, por lo que en la próxima edición de Fitur se proyectará un vídeo de promoción. “Cualquier bajoaragonés no entiende un invierno sin olivas y ruido de almazara”, manifestó Celma, quien se mostró convencido de que si no hubiera sido por la helada del 56 la sangría demográfica no habría sido la misma en este territorio.
Oliete
El Día Mundial del Olivo también se celebró en Oliete, a donde se desplazó la AgroExperiencia de noviembre vinculada al Mercado Agroecológico y Local norteTeruel. Fue en la almazara de Apadrinaunolivo.org donde se presentaron los primeros virgen extra de la temporada. Esta acción estuvo apoyada Adibama y coordinada por La Ojinegra.
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